19º Carta

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El pasadizo era oscuro y difícilmente podía ver, parecía que a los extraterrestres les gustaba la oscuridad

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El pasadizo era oscuro y difícilmente podía ver, parecía que a los extraterrestres les gustaba la oscuridad. Todo estaba tan silencioso que nuestros pasos sonaban muy fuertes.

El extraterrestre abrió una puerta donde nos esperaban más de ellos. Chuc ingresó primero, y después el extraterrestre volteo a ver por qué Jack y yo no pasábamos. Teníamos miedo, la oscuridad asustaba en dichas condiciones.

Avancé por miedo a causar problemas. La habitación era pequeña, parecía un lugar de recepción. Pero lo que más me causó curiosidad, es que había una ducha en el medio.

— Deben quitarse las prendas — Dijo el extraterrestre, y mi piel se erizó. Su voz era gruesa y raspada, parecía la voz de un anciano.

— ¿Cómo saben nuestro idioma? — Pregunté a Chuc.

— Al subir a la nave, revisaron nuestro cerebro y copiaron nuestro aprendizaje lingüístico. Saben todo sobre Jack y tú; de mí no, porque tengo mis conocimientos con clave de seguridad. Intentaron buscar en la mente de Jack, pero yo soy independiente. Yo puse la clave.

— Ya veo... — Dije, y recordé lo que había dicho el extraterrestre — No pienso quitarme la ropa.

— Solo van a desinfectarlos, y eliminar cualquier tipo de germen peligroso para ellos.

— Miren hacia otro lado. — Ordené molesta.

Cuando ellos me hicieron caso, incluido el extraterrestre, empecé a quitarme la ropa. Parecía tonto, pero debía de hacerlo, por el bien de todos. La ducha no era una ducha, había 3 conductos en la parte superior.

Del primer conducto cayó un líquido verde, olía a limón y menta. Cuando toqué el líquido, mis manos se tornaron verdosas; y cuando el líquido llegó a todo mi cuerpo, toda mi piel se tiñó de aquel color.

El segundo conducto votó un denso vapor, que limpió mi cuerpo, dejándolo libre del tinte. El último conducto era solo aire caliente, una secadora en pocas palabras.

Salí de la ducha y entré a una puerta que ya estaba abierta. En la entrada me esperaba una bata colgada, y me la puse.

Era una sala medica al parecer, habían implementos médicos, camillas, y luces blancas. Me recordaba a los quirófanos en la Luna, no quería que me operaran, pero no estaba en posición de negarme.

— Espero que no tengan que operarme. — Le dije al extraterrestre que es encontraba ahí, era diferente al que había visto. Tenía la piel más clara, y tenía el cuerpo femenino.

— Sólo voy a revisarte, y hablar contigo — Respondió.

— ¿Eres psicólogo o médico? — le pregunté.

— Soy hembra. Soy una combinación de ambos, si eso es lo que te preocupa — Respondió, su voz era suave y entonada.

— Mi nombre es Luna. — Me presenté, no quería ser malcriada.

— Mi nombre es raro, así que lo reduciré a Jalab. — Dijo mientras manipulaba un aparato.

— Suena lindo para ser un nombre extraterrestre.

— Tú también eres extraterrestre, según la definición de esa palabra. Naciste en la Luna, no eres terrícola.

— Tienes razón. ¿Podrías decirme porque le importo tanto? — le dije sin rodeos.

— Creo que puedes regenerarte. La única forma de comprobarlo es haciéndote una pequeña herida. — Dijo mientras sacaba una pequeña navaja del estante que había al lado de ella.

— De acuerdo. — Le dije sin miedo.

Estiré mi palma para que ella pueda hacerme la incisión. Ella cortó despacio, cuidando de no hacer una herida grande. Dolió un poco, la sangre empezó a fluir y las gotas cayeron en el piso. Jalab limpió la herida con un pequeño aparato que botaba aire. Seguí viendo mi herida, pero a los pocos segundos, la herida empezó a cicatrizar, y rápidamente empezó a desaparecer.

— ¿Qué me sucede? — Le pregunté asustada.

— Tienes reparación celular rápida. En la tierra algunos animales presentan eso, en nuestro viaje por el espacio jamás habíamos visto eso. Aunque son pocos los animales, y muy lenta la reparación celular, nos asombra. Creíamos que los humanos no poseían aquella capacidad, pero tú eres diferente. El gen de regeneración en los humanos está dormido, ¿cómo lo despertaste? — Dijo Jalab, mientras que yo estaba atónita.

— Te juro que no lo sé — le respondí asustada.

— Luna, quiero protegerte. Ellos no te creerán, revisaran tu mente y encontraran la verdad. Empezaran experimentar contigo, es mejor que pienses en lo que pudo pasarte.

— Es la verdad, no lo sé. No me hagas daño. — le supliqué.

— Yo no soy nadie aquí, soy una sirvienta más. Yo vivía en un planeta lejano donde el cielo era violeta. Un día un grupo de los más jóvenes nos separamos del camino, vimos un gran triangulo flotando en el cielo y todo empezó a verse blanco. Nos secuestraron, somos esclavos aquí, servimos a los Narrasti. Ellos son la raza más poderosa y espantosa que pueda existir. El miedo se apodera de ti, hasta matarte por dentro cuando los ves. Si mi amigo y yo, te causamos miedo, imagina el pavor que sentirás al verlos.

Estaba a punto de responderle, cuando de pronto escuche pasos acercándose. Eran Chuc, Jack y el extraterrestre. Jack tenía una venda en la mano, supuse que también habían revisado si él podía hacer lo mismo que yo.

— El muchacho no puede regenerarse — Dijo el extraterrestre — ¿Qué hay de ella? — dijo viéndome.

— Ella, si puede hacerlo. Debemos averiguar cómo logró activar sus células regenerativas. — Respondió Jalab.

— No me lleven con ellos — Supliqué.

— Estarás en cuarentena, mientras buscamos la razón por la que eres así. —Dijo el amigo de Jalab.

Me llevaron otra vez a la habitación blanca, debían de investigar los motivos. Le dirían a los Narrasti que aún faltaban pruebas, pero muy pronto tendrían los resultados.

— Prometo averiguar que ocurrió contigo. — Dijo Chuc mientras nos despedíamos.

— Yo prometo cuidarte de todos ellos. — Susurró Jack en mi oído y luego me dio un beso en la frente.

— Los quiero tanto. Sé que lograremos salir de aquí. — dije mientras ponía un pie en aquella habitación.

Durante la noche, no pude dejar de pensar en lo que ocurría conmigo. Busqué el tenedor que había escondido entre mis cosas. Hinqué mi mano, una y otra vez, siempre volvía a regenerarme. Entonces una pregunta se vino a mi mente: ¿Soy inmortal?

Con cariño, desde mi blanca habitación, Luna.

CARTAS DE LUNA [EDITANDO]Where stories live. Discover now