—Vamos, Kay —me llamo Mía sonriendo sacándome de mi trance.

Asentí y decidimos ir en su auto, después pasamos por Aliah, fuimos a la casa de Alexander, en donde menos quería ir, pero debía ir por mis cosas, una vez nos subimos al auto de Mía, no tardamos muchos en llegar, por suerte el auto de Alexander no estaba cerca, por lo que estaba más tranquila de entrar por mis cosas.

Tocamos a la puerta, poco después nos abrió Isabelle, al ver a Mía la abrazó y luego a mí, sonrió ampliamente antes de saludar.

—Mis niñas, que gusto tenerlas aquí —comento ella sonriendo.

—Nana, venimos por las cosas de Kaylee —espeto Mía abrazándola.

—Están en la cocina, Alexander me ordenó que las empacara en una maleta —negó con un poco de decepción.

—Gracias, nana —respondí sonriendo.

—De nada, mi niña, hay algo que debo decirte —espeto ella mirando hacia todos lados.

Iba a hablar, pero fuimos interrumpidas por unos gritos, se escucharon unos tacones bajando por las escaleras, todas salimos hacia la sala y allí se encontraba Alessa mirándonos con asco, sabía muy bien que no tardaría en meterse aquí.

—¿Qué demonios hacen ustedes en mi casa? —cuestiona ella enojada.

—¿Tu casa?, no seas ridícula Alessa, esta casa es de mi hermano y de mi cuñada Kaylee, quien es la esposa de Alexander, pero como ya sabes dañaste su matrimonio y venimos por las cosas de Kaylee, ¿algún problema con eso víbora? —cuestiono Mía cruzando sus manos de manera desafiante.

—Ninguna de ustedes es bienvenida aquí, así que se pueden largar por donde vinieron —respondió ella mirándonos con asco.

—Vete al demonio, maldita zorra —chillo Mia bastante enojada.

—Aquí la única zorra es tu amiguita, que se metió en mi relación con Alexander —comento ella mirándonos con asco.

Iba a responderle, pero me dio un pequeño mareo, Aliah y Mía me sostuvieron para que no cayera al suelo, gracias a Dios fue muy leve, volví en sí y cobre mi compostura.

—Escúchame muy bien, no tienes ningún derecho de llamarme zorra, yo no obligue a Alexander a casarse conmigo, él fue quien aceptó desde un principio cuando su papá le dijo, pero para que veas que soy buena, te regalo a Alexander con moño incluido, puedes quedarte con él, por cierto, mi esposo se quedó sin la herencia de los Harrison —respondí riendo cínicamente; —total, son tal para cual y yo que tú buscaría quien te mantenga trepadora —sonreí ampliamente.

En tu cara, víbora, las chicas rieron y nos despedimos de Isabelle, me ayudaron con mis cosas y la muy maldita quería seguir peleando, cosa que a Aliah no le agrado mucho y demostró su carácter.

—Eso, váyanse como las arrastradas que son —espeto ella riéndose desafiante.

Aliah no contuvo sus estribos y se acercó a ella, la empujo y planteo una cachetada sobre su mejilla, Mía y yo quedamos estáticas por lo que había hecho la rubia.

—Aquí la única maldita arrastrada eres tú, babosa interesada —gimoteo Aliah bastante cabreada.

No marchamos de allí, puesto que ya no teníamos nada más que hacer en ese lugar, al llegar a la mansión Harrison bajamos del auto de Mía, el chofer de la familia nos ayudó con la maleta y entramos, Anny se encontraba en la sala leyendo el periódico y Dereck estaba metido en su celular, los saludamos y les contamos lo que acababa de ocurrir con la maldita de Alessa, Anny estaba muy enojada.

—¿Cómo es que Alexander permite que esa mujer se adueñe de su casa, está acaso loco? —cuestiono Anny, enojada.

—Está enamorado, mamá, y cuando se está así se es imposible hablar con alguien que está obsesionada con una persona —espeto Mía abrazando a su mamá.

—Alexander es un idiota, maldita sea la hora en la que se metió con esa mujer —suspiro Dereck decepcionado de su hermano.

Después de hablar con Anny subimos a mi habitación, Mía tenía que salir, así que solo me quedé junto a Aliah, entramos a la habitación y me ayudó a acomodar mis cosas, al terminar nos sentamos en la cama, exhaustas con todo lo que estaba pasando ahora.

—¿Estás mejor, cariño? —cuestiono ella con una tierna sonrisa.

—No lo sé, solamente pienso en cómo sería mi vida si me fuera de aquí de Boston, sé que Anny y Gregg no se lo merecen, pero quiero irme de aquí —confesé cabizbaja.

—Sabes que tienes mi apoyo, lo que decidas estará bien, si así lo sientes —comento ella sonriendo mientras me abrazaba.

—Gracias, Ali, no sé qué haría sin ti, eres un gran apoyo —asentí correspondiendo a su abrazo.

Después de separarnos solté un suspiro de alivio, estaba más calmada y ahora tenía que pensar en que haría, sentí el mismo mareo de antes y Aliah me tomó del brazo con agilidad evitando que cayera.

—¿Estás bien? —cuestiono ella muy preocupada.

—Sí, es solo un mareo —respondí colocando una mano en mi frente.

—No es normal que te den mareos de la nada, ¿estás comiendo bien?, ¿hace cuánto no vas a chequeo? —me cuestiono un poco insistente.

—Si me estoy alimentando bien y hace como un año no voy al médico —comente recordando hace cuanto no voy al doctor.

—Deberías ir, esto no es normal —me miro Aliah preocupada.

—Creo que es tanto estrés que tengo, las peleas con Alexander o quizás algo que comí y me hizo daño —la mire relajada.

—Si te vuelve a dar otro mareo, prométeme que iras al médico, yo iré contigo —ladeo su cabeza sonriendo.

—Está bien, lo prometo, ya te comportas igual que mamá —asentí rodando los ojos.

Asintió y me brindo una sonrisa, quizás mis mareos se debían a tanto estrés que he manejado desde que me casé con el idiota de Alexander, no ha sido nada fácil lidiar con él y con la víbora de Alessa que no perdió el tiempo en meterse en la mansión de Alexander ni un segundo cuando decidí dejar las cosas así.

—¿Sabes, Kaylee?, estaba pensando en que deberíamos salir para que te distraigas un poco de tanto drama —comento Aliah sonriendo.

—No es mala idea, pero primero debo ir al médico a ver que tengo —chisté sonriendo.

—Sabes, te admiro mucho —espetó Aliah un poco nostálgica; —hecho muchas cosas en tu vida, de las cuales si salen mal, has sabido seguir adelante y eso es admirable —sonrió tomando mis manos.

—Te quiero mucho, sabes —mordí mi labio inferior con melancolía.

Aliah ha sido mi mayor apoyo desde que vinimos a vivir a Boston, no dudaba que era la mejor amiga de todas.

SIEMPRE TUYA ©Where stories live. Discover now