Mi nombre es Maya, Maya Zurita.
Mi novio no es el flamante Stephen James o Francisco Lachowski no, mi novio es Caleb Adams y en definitiva no es nada parecido al típico novio perfecto de las historias.
Pero no te mentiré, somos felices y disfrutamo...
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Toco un par de veces la puerta. Un poco después Dylan abre.
— Pensamos que no vendrías.
— Sólo vine por mis hijos y por mi celular. Lo necesito, Zack debe estar preocupado.
— Necesitamos hablar —Dylan cierra la puerta detrás de él y toma mi brazo, alejándome de su casa— wow, ¿y esa camioneta?
— Mía —respondo con orgullo.
— ¿Quién te ha dado tanto dinero para una camioneta de esas? —una renault koleos 2013. En realidad no había costado mucho.
— Resulta que mi ángel nunca se olvidó de mi —me encogo de hombros— y bueno ¿qué quieres hablar conmigo? Que sea rápido, necesito hacer una mudanza.
— ¿Qué? ¿qué está pasando?
— Nada, ¿por qué?
— De un día a otro resulta que tienes dinero para una camioneta y para una mudanza.
— Bueno, de algo me ha servido ahorrar.
— Escuchame Maya, si andas en malos pasos necesito que me respondas con sinceridad. Aún hay tiempo de ayudarte, no tienes porque hacer esto. Si es por dinero entonces te daré todo lo que necesites sólo no cometas tonterías de las que te puedas arrepentir —no evito sonreír y sentir ternura por Dylan.
— No pasa nada Dylan, y realmente agradezco tu preocupación por mi pero te digo la verdad, no estoy en nada malo.
— ¿Y entonces?
— ¿Recuerdas a mi hermana, la que te conté?
— ¿Luciana?
— Lucía —corrijo— ella dejó todos sus ahorros guardados para mi y una amiga de ella ha venido a darme el dinero.
— No debiste aceptarlo ¡por dios! ¿sabes de dónde proviene?
— Eso es lo de menos, ahora mis hijos tienen casa, tienen algo para su futuro. No quisiera que al morir se quedaran sin nada Dylan.
— ¡Y eso no iba a pasar! Por algo soy su padrino ¿no? Yo voy a darles todo lo que ellos necesiten cuándo llegues a faltar, no necesitas aceptar dinero mal ganado.
— De cualquier manera, ya no hay modo de devolverlo. Ya he comprado la casa y la camioneta.
— Devuelvelos —ordena— vamos, te llevaré a la agencia —toma mi brazo, niego.
— No quiero y no puedes obligarme —me zafo de su agarre— lo siento Dylan.
— Sólo quiero verte feliz y no quiero que nada te pase. Por favor comprendeme.
— Nada me pasará, Zack es buen peleador —sonrío, el parece enfadarse más.
