Capitulo 3

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Llegó a la casa agotada. Lo primero que hizo fue desplomarse en el sofá mientras dejaba la mochila en el otro sillón. Pensó en llamar a Anahí para que le contara que es lo que habían hecho en la clase de Psicoanálisis pero luego se arrepintió porque no estaba para escuchar como Annie le contaba de lo maravilloso que era Poncho.

No es que le tuviese envidia ni mucho menos, ambas eran casi como hermanas... se conocían desde el kinder al igual que con Poncho quién siempre la consideró como su hermana y a Annie como la chica de sus sueños. Ellos habían comenzado a salir cuando tenían unos 16 años por un empujoncito que Dul les había dado. Sonrió al recordar cuando en plena fiesta de cumpleaños de Annie grabó a Poncho diciendo que amaba a Annie con todas sus fuerzas para luego pasarlo en la cinta de video. Poncho estaba de todos los colores y con una furia que mataría a cualquiera pero luego de todo valió la pena al saber que Annie sentía lo mismo que él. Es hasta el día de hoy que siguen igual de melosos y acaramelados que siempre.

Dul no se quejaba, tenía un novio guapo y que la quería. La quería? A quien vamos a engañar? Solo la quería para la cama, pero eso Dul lo sabía y estaba convencida que no iba a darle el gusto. Por lo menos no por ahora. No estaba lista para dar ese paso por más que por afuera la veían como la chava más valiente y segura en el fondo le tenía terror a que la hagan sufrir.

Sinceramente estaba saliendo con el para sentirse protegida. El único que siempre había estado con ella era su padre, pero luego de su muerte la vida de Dul había dado un vuelco de 180 grados. Se sentía sola, vacía. Bueno tenía a sus dos mejores amigos, pero era distinto... necesitaba a alguien que la apoyara y que a la vez sintiera que ella era como su tesoro en la vida. Pero bueno no todo es como un cuento de hadas. Fabricio no le daba ni un poco del amor y la protección que necesitaba pero ekkis, solamente era para pasar el rato y no sentirse mal cuando sus amigos se decían los bonitos que eran y lo mucho que se amaban.

Salió de sus pensamientos cuando Cielo se acercó hacia ella con cara extraña.

Dul: Cielito que sucede?

Cielo: Señorita Dulce...

Dul: -sonriendo- En que quedamos con eso?

Cielo: Es que si su madre me ve, me va a regañar.

Dul: Me importa un cuerno lo que diga mi madre, yo soy la dueña de esta casa, acuérdate que mi padre en su herencia me la dejo a mi.

Cielo: Pues si, pero hasta que no tengas los 21 años no podrás tenerla, así que por el momento es de la señora Madeleine y créeme que no quiero quedarme nuevamente en la calle.

Dul: -suspirando- Está bien pero cuando ella no esta quiero que me llames por mi nombre. Creo que desde que nací te lo e pedido –riendo-.

Cielo: Esta bien mi niña. Quieres que te prepare algo para merendar?

Dul: Un café por favor.

Cielo: -yendo hacia la cocina- Me ha dicho su madre que esta noche no salga a ningún sitio y que este presentable para la cena.

Dul: -caminando hacia la cocina- Y eso porque? –Apoyándose en el refrigerador-.

Cielo: No lo se, solo me ha pedido que te comunique eso.

Dul: -extrañada- Okay, no vaya a ser que me presente a su nuevo novio –riendo-.

Cielo: No es una mala idea.

Dul: Ay no Cielito no creo, ya sabes mi madre no lo trae a la casa, ella prefiere la clandestinidad. Vaya uno a saber a donde se mete por tener buen se*xo.

El novio de mi madreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora