4º Carta

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Después de ver por la ventana, sus ojos se clavaron en mí

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Después de ver por la ventana, sus ojos se clavaron en mí. La tripulación entera se dio cuenta de que yo no era la muchacha que iría con ellos. Me conocían muy bien, todos en la Luna me conocían. Yo era la chica que había sobrevivido a la muerte, la primera "selenita".

El señor John, a diferencia de lo que pensé, no se enfadó conmigo. Ignoró el hecho que me haya metido a su nave sin permiso, y usurpado el lugar de una astronauta especializada.

— Te encargaras de registrar todo lo que encontremos aquí. Notas y descripciones del lugar —me ordenó el señor John caminando de un lado al otro—. Vamos a aterrizar en el medio del desierto.

Acepté mi trabajo, y fui a ver por la ventana otra vez. Era curioso, el color ocre de la superficie era llamado "desierto". Nunca antes había visto algo igual.

— Vamos a aterrizar en dos minutos —avisó el chico rubio, mientras los demás tripulantes nos colocábamos el casco y el cinturón.

El aterrizaje fue suave y tranquilo, como una pluma que cae en el piso. Yo solo estaba emocionada por la nueva aventura que me esperaba en la superficie. Lejos de casa, explorando un nuevo mundo.

— Antes de pisar suelo desconocido, enviaremos a Chuc —dijo el chico rubio, su nombre era Jack Rumsfeld. Él creaba robots junto a su padre, el señor John.

Chuc, es un robot de forma humanoide. Está hecho de titanio, y su color es plateado oscuro. En la luna, existen muchos robots que cumplen diversas funciones. Sin embargo, Chuc era diferente, estaba hecho para mejores cosas y objetivos. Podía reconocer el peligro, informar la temperatura, encontrar vida (incluso microbios) y metales a kilómetros. Sin duda era indispensable en un viaje como este y en cualquier otro.

La puerta se abrió y Chuc avanzó hacia el suelo arenoso. Miró hacia el horizonte, observó el cielo y avanzó unos cuantos pasos más. Volteó a vernos, para informarnos lo que había detectado.

— El territorio no es peligroso. La temperatura es de 23° grados Celsius. El ambiente contiene oxígeno, pero no puedo determinar si el aire está contaminado —Nos informó Chuc. Su voz, a pesar de ser gruesa, me agradaba.

— Ya lo escucharon. ¡Bajemos! —ordenó el señor John.

— ¿Podemos quitarnos el traje? Chuc dijo que hay oxígeno —preguntó Jack con seriedad.

— No, no podemos arriesgarnos de esa manera. Usemos los trajes hasta encontrar una evidencia que el aire no esté contaminado.

Bajamos de la nave lentamente. Mi pie izquierdo fue el primero en tocar el suelo ocre, se sentía caliente. No podía caminar bien, pero estaba viva, en un mundo desconocido.

Caminamos unos cuantos metros debajo del sol abrazador. Parecía que la temperatura iba aumentando mientras mas avanzábamos. El traje se me hacia mas pesado y me empezaba a quemar.

— ¡Detecto presencia biología a menos de dos metros! —informó Chuc alarmado.

El señor John no lo pensó ningún segundo, y fue corriendo hacia donde había indicado Chuc. El traje no le dejaba avanzar mas rápido, pero hizo lo que pudo para llegar.

Corrimos detrás de él, la arena se convirtió en nuestro peor enemigo, tropecé dos veces antes de llegar con ellos. Jack fue el primero en alcanzar a su padre. Ambos se veían atónitos y paralizados.

El resto del equipo llegó conmigo. Lo que vimos, jamás vamos a olvidarlo.

Había un pequeño rio, pese a ser un descubrimiento fascinante, eso no fue lo que nos dejó con el corazón acelerado.

Del otro lado del rio había una mujer, se veía tranquila, solo recogía agua en un recipiente. Llevaba poca ropa y su piel era bronceada. Parecía no notar nuestra presencia, pero Daryl empezó a llamarla.

— ¡Hey! Señora...— gritó Daryl, moviendo las manos para que ella pudiera verlo.

La mujer soltó el agua del susto y empezó a correr gritando algo que no entendí o no llegué a escuchar bien. Supongo que pedía ayuda, se veía muy atemorizada.

Volvimos a la nave luego de lo ocurrido. El señor John no regañó a Daryl por espantar a la mujer; me sorprende la paciencia que tiene con los jóvenes, incluso conmigo.

La tripulación tiene planes para mañana. Prometo contarte todo, se que será un día lleno de emociones y aventuras. Ahora debo dormir un poco en mi camarote de la nave Blue Star.

Con cariño, desde el planeta de la mujer extraña, Luna.

CARTAS DE LUNA [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora