CAPÍTULO 38

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Llegué a casa y subí las escaleras corriendo, mis padres estaban sentados en el living y no estaba de humor para que me hicieran preguntas o que se dieran cuenta de que estuve llorando. Me encerré en mi cuarto y me dejé caer en la cama. No estaba triste, estaba enojada, ya no quería llorar, solo matar a Julian y a la mina esa.

Al rato sonó mi celular, no era un mensaje sino una notificación, de instagram. Recordé que mientras andábamos en rollers con las chicas, nos sacamos una foto y la subí. Tenía un par de likes, entre ellos el de Julian. Mierda, había visto la foto. A los cinco minutos me escribió en whatsapp.

"Voy a tener que marcar territorio, no puede ser que salgas así vestida a la calle"

"No tiene nada de malo Julian, fui a andar en rollers, qué querías que me pusiera? Una túnica?" - le contesté aunque planeaba no hacerlo, en cualquier otro momento me hubiera gustado que sea celoso, pero justo hoy no.

"Mmm bueno solo cuido lo que es mío"

"No soy tuya"

"Si sos"

"No, punto. Entendelo de una vez!"

"Uh bueno, como digas, definitivamente hoy no es tu día"

Obviamente no le contesté, quien se cree que es para decirme eso? Juro que si lo tengo en frente lo mato. Me quedé dormida de tanto pensar y me desperté con mamá que golpeaba con insistencia la puerta del cuarto.

- Qué? - grité sin ganas
- Está Juli abajo, esperándote hace como media hora - me respondió en el mismo tono y salté de la cama
- Me estás jodiendo? - dije desesperada abriéndole la puerta
- No mi amor, esta sentado en el living esperándote hace rato, pobresito ya debe estar aburrido
- Decile que no estoy - le supliqué y me miraba extrañada
- Pero si ya sabe que estás acá, por qué no lo querés ver? - preguntó preocupada
- Porque no, es un tarado - susurré por las dudas de que me escuchara desde abajo
- Bueno voy a ver qué le digo - dijo dándome la espalda y volví a cerrar la puerta.

Suspiré y me senté en el piso, recostada sobre la puerta, esperando que Julian se fuera de mi casa.

- Ori abrime - dijo una voz del otro lado de la puerta.

Era él, imposible confundir su voz. Pero que hacía todavía acá? Golpeó una y otra vez la puerta, no se iba a cansar nunca.

- Ya se que estás ahí, no seas pendeja Oriana - bufé y me paré para abrirle
- No soy ninguna pendeja - dije mirándolo amenazante y sonrió
- Sos linda hasta de mal humor y puteando - dijo aún con esa estúpida sonrisa en su cara
- Basta Julian, me estás poniendo de peor humor, cortala
- Me vas a dejar entrar aunque sea o hablamos acá? - preguntó y le hice señas de que pasara.

Se sentó con confianza en mi cama y cerré la puerta antes de sentarme en la silla con rueditas del escritorio, quedando justo en frente de él pero a cierta distancia.

- Se puede saber qué te pasa ahora? - preguntó poniéndose serio y mirándome a los ojos - no entiendo nada, estamos un día bien, al otro día mal...
- No me pasa nada Julian - lo interrumpí, sosteniéndole la mirada
- Entonces? Estas en "esos días"? - dijo haciendo las comillas con las manos
- No! - grité aunque por dentro quería reírme ante su expresión
- Entonces, si no te pasa nada... - hizo una pausa, junto con una sonrisa - me das un beso? - dijo cambiando el tono de voz y acercando mi silla hacia el borde de la cama, donde él estaba sentado.
- No - dije cruzándome de brazos y bufó.

Se paró de la cama y sin decir ni una palabra se dirigió a la puerta, que estaba a mis espaldas y la abrió, decidido a irse y dejarme ahí con toda la bronca acumulada y con la palabra en la boca, como solía hacer siempre.

- Anda a pedírselo a tu amiguita - agregué en voz baja suponiendo que ya se había ido

- Qué dijiste? - susurró en mi nuca y me paralicé

Mierda, mierda, mierda, me escuchó.

Reencuentros - OrianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora