—Sra. Harrison, aquí tienes los regalos que me mandaron a traerle —comento Charles con una bolsa en sus manos.

—Gracias —asentí tomando la bolsa junto a Mía.

Entramos a la primera habitación, estaba llena de bebe y cunas, mi corazón se arrugó en miles de pedazos en pensar como había personas que tenían sus bebes y los botaban como si fueran una cosa sin valor, tome uno entre mis brazos mientras Mía admiraba a los demás.

—Son hermosos Kay —comento ella sonriendo.

—¿Te gustaría tener un bebe algún día Mía? —cuestione curiosa.

—Claro, adoro lo bebes —sonrió ella asintiendo; —pero me gustaría tener sobrinos antes de tener mis propios hijos —añadió emocionada.

Suspire nerviosa, todos querían un bebe en la familia, pero aún no podía decirles nada, ni me sentía preparada para hacerlo, mire el bebe entre mis brazos y me imagine con el mío en unos meses, era bastante lindo con los ojos marrones claros.

—Eres un bebe muy lindo —sonreí ampliamente jugando con él.

—Lo es, además es tan pequeño —comento Mía mirando.

Deje al bebe sobre la cuna donde estaba y terminamos de entregar los regalos a cada uno de los niños, fue una experiencia muy hermosa, ya que muchos de aquellos niños nunca habían recibido un regalo en su vida, en especial una niña llamada Peggy que tenía una sonrisa bastante linda.

Una vez terminamos nos despedimos de Clarissa y Lucy, una chica más joven que ella, nos fuimos a la mansión en el camino, solo estábamos hablando de lo increíble que era ver el rostro de los niños cuando recibieron aquellos regalos.

—Fue una experiencia fenomenal como cada año —comento Mía emocionada.

—¿Qué tal la pasaste querida? —cuestiono Anny sonriendo.

—Genial Anny, me encanto ver a cada niño con una sonrisa en su rostro —asentí con una gran sonrisa.

—Así nos sentimos nosotros cada año cuando venimos —espeto Gregg; —ya fuese con Mía o Alexander —añadió él un poco incómodo.

—Yo los traía cuando eran pequeños, supieron lo afortunados que eran por tener unos padres que los querían desde antes de nacer, siempre tuvieron un gran corazón —comento Anny con una leve sonrisa.

—Dereck adoraba más ir a los refugios de animales —suspiro Gregg sonriendo.

Todos sonreímos y una vez llegamos a la mansión bajamos, entramos a esta y la sorpresa de ver a Isabelle allí nos tomó desprevenidos, se acercó a nosotros sollozando mientras la abrazamos al verla tan agitada.

—Alessa me boto de la mansión de Alexander, esa mujer esta loca —comento ella triste, cosa que me dio bastante ira.

—¿Cómo es posible que él permitiera esto? —cuestiono Anny sorprendida.

—Alexander no está aquí en Boston, tuvo que viajar y ella aprovechó para contratar a otra muchacha porque según ella ya no sirvo para nada —espeto Isabelle con melancolía.

—Nana, sabes muy bien que aquí eres bienvenida, no tienes por qué aguantar las humillaciones de esa maldita estúpida —gruño Mía enojada.

—Isabelle puedes tomar uno de los cuartos de huéspedes, pero esto no se va a quedar así menos cuando ella le ha sido como una madre para el mismo Alexander y que él permita esto —espeto Gregg serio.

—Aún no es momento de pelear con Alexander y esa mujer Gregg, tenemos que esperar un poco para poder hablar con él —suspiro Anny muy agobiada.

Él solo asintió mientras Dereck bajaba, al ver a su nana se acercó a ella abrazándola y dejando un beso en su melena canosa.

—¿Qué pasa aquí? —cuestiono rodeando el cuello de Isabelle.

—La víbora de Alessa la corrió de la mansión de Alexander —soltó Mía molesta.

—Alexander es un idiota al permitir que esa mujer corriera a mi nana, pero total es mejor que ella esté aquí con nosotros —comento Dereck decepcionado aún más de su hermano.

Todos nos mantuvimos en silencio unos segundo mientras analizábamos la situación, nos dirigimos a la sala mientras Mía y Dereck abrazaban a Isabelle tiernamente.

—Concuerdo con Dereck, es mejor que Isabelle este acá y no en casa de Alexander —espete yo rompiendo el silencio.

—Mi hijo tiene razón,, Isabelle tiene que estar con nosotros —asintió Anny agobiada.

Olvidamos lo que estaba pasando y le contamos a Isabelle la ida al orfanato, su rostro notaba un poco de felicidad al imaginarse como era estar rodeada de pequeñas personitas que eran tan inocentes, tras hablar un poco de las fiestas que se avecinaba yo me colé en la cocina para pedirle a Cleare que me diera un poco de agua.

—Aquí tiene Sra. Harrison —me brindo el agua.

—Gracias —asentí tomando la charola.

Debía admitir que Alessa era una víbora completa sin escrúpulos, no tenía derecho de correr a Isabelle de la casa del idiota de Alexander, quizás él no estuviera de acuerdo cuando llegara a casa y viera que su nana no estaba gracias a la lagarta de su novia, quizás ahora se formaría un problema entre ambos a causa de ella misma por haber corrido a Isabelle como un perro.

Pero muy en el fondo sabía que era imposible que Alexander la dejara solo por el hecho de haber botado a su nana de la mansión, él le perdonaría eso y aún más, sabiendo lo ciego que está por esa mujer, solo respire hondamente abrazando a Isabelle y dándole ánimos, ella no merecía estar aguantando los malos tratos y las humillaciones de la araña de Alessa.

—Tienes todo mi apoyo Isabelle —espete dejando un beso en su mejilla.

SIEMPRE TUYA ©Where stories live. Discover now