Simbolos divinos.

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—Por aquí —dijo Kinn, señalando unas escaleras descendentes.

Nos encontrábamos en lo alto de la pirámide, ese fue el primer lugar a donde fuimos, ya que, según Defnei, ese lugar era el más obvio para que los antiguos habitantes de la ciudad ocultaran sus tesoros.

Yo también estaba interesado en ese lugar, pero por otras razones. Mentiría si dijera que no me interesan los tesoros, dios sabe... Mejor cambio esa frase... El universo sabe que lo necesito, ya me estoy quedando sin recursos financieros, algo extra no me haría daño.

Pero en fin, mi interés es más que nada toda la historia de los dioses que se guarda en este lugar. Según Mirya, este era un antiguo templo donde se ofrecían tributos a las grandes deidades, incluso se decía que, a veces, Siel, la diosa creadora de vida, bajaba y convivía con sus creaciones, bendiciéndolos con su presencia divina.

Comenzamos a bajar por aquellas escaleras, con Kinn enfrente y Mirya detrás de él, guiándonos. De verdad que ya quería estar fuera de la presencia de aquellas estatuas, porque sentía que algo malo emanaba de ellas, excepto la de figura humana, la diosa. No era el único, Delia y Defnei las miraron aterrados y suspiraron con alivio en cuanto las perdimos de vista.

Al final de las escaleras encontramos un túnel que se dirigía hacia el centro de la pirámide, además de otro que iba a hacia uno de los lados, elegimos el primero, ya que parecía ser el camino principal.

Ambos túneles estaban iluminados por un brillo que parecía emanar de las paredes de oro, dejándonos ver lo que había delante de nosotros sin necesidad de las piedras mágicas o antorchas. Era algo bueno, pero me inquietaba como podían emitir aquel brillo, la luz del sol no llegaba hasta ahí, por lo que no era posible que el metal de las paredes se recargará de esa forma.

Podría ser magia, pero para eso era necesario absorberla constantemente, algo que debía ser imposible para un objeto inanimado y menos si se consideraba que la ciudad llevaba abandonada milenios, ni hablar que el oro era un pésimo conductor de energía mágica, lo creería, o al menos sería más coherente, si fuera oricalco o veraplata, incluso Mithril.

Mientras caminábamos observe las paredes que nos rodeaban. Aunque al principio estaban vacías conforme nos adentrábamos comenzaron a aparecer extraños símbolos grabados en el metal.

—Kinn, alto —susurro Mirya, mientras se detenía a examinar símbolos en una de las paredes.

Mirya los leía con atención y entre más descifraba de aquella escritura, mas contrariada parecía.

— ¿Qué ocurre? —pregunto Kinn.

—Es muy raro —contesto Mirya—, son advertencias, pero no para evitar la entrada, sino para evitar que nadie saliera. Este lugar esta descrito como en último refugio ante el inminente fin.

—¿Que más? —dijo Defnei, mirando los símbolos, aunque era evidente que él no sabía leerlos.

—Aquí es todo, solo se repite eso una y otra vez —contesto Mirya, apartándose de la pared.

—Está bien, sigamos avanzando —ordeno Kinn—. Mirya, estate atenta por si ves algo más, Defnei, inspecciona por trampas.

Defnei se colocó en el principio de la formación y comenzó a avanzar lentamente, revisando cada resquicio, era claro que no era la primera vez que hacían eso.

Mire de nuevo los símbolos en la pared, eran muy parecidos a los que se hallaban tallados en la cueva, allá en Mirie. Me preguntó si aquellos también eran una advertencia o quizá algo más. Bueno, de ser así no importaría, muy pocos en el mundo saben leerlos.

Theria Volumen 2:  El señor de la tormenta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora