CAPÍTULO 98

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El beso empezó siendo bastante torpe, algo desesperado, pero a medida que los segundos pasaban, éste iba subiendo de tono, encontrando el ritmo perfecto entre nuestros labios.

La puerta del ascensor se abrió, interrumpiéndonos. Habíamos llegado, por suerte, la verdad que necesitaba tomar aire. Nos separamos unos segundos en los cuales nuestras miradas se conectaron, sin decir nada. Pude notar como sus ojos sacaban chispas, estaba irreconocible, donde había quedado el Julian tierno que yo conocía?

Su mirada iba de mis ojos a mi boca, y así sucesivamente, mientras que la mía estaba fija en sus ojos, analizándolos con detenimiento, ya que estos demostraban más que cualquier palabra que podría haber dicho en ese momento. Su cara seguía tensa, no se si seguía enojado o si era otra cosa, pero me ponía un poco nerviosa.

Al ver que yo había quedado inmóvil contra la pared del ascensor, lo que hizo fue agarrar mi mano con fuerza y tirar de mí hasta que quedamos fuera del ascensor.

- Ori, yo... - dijo serio y lo interrumpí con un beso, no tenía ganas de escuchar nada malo, nada que arruinara lo que estaba pasando.

Colgué mis brazos alrededor de su cuello, besándolo con delicadeza y pasión a la vez. No podía controlar lo que estaba sintiendo, no me podía frenar, me negaba a soltarlo. Por suerte me siguió el beso a la perfección, pasando sus manos por mi espalda y recorriéndola lentamente a medida que caminábamos hacia la puerta de su apartamento, sin separar nuestros labios en ningún momento.

Torpemente sacó las llaves de su bolsillo y sin mirar intentaba embocarle a la cerradura, aunque obviamente no pudo. No pude evitar reírme en la mitad del beso, y me separé un poco para dejar que abriera. Mantuvo una mano en la parte baja de mi espalda y con la otra abrió la puerta, haciéndome pasar sin despegarse mucho de mi, de tal forma que apenas cerró con llave volvió a unir nuestros labios, casi con desesperación.

Me encargué de despeinarle el pelo mientras él subía sus manos con suavidad por debajo de mi camisa, logrando estremecerme. Como por impulso le subí la remera y se la saqué en menos de cinco segundos, dejándola tirada por el pasillo a medida que caminábamos, sin mirar, hasta su cuarto.

Separándonos apenas un poco, Julian se sentó con cuidado en la cama, para luego apoyar sus manos en mis piernas y acercarme hacia él, logrando que me sentara sobre su falda, depositando mis piernas a cada lado de su cuerpo.

Pegué mi frente a la suya, con los ojos cerrados, mientras lo único que escuchaba era su respiración agitada mezclándose en el aire con la mía.

- Estas a tiempo de frenarme - susurró con la voz entrecortada - cinco minutos más y no respondo de mí
- No te quiero frenar - dije abriendo de a poco los ojos y mirándolo fijamente, quería demostrarle que realmente quería, estaba lista y lo necesitaba, mucho.
- Estas segura? No me voy a enojar si no querés - insistió preocupado y sonreí, una parte del Julian tierno quería volver
- Shhh - dije callándolo con un beso corto- Estoy muy segura, es lo que quiero, y ahora - dije sonriendo y se mordió el labio, intentando contener una sonrisa como respuesta.

Con cuidado me sacó la corbata y comenzó a desabrochar los botones de mi camisa. Mientras tanto yo iba dejando una serie de besos en su cuello.

- Te dije que me encantas con el uniforme? - susurró en mi oído y no pude evitar volver a reírme
- Callate tarado - dije dándole aproximadamente seis besos cortos seguidos, para que dejara de hablar.

Pensé que iba a sentir más vergüenza en el momento de estar así, semidesnuda frente a él, pero la verdad que mucho no me importó. Julian, por su parte, comenzó a dejar un camino de besos que iban desde mi mejilla hasta mis hombros, deteniéndose por un largo rato en el cuello. Me podían sus besos ahí y él lo sabía. Mis manos seguían entretenidas en su pelo, mientras él acariciaba cada centímetro de mi piel, como si estuviera descubriendo un territorio desconocido.

En un abrir y cerrar de ojos lo tenía recostado sobre mí, bajando sus manos delicadamente para sacarme con cuidado la pollera del uniforme y terminar de deshacerse de mi ropa, junto con la suya. Mis manos recorrían cada parte de su espalda, mientras él se encargaba del resto, dejando besos cálidos por todo mi cuerpo, cuidándome a cada segundo, todo el tiempo.
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Feliz Día del Niño!! 😙😙❤😀

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