756 70 36
                                    

[POV Kayn]

Zed me estaba abrazando... ¡¿Qué le pasó al Zed asesino despiadado?!

Zed se separó.—Por algo te curé como lo hice, porque... Bueno, ya lo dije, no me hagas repetirlo.

—No hay problema Zed, creo que lo comprendo. Después de todo, también te siento un apego, una especie de admiración, aunque lo sentía más como un cariño de hermanos.

—¿Hermanos?

—Si, ¿por qué no? No sé cuántos años tienes, pero siempre me pareciste muy joven.

Zed rió de nuevo.—¡¿Yo?! ¡¿Joven?!—Recuperó la compostura.—Pues ya quisieras saber mi edad.

—Eeehhhh... Realmente no me agrada que te rías tanto... Y que seas tan... "Amigable"...—Hablé con un cierto tono de desprecio.

Zed se deprimió un poco.—Ya veo, no hay problema, puedo ser algo más como antes.

Uy... Creo que no estuvo bien lo que dije...

[POV Zed]

Ahhh... Sabía que no era buena idea revelarle mi apego a Kayn... Pero me sentía algo incómodo cuando él me trataba de "usted" o de "señor"...

—Supongo que todo puede volver a como era antes.

—¿A qué te refieres?

Me coloqué mi yelmo.—Puedes seguir hablándome como lo hacías hasta ahora.

—Eso me acomodaría más señor, pero... ¿A usted no le molesta?

—No, está bien. Ahora. Si te sientes bien, puedes retirarte.

—Claro... Que esté bien...

Kayn se levantó y salió por la puerta, seguidamente me recosté en mi cama algo decepcionado.

—Agh, me gustaría nunca haber hecho eso... Pero extrañaba tanto a mi antiguo yo... Y al antiguo Kayn...

[Flashback / Narración normal]

Noxianos contra Jonios, guerra que no parecía tener fin. Ambos bandos luchando despiadadamente por destruir y proteger respectivamente.
En el grupo Noxiano, se encontraba un pequeño niño, de no más de 5 años, enviado cruelmente al campo de batalla a probar suerte.
En el grupo Joniano, se encontraba un soldado de no menos de 25 años, líder de su grupo y maestro de las sombras, decidido a exterminar a todo Noxiano que se cruzara en su camino.

—Creo que acabamos con todos, maestro.—Dijo un estudiante.

—Hagan una última revisión a los cadáveres.

—Entendido.—El estudiante fue a revisar los cadáveres encontrando un pequeño niño con señales de vida.—¡Maestro! ¿No quiere venir a ver esto?

—¿Qué pasa Nakuri?—El maestro se acercó al discípulo.—¿Un niño? ¿Qué se supone que hace un niño aquí?

—No lo sé señor, pero está vivo, eso es seguro.

El maestro sombrío se lo pensó un poco, ¿qué haría con el niño? Finalmente decidió quedárselo y criarlo como un acólito de las sombras, listo para servirle en el futuro.

Días más tarde, el niño despertó, pues estaba inconsciente.

—¿D-Dónde estoy?

—Qué bueno que al fin despertaste, niño inútil.

Nakuri, el mejor discípulo del maestro, era el encargado de vigilar al niño mientras estaba inconsciente.

—¿Papá?

—No estúpido, no soy tu papá.

—¿Y dónde está?

—¡¿Cómo quieres que lo sepa?! Oh espera, ya sé dónde puede estar. ¡En la pila de cadáveres!

—No seas tan cruel, es un niño.—El maestro entró con su yelmo y ropa ensangrentada.

—M-Maestro. Lo siento.—Nakuri hizo una reverencia.

—Vete.

—P-Pero señor-

—¡Vete! ¡Debes ir a pelear al frente!—Gritó autoritario.

Nakuri salió corriendo inmediatamente, cerrando la puerta a sus espaldas.

—¿Y bien niño, cuál es tu nombre?—El tono de voz del sombrío era dudoso.

—No lo sé, solo quiero saber dónde está mi papi, me dijo que me esperaría de vuelta.

El maestro se acercó al niño.—¿Quieres ver a tu papi de vuelta?

—¡Si!—El niño sonrió.

Se alejó.—Lamentablemente, eso no es posible, tendrás que vivir con ello.

El niño empezó a llorar.

—Agh. ¡Cállate!—No parecía resultar.—¡Silencio te dicen!

El maestro dio un suspiro pesado, tomó al niño en brazos y lo arrulló hasta que dejara de llorar.

—¿Ves? Todo está bien.

—¿Y mi papi dónde está? ¡Quiero saber dónde está!

El maestro se quitó el yelmo dejando ver su cara, su cabello albino y ojos carmesí, acompañado de una sonrisa angustiada y cariñosa al mismo tiempo.

—Él no está aquí, ni lo estará más. Pero yo sí.

—¿Y tú quien eres? Yo quiero a mi papi.

—Pues, mi nombre es Zed, y... Estoy dispuesto a ser tu padre... Si eso te hace sentir mejor.

—¿Puedes?

—Sí, puedo.

—¡Pues es un trato!

El niño rió y abrazó a Zed, el que le devolvió el abrazo fuertemente con una sonrisa y una lágrima.

Entre las Sombras [Lol, Kayn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora