Acabé de limpiar la cocina, Louis estaba en el salón hablando con por teléfono.
-Vale, hasta luego -dijo Lou colgando.
-¿Quién era? -pregunté.
-Mi tía -contestó- que si te había encontrado. Le dije que sí.
-¿Solo para eso?
-Y para cuándo volvíamos.
-¿Cuándo?
-Hoy ¿no?
Suspiré. Haberme arriesgado a que me pillaran sin carnet, para volver al día siguiente. En fin, que le iba a hacer.
-¿No quieres volver hoy?
-Es que... - bufé.
-Es verdad -dijo poniéndose serio- ¿viniste sola en coche hasta aquí?
-Si ¿por?
-¿Pero tú estás loca? -dijo llevándose las manos a la cabeza- imagínate que la policía te viera, o que se te hubiera averiado el coche, o...
-Tranquilo Louis -le frené. Cogí sus manos y se las bajé- no pasó nada.
Él suspiró. Luego me abrazó.
-Gracias a dios que no fue así. Prométeme que no volverás a hacer esas cosas. Por favor.
-Prometido.
Noté su sonrisa de alivio.
Poco después bajamos. Ambos subimos en el coche de Louis, y el de mi madre lo dejamos allí. Total, en menos de un mes terminaría el verano, podíamos venir hasta aquí en tren y listo.
El viaje lo pasamos todo el rato con la radio puesta. Los dos cantábamos todas la canciones que aparecían, da la casualidad que a él también le gusta la música, y no canta nada mal.
No paramos de cantar y de reírnos como locos, por alguna que otra tontería que soltaba Louis. En unas horas pasé de ser la persona más infeliz del mundo, a ser la más feliz.
Continuará...