—Es mejor que te vayas, Alexander, no quiero volverte a ver, desde ahora dejas de ser parte de esta familia y dejas de ser mi hijo, nunca te enseñe a tratar así a una mujer —respondió Anny sollozando muy decepcionada de la actitud de su hijo.

—Por mí, todos se pueden ir al demonio, con su maldita herencia, y tú, Kaylee, me tendrás que dar el divorcio, quieras o no —espeto Alexander muy cabreado.

Respiré rápidamente y tomé el valor para responderle de la mejor manera posible, ya estaba cansada de pelear con él y solo quería terminar con esta farsa ya, era hora de acabar con todo.

—Cuando quieras lo firmo Alexander, me da asco los pocos hombres como tú, yo soy la que quiere el divorcio, te lo dije hace rato en la oficina —espete cabreada.

Él nada más río cínicamente y salió de la casa, Anny y Gregg se abrazaron mientras lloraban, era duro perder un hijo de esa manera, yo solo quedé estática, las lágrimas no tardaron en salir, sentí unos brazos rodearme y eran Dereck junto a Mía abrazándome, todo se había venido abajo, pero al fin era libre, no tenía que soportar más a Alexander.

—No te preocupes, todo estará bien y tienes nuestro apoyo —comento Mía con una sonrisa en su rostro.

—Kaylee, tienes que calmarte, estás muy pálida —vocifero Dereck mirándome un poco preocupado.

—Estoy bien, solo debe ser el azúcar —respondí abrazándolos.

Después de estar más calmados, tenía que pensar en que tenía que hacer, ¿volver a casa con Aliah o irme de Boston?, un movimiento leve en mi hombro me saco de mi trance.

—Kaylee, cariño, tendrás que ir a buscar tus cosas mañana con el chofer, te quedaras con nosotros el tiempo que quieras —espeto Gregg abrazándome.

—Gracias, Gregg —respondí sonriendo amablemente.

—Es lo menos que podemos hacer por lo que hiciste por nosotros, eres una hija más desde el momento que aceptaste toda esta locura del contrato —espeto Anny con una sonrisa triste.

  Después de cenar en silencio haciendo de cuenta que no había pasado nada, me fui a dormir a la habitación de huéspedes, estaba tan cansada que no quería saber nada de nadie, apague mi celular y me desconecte de todo el mundo para poder dormir.

La luz del sol hizo que me despertara, me levanté y organicé la cama, poco después vi que tocaron la puerta, abrí y del otro lado, se encontraba Mía con un paquete.

—Toma, Kaylee, lo mando mi nana con el chofer para que te puedas cambiar —comentó Mía sonriendo pasándome la bolsa.

—Gracias, no sabes lo mucho que te aprecio —comente sonriendo.

—Oye, quería pedirte disculpas por decirles a mis padres que la arpía de Alessa estaba con el idiota de Alexander en tu luna de miel —me miro apenada.

—No pasa nada, te entiendo y era justo que ellos se enteraran —asentí abrazándola con una sonrisa débil.


Nos separamos y se marchó, cerré la puerta y me duché rápidamente para ir por mis cosas, tenía mi maquillaje por suerte en mi bolso, una vez lista cepillé mi cabello y mis dientes, siempre traía un cepillo de dientes de repuesto, al terminar bajé y todos estaban en la mesa juntos desayunando.

—Buenos días —comenté saludando a todos.

—Buenos días, hija, ¿cómo pasaste la noche? —pregunto Anny sonriendo.

—Pues un poco bien en lo que cabe Anny, ¿y tú? —respondí sonriendo.

—No me quejo, a veces la vida es de aparentar que no pasa nada cariño —respondió ella asintiendo.

Ella me dio una cálida sonrisa y sabía muy bien que estaba tratando de ser fuerte para no derrumbarse por el tema de Alexander, la entendía, pues era su hijo y cortar lazos con él había sido difícil para ella al ser su madre.

El desayuno fue tranquilo, no quería ir sola a casa de Alexander, así que le pedí el favor a Mía y a Aliah para que me acompañaran, los Harrison eran un gran apoyo al igual que Dereck, no podía dejar que papá o mamá se enteraran de lo que estaba pasando porque papá o Chris serían capaz de matar a Alexander, tampoco podía empeorar las cosas.  

SIEMPRE TUYA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora