XXXII

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Y después dicen que soy malvada... Jajaj 😘❤

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"Abrió la puerta y se encontró con una joven castaña de dieciséis años, llorando.
—Aiden —pronunció antes de abrazarlo, desconcertando al rubio.
¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?
—Yo... Yo estoy embarazada.
La separó con brusquedad de él.
—¿Qué? ¿Cómo que embarazada?
—Hacía un mes no me bajaba la regla y... Esta mañana me hice una prueba de embarazo y dio positiva.
—Demonios Lizzie —exclamó alejándose de ella, solo aumentando aun más el llanto en la chica.
—¿Hablaste con tus padres?
—No quiero hacerlo Aiden, tengo miedo.
—Debes hacerlo.
—Esperaba... Que lo hicieras conmigo.
—No, es tu problema, no el mío.
—Por favor, no me dejes sola en esto.
—No, no iré contigo.
—Por favor —le pidió llorando con desconsuelo.
—Lizzie, para..."

-o-o-o-o-

—Ann ¿Qué ocurre?
—Estoy cansada.
—No luces cansada, luces molesta, triste, no lo sé.
—Yo sé muy bien lo que siento, y estoy cansada.
—No es verdad, algo te molesta.
—Quiero dormir, mañana debemos levantarnos temprano.
—No me gusta irme a dormir de este modo.
—Lo lamento mucho por ti, no tengo ganas de hacerlo hoy.
Se apoyó sobre el costado izquierdo de su cuerpo, recostando su cabeza sobre su mano.
—¿Recuerdas cuándo tenías ganas de hablar y no me dejabas dormir a mi? Creo que es una de esas noches en la que yo quiero hablar ahora.
Ella no respondió, sólo siguió dándole la espalda.
La tomó del hombro y la giró para que lo mirara.
—¿Qué ocurre? Dime Ann, yo no puedo adivinarlo.
—Estoy cansada, quiero dormir, y tú no me dejas.
Sonrió, enojada era muy tierna.
—¿Tienes mucho sueño?
—Si.
La tomó del rostro y se acercó más a ella.
—Yo no tengo ganas de dormir.
—Yo si Aiden, no estoy de humor.
La besó con suavidad, pero ella no le correspondió, solo se quedó quieta.
Se separó, la miró y alejó su mano de su mejilla.
—Okay, buenas noches.
—Buenas noches Aiden.
El rubio se giró en la cama y le dio la espalda, si quería ser fría con él, el podía serlo mucho peor.

-o-o-o-o-

Se despertó al sentir que Crema le lamía la cara.
Se sentó en la cama y lo tomó, acariciándolo, notando que Aiden ya no estaba, y a juzgar por la luz que entraba por la ventana, ya era bastante tarde.
Suspiró y salió de la cama, no había ninguna nota, un mensaje, una llamada, nada.
Él se había ido a trabajar y ni le había avisado.

-o-o-o-o-

Realmente se sorprendió al recibir el llamado por parte de él, ya que era obvio que la detestaba.
—Aiden.
—Estás despedida —expresó entregándole un sobre blanco sin obervarla.
En cuanto ella lo tomó, aturdida, continuó con su vista en el ordenador, tecleando.
—¿Q-Qué? ¿Por qué?
—Ahí adentro tienes detallados los motivos, y el cheque.
—No puedes despedirme, llamaré a Josh, él-
—A él le importas poco y nada, mejor lárgate, no tengo un buen día, vete antes de que pierda la paciencia.
Apretó el sobre entre sus dedos.
—Esto no se quedará así.
—¿Me está amenazando señorita Cassio? No creo que le convenga hacerlo.
—Vete a la mierda maldito infeliz.
La miró y sonrió.
—Suerte en encontrar otro puesto de trabajo luego de esto, Roxane.

-o-o-o-o-

Había acomodado gran parte de las cajas, la ropa, y algunos muebles pequeños que pudo mover por ella sola, mientras esperaba que Aiden volviera.
Pero ya iban a ser las cuatro y no había señal del rubio.
Había dejado el almuerzo hecho, para comer juntos, pero si él no aparecía, terminarían cenando.
Tomó a Crema y salió de la casa, ahora tenían jardín, tanto en la parte delantera como trasera.
Se sentó en la entrada y bajó el gato al suelo, quien rápidamente salió corriendo al césped.
Sonrió, a Crema parecía gustarle demasiado su nueva casa.
Observó el jardín, planeando como lo adornaría, que flores compraría, y lo genial que sería plantar un árbol para tener sombra en verano.
Un auto gris oscuro estacionó frente a la casa y de él bajó Aiden.
Iba a sonreír, pero al ver su rostro serio y molesto, prefirió no hacerlo.
Caminó hasta ella y ni la miró, solo se fue hasta la puerta.
—Hola —le dijo mirando hacia abajo.
—Hola —pronunció entrando a la casa, dejando a la morena afuera.
Lo siguió por detrás, él simplemente se fue directo a la habitación.
—¿Por que no me llamaste?
—¿No estabas tan casada? ¿No querías dormir?
—Sí, pero-
—Entonces no me reclames nada, te dejé dormir —pronunció quitándose el saco y colgándolo en el armario.
—Quería ir contigo.
—Lo siento mucho por ti.
—Preparé el almuerzo, quería comer contigo.
—Yo no tengo hambre —le dijo entrando al baño.
Se sentó en la cama, sintiendo malestar en su estómago.
El rubio salió minutos después, bañado.
—Muévete que quiero acostarme.
—Quiero hablar contigo.
—Yo no tengo ganas de hacerlo.
—Aiden por favor.
—Bien, me iré a la sala —expresó saliendo de la habitación.
Sus ojos se aguaron, no le gustaba que la tratara así.
Salió ella también y se fue a buscarlo.
Aiden estaba acostado en el sofá, con los ojos cerrados y de costado.
Se arrodilló en el suelo y se abrazó a él, apoyando su rostro contra su espalda.
—Lo siento.
Él no dijo nada.
—¿Puedes perdonarme por favor?
Y solo recibió más silencio.
—Lo siento, lo siento Aiden —le dijo en un tono bajo, quebrado.
Y aún así, no le habló, siguió en la misma posición.
Comenzó a sollozar.
—No me gusta que me ignores, me duele tú indiferencia, háblame.
—Déjame dormir.
—No, no quiero.
—Me estás cansando.
—Tienes razón, estaba molestaba anoche y-
—Ya no me interesa, las cosas no funcionan así, vete ahora, quiero dormir.
—Aiden.
—Quieres quedarte, hazlo, no pienso hablarte de todos modos.

-o-o-o-o-

Era de noche, y las cosas seguían igual entre los dos, ni se habían dirigido la palabra durante la cena.
Se giró, él también se había ido a acostar a la cama, y había esperado hasta que se durmiera.
Se acercó a él y lo abrazó. Algo tan simple como un abrazo, pero lo extrañaba.
Extrañaba que la abrazara, que le hablara, que la besara, la acariciara.
Extrañaba al Aiden de hacía unos meses, cuando comenzaron su relación, ese que la besaba sin razón, la abrazaba haciéndola sentir protegida.
Respiró profundo y un sollozo se escapó de sus labios, no quería sentirse así ¿Por qué no podía entenderla? ¿Hacía falta que le dijera por qué estaba molesta la noche anterior?
Empezó a sollozar, despertándolo. Abrió los ojos y suspiró.
La abrazó a él, sin mirarla.
—¿Qué te pasa?
—No me gusta que estés enojado conmigo.
—Lo hubieras pensado antes.
—Perdóname Aiden.
—Está bien, solo... Deja de llorar.
—No —le dijo negando con la cabeza—, me duele el pecho.
Se giró y la miró, acercó su mano libre y le secó las lágrimas de las mejillas.
—Es increíble lo llorona que eres Ann, en serio.
—Tú me haces llorar.
—Tú lloras por todo, no conozco persona tan sentimental como tú.
—Eso es porque te amo y me duele que me trates así.
—Ya, deja de llorar.
Respiró profundo varias veces y se abrazó a él, apoyando su cabeza sobre su pecho.
Le acarició la espalda, el cabello, y por varios minutos, ninguno dijo más nada.
—¿Mejor?
—Solo no te separes mi, abrázame fuerte.
—Está bien —murmuró haciéndolo.
—Seguro... Ella no era una llorona.
La miró confundido.
—¿De qué o quien hablas?
—De la chica de la foto.
—¿Todo esto es por ella? —preguntó incrédulo.
—¿Le decías... Qué la amabas? —inquirió bajo, sintiendo un nudo en la garganta.
—No, jamás se lo dije.
—Pero la amabas.
—No quiero hablar de ella.
—¿Fuiste papá?
—En serio no quiero hablar de eso, no insistas Ann.
—Necesito saber.
—Te lo contaré, pero no será ahora.
Apretó sus labios entre sí, intentando no llorar nuevamente, quizás Aiden tenía razón, era una llorona.
—¿Qué ocurre ahora?
—Y-Yo... Jamás podré darte un hijo.
—Ann-
—N-No puedo hacerlo, no sirvo.
La besó, tomándola del rostro, acostándola debajo de su cuerpo.
Se separó apenas de sus labios, susurrando contra ellos.
—No importa, si te tengo a ti, nada más me importa.
Pasó ambos brazos por detrás de su cuello y lo acercó a ella, instándolo a que la besara una vez más, y él no se hizo esperar.
Enredó sus piernas en su cintura, y él pasó sus manos por los lados de su abdomen, hasta sus caderas, levantándole la camiseta que tenía puesta.
Se separó solo de él para que se la quitara y luego volvió a besarla, acariciando sus brazos, su vientre, sus muslos.
Amaba su piel, sentirla bajo su cuerpo, susurrando su nombre, abrazada a él.
—Te amo —le dijo tomándolo del rostro para mirarlo.
Le sonrió cálidamente. Como había extrañado esa sonrisa, tan sincera y sólo para ella.
—Eres hermosa Ann —pronunció dándole un corto beso—, y mía, solo mía —le dijo dándole otro—, mi mujer.
Sus ojos se aguaron al escuchar eso y la miró desconcertado.
—¿Qué pasa? ¿Por qué llorarás ahora?
—Es que... No lo sé, creo que estoy muy sensible hoy.
Río bajo y le dio un beso en la frente, luego otro en la punta de la nariz.
—Está bien, no hace falta hacerlo, me gusta estar así también contigo, juntos, piel con piel.
—Yo quiero hacerlo —pronunció abrazándolo una vez más, pasando sus manos por la espalda de él.
Besó su cuello, subió a sus labios, rozándolos suavemente.
—No puedo si lloras.
Sonrió y lo besó ella esta vez.
—No lo haré más, solo quiero que me hagas sentir tuya Aiden. Te extraño.
—Y yo a ti, no sé que tienes, pero me has vuelto un adicto a ti.

...

Muñecas de compañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora