11º Carta

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Chuc era Kukulkan, aunque muchos lo trataban como un dios, en realidad él era un maestro del pueblo

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Chuc era Kukulkan, aunque muchos lo trataban como un dios, en realidad él era un maestro del pueblo. Enseñaba a los más pequeños y grandes acerca del universo. Chuc dice que los entrenó para nuestra llegada, las construcciones habían sido especialmente hechas para ver el cielo, cada torre del pueblo tenía un pequeño orificio hacia el firmamento.

Durante años nos habían esperado. No dudaban de las palabras de Chuc, pero cuando vieron la nave en el cielo, su fe creció.

Sé que debes preguntarte como Chuc llegó aquel pueblo, pues bien, el portal si funcionó pero no lo llevó hacia la Luna, lo llevó hacia algún lugar en el mar. Chuc no sabía qué hacer en medio del océano, pero vio tierra a lo lejos, nadó hacia aquel lugar, y es ahí donde encontró este hermoso pueblo.

Chuc no era un robot cualquiera, su energía se renovaba gracias al Sol, siempre ha tenido suerte de llegar a lugares tan calientes. Espero nunca se acabé su suerte y viva por siempre.

— Tienes mucha suerte de encontrar gente tan amable. — Le dije.

— Tuve miedo de no volverlos a ver. — Respondió Chuc.

— ¿Cómo es que no aparecimos en Egipto? — Preguntó Jack.

— Hice lo mismo que en Egipto, aquí también hay pirámides. — Apuntó hacia atrás de nosotros— Miren ahí, esa preciosa pirámide.

La pirámide era monumental y hermosa, tenía unas ganas inmensas de subir las gradas y conocer como era por dentro. Pero recordé, si este lugar no era Egipto, entonces ¿dónde estábamos?

— ¿Este lugar es? — Pregunté.

— Estamos en el pueblo Maya, — continuo — el señor que me llamó es Pakal, el gobernante de este lugar. No tendrán problemas con él, es una persona buena y comprensible. Muy diferente al Faraón codicioso.

Chuc nos presentó al señor Pakal, y aunque él no entendía nada de lo que decíamos, se veía feliz por nuestra presencia.

Llegó la noche y Chuc nos llevó hacia una pequeña casa, pero hermosa, donde pasaríamos la noche. Dormiríamos en el piso, en unas mantas.

Mañana sería un día largo, no había peligro en este lugar, ahora si podríamos visitar el lugar y conocer a las personas. Chuc se fue, supongo que aunque él no dormía, tenía su habitación o casa.

No podía dormir con la emoción de ver este lugar. Cuidando de no despertar a nadie, me levanté. Salí a ver las estrellas, me gustaba como brillaban a lo lejos. Vi mi querida casa, la Luna, tan bella y hermosa.

— ¿No tienes sueño? — Alguien interrumpió mis pensamientos, era Jack.

— Quién podría dormir, prefiero estar despierta y ver esta hermosa noche. — le contesté.

— Propongo ir a pasear, ¿Aceptas? — Estiró su mano.

— Acepto. — Respondí con una sonrisa y cogí su mano.

Caminamos despacio en medio de la noche, bajo la luz de mi hogar.

— No te parece loco estar en un lugar que ya no existe. — le dije dando vueltas en mi sitio.

— Creo... — Se puso a pensar un momento y continuó — Creo que es más loco nacer en la Luna. — se puso a reír y yo hice lo mismo.

— Nuestras vidas son una locura. — Le dije riendo.

— Pues que así sea, mientras vivamos. — y me abrazó, hace años que una persona que no fuera mi madre me abrazaba, se sentía bien. Un cálido abrazo bajo la Luna se sentía bien.

Con cariño, desde el pueblo Maya, Luna.

CARTAS DE LUNA [EDITANDO]Onde histórias criam vida. Descubra agora