Capítulo 8: "La bella y la Bestia"

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- ¿Ella? -Río e intento que mi risa parezca autentica- ¿dije ella? ¡No! Quise decir él, por Jaydan, eres igual que Jaydan, justamente ayer hizo algo como ésto y se encerró, estuvo como por dos horas sin dirigirnos la palabra ni a mí, ni a Marta. -me cruzo de brazos haciendo un gesto- ¡y todo por culpa de una enfermera que nos rechazó! -Le guiño un ojo y aunque sé que al principio le cuesta creerme, traer a colación a mi hijo desvía su atención.

- Lo siento, pero fue algo inesperado, ¿Podemos llevarlo hoy? -suspiró apenada, y yo asiento con la cabeza mientras tomo mi chaqueta para envolver su cuerpo en ella.

Eso estuvo tan cerca, joder, mis sentimientos están a flor de piel. No puedo evitar perder el control cuando está a mí alrededor, es tan frustrante.

- Vamos, hay que regresar a la veterinaria, hace mucho frío aquí afuera. -sugiero dejando de lado los resentimientos, caminamos de regreso en lo que busco las llaves en mi bolsillo, después de hallarlas, abro la pequeña puerta del enrejado que da acceso al interior indicándole que pase primero mientras le ayudo sosteniendo su mano para inclinarse y así poder entrar.

Finalmente dentro, todo de encuentra bastante oscuro, pero la calefacción hace que nos aliviemos al mismo tiempo, busco en la pared el botón que sube el enrejado y éste comienza a elevarse automáticamente dejando que la claridad descubra poco a poco el lugar, aunque de todos modos me acerco a la caja de electricidad y enciendo todas las luces.

- ¡Bienvenida a la clínica del Dr. Shel! -exclamo con diversión, Elizabeth sonríe pero automáticamente su mirada curiosa escanea todo a su alrededor, entonces unos ladridos que provienen del fondo llaman su atención.

- ¿Hay animales aquí? -asiento.

- Así es, en el cuarto del fondo dejamos a nuestros amiguitos que no tienen donde pasar la noche, por eso mantenemos siempre encendida la calefacción. Ahora los alimentaremos y finalmente los dejamos ir ya que por cuestiones de salubridad no podemos tenerlos aquí durante el día, pero en la noche algunos regresan y otros traen compañías. -sus ojos pasean de mi a las paredes de la recepción que están decoradas con fotografías de perros, gatos, y otros animales. Algunos posan junto a mí y otros con notas de agradecimiento con mi nombre, sus dedos recorren cada foto, pero hay una que llama su atención:

- ¿Y ésto? -dice sorprendida y divertida al tiempo que la saca de su lugar para mirarla de cerca.

- Oh... -sonrío con cariño- es Mollie, mi pequeña cría de Orangután de Sumatra, la rescaté en un operativo, era apenas una pequeña bestia, cuyo escondite para salvarse de los traficantes de animales fue el peludo cadáver de su madre dentro de una enorme jaula donde los transportaban. -Elizabeth me mira horrorizada- La llevé a mi casa, en Brasil y tras un par de días después de algunas transfusiones de sangre, ser alimentada con biberón y muchos mimos logramos que se aferrara más a la vida para finalmente conservarla con nosotros, en los dos intentos de liberación con los de su especie, viajamos a Indonesia pero ella se resistió y decidió que yo sería su nuevo papá. -río- ella es realmente adorable.

- Ya lo creo, te sujeta como si se le fuera la vida en ello -responde con ternura y deja la fotografía en su lugar. - pequeña suertuda... -murmura.

- ¿Qué? -pregunto con diversión tras oír lo que dice a lo último.

- Nada, solo me preguntaba cómo sería vivir en Brasil. -se encoje de hombros.

- Fui criado allí. -digo mientras me quito la chaqueta para tomar la bata blanca colgada en el perchero de la recepción mientras camino por el pasillo que lleva a la cocina.

- ¿Pero has nacido aquí en Estados Unidos? -Por favor, mujer, deja de preguntar. Digo en mi cabeza y ella sin aun haberse quitado mi chaqueta se queda viéndome apoyada en la encimera.

Apasionado TormentoWhere stories live. Discover now