Charla.

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—Sueltalo, Delia.

Un hombre de aspecto maduro y cabello pajizo apareció junto a la mujer, con él venían otros dos, una mujer con un buen cuerpo y de cabello castaño y otro hombre, quien llevaba un sombrero de ala ancha, y tenia una barba de al menos dos semanas. Ninguno parecía menor a cuarenta años, todos vestain ropas sucias y gastadas.

—¡Oh! ¡Por favor, Kinn! ¡Miralo! ¡Es tiernisimo!

¡A quien le dices tierno! Bueno, no parece algo malo, así que creo que mejor me lo tomaré como un cumplido.

—¡Que no! —El hombre, al parecer llamado Kinn, le dio una palmada ligera a la mujer para que me soltara.

Ella lo hizo, pero lucia algo decepcionada. La otra mujer se me acerco. Por su apariencia, si no estuviera tan sucia, parecería una súper modelo, eso era seguro. En cuanto llego a donde estaba se inclino un poco y me sonrió.

—Hola niño, ¿donde están tus padres? No me iras a decir que viniste sólo hasta aquí, ¿O si?

—A-algo así —lo mejor, sin duda, era mentirles, pero estaba tan nervioso que la verdad salio de mi boca sin que pudiera evitarlo.

—¿En serio? ¿Que hace alguien tan joven viajando solo? —comento Kinn, mirándome con el entrecejo fruncido.

—Si, claro, los niños pequeños deben estar con sus familias —el otro hombre se me acerco y me acaricio la cabeza con algo de fuerza, a la vez que sonreia, lo que dejaba ver que le faltaban cuatro dientes.

Un segundo, ¿pequeño...? No se los demás, pero incluso yo no veo a alguien de catorce como "pequeño". Es mas, en mi otro mundo solo faltarían cuatro años para considerarme adulto.

—¿Estas solo pequeñin? ¿Te abandonaron? —la primera mujer me miro con algo de lastima y tristeza.

Estaba tan desorientado por lo que estaba pasando que no podía hablar. Que yo recuerde, desde que renací, casi nadie me había tratado como un niño, a veces incluso olvidaba la edad del cuerpo que tengo ahora.

Me di unas cuantas bofetadas mentales para tranquilizarle y poder responderles.

—En primer lugar, ahora mismo me encuentro en un viaje y en segundo, dejen me presento. Mi nombre es Hill Vitelius Fell. Es un gusto.

Me incline para saludarlos, en un intento de imitar a Sarel. Digo, algo de él tenia que haber aprendido.

—Eres educado, niño, pero honestamente, no te queda. Ven con nosotros, montamos un campamento por aquí cerca y estábamos a punto de comer algo cuando notamos tu presencia.

Kinn me indico que los siguiera, mientras el resto seguía sonriendo. Desde pequeño mis padres me enseñaron... bueno, la televisión me enseño que no debo confiar en extraños, así que iba a declinar cortésmente, pero en ese momento me llego un suave y apetitoso olor.

Bueno, una comida no puede ser tan mala y si algo llega a pasar, me iré antes de que me  puedan hacer algo.

Dios, espero no estar cometiendo un error.

Los seguí mientras seguían preguntándome cosas, aunque intentaba no dar mucha información sobre mi mismo, ni sobre lo que estaba haciendo o porque me encontraba en ese lugar. Aunque si ellos saben algo, bien puedo intentar sacarles información.... Solo desearía que la mujer no me acariciara tanto la cabeza.

Entramos a una de las casas abandonadas. Me pare unos segundos en el umbral, si algo pasaba, me seria mas difícil huir de un lugar cerrado. Iba a salir corriendo, pero el olor era mas intenso y verdaderamente parecía que estaban cocinando algo delicioso.

Theria Volumen 2:  El señor de la tormenta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora