IV

112K 11.2K 3K
                                    

—Ann —pronunció sorprendida la mujer de ver a la muchacha allí.

La chica hizo una leve inclinación de cabeza.

—Señora, buenos días.

—Oh nada de eso cariño, llámame Isabel.

Ella sonrió.

—De acuerdo, Isabel, pase por favor.

—Wou, el departamento de mi hijo se ve realmente distinto.

—A él no le gusta que abra las ventanas cuando está, por eso lo hago cuando se va a trabajar. Necesita que entre un poco de aire aquí, un poco de luz.

—Sí, Aiden es un poco... especial —le dijo riendo—. Me sorprende realmente verte aquí, creí que mi hijo te devolvería, es lo que siempre hace con los regalos de Josh.

—Él lo hizo, pero luego se arrepintió, ¿Puedo ofrecerle algo?

—Un poco de té estaría bien.

—Se lo preparé enseguida —expresó la morena dirigiéndose a la cocina.

—Por cierto ¿Esa es su ropa verdad?

—Sí, Aiden ha estado muy ocupado con su trabajo, y no ha tenido tiempo para ir a comprar algo de ropa para mí —le dijo mientras ponía agua a hervir.

La mujer sonrió.

—Podrías venir conmigo si gustas.

—¿Está segura? —le preguntó pestañando sorprendida.

—Claro que sí, cariño —le dijo sonriendo cálidamente—. Desde mi pensión, no he tenido nada que hacer, y mi hijo tampoco tiene tiempo para mí —pronunció con nostalgia.

—Es muy amable de su parte, Isabel, pero no quiero ser una molestia para usted, tampoco sé si Aiden lo aprobaría.

—No te preocupes por él, además, no tendrás que usar su dinero, vamos —sonrió—. Serás una compañía también para mí.

Asintió con la cabeza, esbozando una pequeña sonrisa.

—De acuerdo.

Estaba guardando algunos documentos en su portafolio, cuando la figura de un hombre se paró delante de su escritorio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estaba guardando algunos documentos en su portafolio, cuando la figura de un hombre se paró delante de su escritorio.

—Lo siento señor, pero mi turno ha terminado si gusta puede-

Rio divertido y negó con la cabeza.

—No estoy aquí para eso.

Levantó su cabeza y observó a su amigo con expresión cansada.

—¿Qué haces aquí Josh?

—Nada, solo pasaba a saludarte, pasar un rato contigo.

—Estoy cansado, quizás otro día —pronunció comenzando a caminar por los pasillos, seguido por detrás por el castaño.

Muñecas de compañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora