X: Consejos y ayuda. El estúpido Dragon Slayer busca remediar la situación.

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―Pues tendrás que buscar la manera de hacerlo― sentenció―. No pretenderás que ella despierte un día curada de su dolor, y en caso de que así sea será porque ya te ha olvidado y sé que no quieres eso, ¿o sí?

―Por supuesto que no― susurré.

―Bien― asintió―¿Qué harás entonces?

―Buscaré la manera de enmendar mi error, aun si ya no tengo oportunidad con ella― no era lo que quería, pero en ese momento sólo pensaba en obtener su perdón.

―No eres tan idiota como creí― concluyó, con una leve risa.

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Claro que pensarlo y hacerlo eran cosas muy distintas. Fui al gremio a buscarla, pero no pude encontrarla por ningún lado, luego fui a su casa y lo único que conseguí fue una paliza por parte de Titania por estar "invadiendo su territorio". Pasé más de medio día buscándola, sin obtener ninguna pista de dónde se encontraba.

Evidentemente no le había dicho nada a nadie sobre lo ocurrido, ya que todos me trataron como si nada. El tarado de Jet sí me dirigió miradas de odio, pero era algo que ocurría todo el tiempo, así que sólo lo ignoré; era obvio que estaba celoso por la preferencia que la enana me demostraba y no necesitaba tener más de dos neuronas para darme cuenta de que estaba enamorado de ella.

Sin saber que más hacer y resignado a la idea de no ver ese día a la enana, me acerqué al tableo de misiones para ver si alguna me llamaba la atención. Fue caso perdido. Mi vista sólo se fijaba en letreros que tuvieran que ver con el uso de información extraída de algún libro, cosas que le gustarían hacer a la enana.

Exasperado, me dirigí a la barra y le pedí a Mirajane algo de beber, para luego ir a sentarme en mi rincón habitual. Estaba concentrado en la contemplación de los nudos en la madera de mi jarra de cerveza cuando un leve olor a vainilla me sacó de mi estupor. Delante de mí estaba la coneja, quien sin aviso de ningún tipo me tomó del brazo y me sacó a rastras del lugar.

―¡Eres un idiota!― espetó al salir.

―Sí, sí, eso lo sé― susurré.

La coneja se sorprendió por mi respuesta.

―¿Lo sabes?― interrogó.

Yo sólo asentí.

―¿Sabes por qué te estoy diciendo esto?

―Claro que lo sé― le confirmé―. La enana te debe haber contado lo que sucedió ayer y estás aquí para matarme por haberla lastimado.

―Matarte como tal... No.

Levanté mi cabeza, la cual, por vergüenza, había mantenido baja, con un brusco movimiento. La coneja me miraba con una expresión de comprensión. No entendía nada de lo que estaba pasando.

―Sé lo que piensas: "¿Por qué no me hará nada después de lo que hice si se supone que es su mejor amiga?"― leyó en mí como en un libro―. Sé que no quisiste lastimarla― sentenció―. Estás muy enamorado de ella como para querer hacerlo.

―¿Cómo...? ¿En qué...?― no conseguía formular ninguna pregunta.

Ella sólo se rio de mi torpeza.

―¡Eres demasiado obvio! Destilas amor cada vez que estás cerca de ella. Hasta Natsu se ha dado cuenta de esto.

Mi mandíbula chocó contra el suelo.

―Ayer llegó a mi casa desconsolada― reveló, cambiando a una expresión de seriedad, poco habitual en ella―. Me contó todo lo sucedido, llorando a moco suelto por lo mucho que la lastimaste. Piensa que no es más que uno de tus muchos juguetes y se siente como una idiota. Ya sé, ya sé― dijo una vez que hice ademán de hablar―, sé que ella es la única para ti. Es imposible que salgas con otra chica, apenas y toleras a las demás chicas del gremio, es ilógico pensar que te relaciones con alguna fuera de ahí.

¿Sólo amigos? ¿O amigos con derecho? >> GaLeWhere stories live. Discover now