XI

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Gritó desesperada, moviéndose violentamente en la cama.
Aiden abrió la puerta de la habitación alarmado, y se acercó a ella.
—Ann, Ann despierta.
—¡No! ¡Suéltame! ¡Suéltame!
La abrazó con fuerza entre sus brazos, impidiendo que se siguiera moviendo.
—Tranquila, escúchame, soy yo.
Se detuvo en ese momento, y él no dejó de abrazarla.
—¿Aiden?
—Sí, fue solo un... sueño.
Y vaya que sonaba extraño decirlo. Aún no se acostumbraba a la idea de que ella... fuera una "persona".
Comenzó a sollozar, y pronto a llorar, temblando entre los brazos de él.
—Tengo miedo Aiden, no quiero volver allí, nunca más.
—Claro que no lo harás, estás conmigo, en mi casa... tu casa.
Pasó sus brazos hacia la espalda de él, y se abrazó con fuerza.
—Por favor no me dejes.
—No lo haré Ann, duerme. Me quedaré aquí contigo.

-o-o-o-o-

—Ya pasaron dos semanas, sigues sin trabajo ¿Qué esperas para aceptar mi oferta?
—No trabajaré en tu empresa, Josh, ya te lo dije. Y agradece que no te parta la cara por haber sido el motivo de que me dejaran sin trabajo.
—Fui honesto contigo, acéptalo.
—Como sea, ya encontraré algo.
—¿Cómo está Ann?
—Bien, ya está recuperada, y las pesadillas han cesado también.
—Aiden, el dinero que tienes guardado no te alcanzará para mucho. Acepta lo que te ofrezco. Te juro que trabajarás, no estarás ahí y cobrarás por nada. Aunque sea, ven un día, y si no te gusta, te prometo que no volveremos a hablar de esto nunca más.
Suspiró y asintió con la cabeza.
—Lo pensaré...

-o-o-o-o-

—Ann, regresé.
—Estoy en la cocina —le dijo la chica sin salir.
Se dirigió a ella, y se encontró a la morena preparando el almuerzo.
—Te dije que debías permanecer en la cama. Aún no te recuperas por completo.
—Me siento bien, y quise preparte algo.
—Puedo hacerlo solo, ve a la cama.
—Pero Aiden-
—Vete a la cama ahora.
Cuando ella se giró, la observó. Aún tenía morada una de sus mejillas, la hinchazón de su ojo había bajado por completo. Pero tenía otros moretones y cortes sanando aún por todo su cuerpo.
Cuando pasó por su lado, la tomó de uno de sus brazos, deteniéndola.
Ann lo miró curiosa, pero él no estaba mirándola.
Con su mano libre, la tomó del rostro con delicadeza, y lo giró con cuidado, para observar su mejilla, y un corte que tenía al lado del ojo.
—Esto se ve mucho mejor.
—Sí, y ya no duele mucho —pronunció la morena sin apartar la vista de él.
—¿Segura?
Se quedó mirando esos ojos, que siempre les dedicaban a todos miradas tan gélidas, que te hacían temblar.
Desvió la mirada de su mejilla hacia los ojos de Ann.
—Te hice una pregunta.
—S-Sí, ya no duele.
—Bien, vete a la cama —pronunció soltándola.
—En serio no quiero ir, Aiden —murmuró mirando hacia abajo.
—Hasta que no te recuperes, no saldrás de ahí.
—Pero me duele el cuerpo de tanto estar acostada.
Suspiró, y la tomó de una de sus manos.
—Vamos.
—Está bien —susurró resignada.
¿Se había enojado? porque parecía molesto. Aunque, entre molesto y normal, no había mucha variación en su rostro. Él siempre lucía igual, incluso cuando dormía.
Algo que Ann había comprobado las noches en que el rubio se había quedado en la habitación, cuidándola.
—Acuéstate —pronunció sacándola de sus pensamientos.
Ella asintió en silencio, no quería seguir contradiciéndolo. Solo lograría hacerlo enojar, y eso era algo que no quería.
En cuanto ella tomó las mantas para taparse, él la detuvo.
—No aún, ponte boca abajo.
Abrió sus ojos confundida.
—¿Cómo?
—¿Cómo? Solo gírate en la cama, y ponte boca abajo.
—¿P-Por qué?
—¿No dijiste que te dolía el cuerpo?
—Sí.
—Haz lo que te digo.
Insegura lo hizo, mirándolo a él, quien estaba imperturbable. No expresaba nada.
—No, mira hacia el otro lado —ordenó.
Ella asintió y se giró, mirando hacia una de las paredes.
Escuchó como se acercaba a pasos lentos hacia la cama, y luego pudo sentir como el colchón se hundía levemente, debido a el peso del muchacho.
—¿Dónde te duele?
Estaba muy aturdida para entender lo que acababa de preguntarle.
—Ann ¿Dónde te duele?
—¿Qué vas a hacerme?
—Nada malo, deja esa pose tensa.
Cerró los ojos con fuerza al sentir que él le levantaba la camiseta.
Y pudo sentir una suave caricia producida por la punta de sus dedos, sobre su espalda, delineando su columna. Causándole un breve escalofrío por todo el cuerpo.
—Eres perfecta, Ann.
Abrió sus ojos, sorprendida, sin poder gesticular palabra alguna.
—Tu cuerpo se siente tan real, es increíble que no seas humana.
—Ah... a eso te referías.
—¿A qué más podría hacerlo?
No respondió, él solo la admiraba por su "perfecta" copia a un cuerpo humano.
—Entonces ¿Dónde te duele?
—En ningún lado, quiero dormir.
Arqueó una ceja.
—¿Hablas en serio?
—Sí.
—Me estás... me exasperas.
—¿Te canso? ¿Es eso?
—¿Quieres dormir? Duerme entonces —pronunció poniéndose de pie.
Se arrepintió de inmediato al escuchar la puerta cerrarse, estaba actuando como una completa desagradecida.
Salió de la cama, y abrió despacio la puerta. Se asomó, y el rubio ya no se encontraba en el pasillo.
Fue hasta la cocina, y ahí estaba él, buscando algunas cosas en el refrigerador.
—Lo siento —pronunció bajo.
—Vete a la cama —exclamó cerrando la puerta con más fuerza de la necesaria.
Sí, se había enojado.
—No quise comportarme así.
—Ahora así me estás jodiendo, Ann. Vete a la cama —expresó molesto.
—Está bien —le dijo saliendo de la cocina.
No quería molestarlo más de lo que estaba.
Volvió a la habitación, y se metió en la cama. Él no tardó en aparecer. Le dejó un sándwich sobre la mesa de noche, y se fue a su armario, para tomar una chaqueta.
—¿Saldrás?
—Yo no te debo explicaciones a ti —pronunció antes de irse.
Lo había arruinado, las cosas con él finalmente estaban avanzando, y ella... lo había arruinado.

-o-o-o-o-

Volvió tarde a su departamento, pasada las diez de la noche. Había estado afuera casi diez horas.
Dejó la chaqueta en el perchero, y sus zapatillas detrás de la puerta.
Caminó hasta la cocina, tomó una botella de agua, un vaso, y se fue rumbo a su habitación.
Era hora de los medicamentos de Ann, dos días más, y finalmente terminaría ya.
Encendió la luz, y encontró la habitación vacía.
—No, no de nuevo —masculló con rabia.
Una vez lo entendía, dos veces lo aceptaba, pero si se había ido por tercera vez de su casa, estaría en problemas.
La luz del baño estaba apagada, por lo que ahí no estaba, en la cocina tampoco, ya que fue el primer lugar donde se dirigió cuando llegó.
Era definitivo, se había vuelto a ir. En ese momento no se sentía preocupado, Aiden estaba furioso.
Caminó con rabia hasta la sala, buscaría su celular, y llamaría a Josh. Y después de eso, ya vería que haría.
Como no se lo había llevado al irse, supuso que lo había dejado en el sofá donde dormía, o entre los almohadones del mismo.
Fue entonces cuando la vio, ella estaba allí, dormida.
Contuvo sus ganas de despertarla de un grito, y vaya que quería hacerlo.
Cerró los ojos y le dio la espalda, respirando profundo y contando mentalmente para calmar su mal genio.
Se giró, ya más calmado, y tocó su hombro.
—Despierta.
Escuchar su voz, solo eso bastaba para abrir los ojos.
—Aiden.
—¿Qué haces aquí? ¿No te dije que durmieras en la cama?
—Sí, pero te estaba esperando.
—¿Comiste?
—Sí, el sándwich que me hiciste.
—Eso fue hace más de diez horas.
—Luego de eso me quedé dormida.
Suspiró frustrado, y se acercó al sofá. Se inclinó hacia ella, y acercó su mano hacia su muslo, que estaba contra el respaldo del sofá.
—¿Qué h-haces?
Metió la mano, y sacó el celular que estaba atrapado entre los almohadones. Le dio la espalda, y ella se bajó hasta las rodillas la camiseta, que se había subido por sus muslos.
Lo escuchó hablar por teléfono, alejándose de ella, y se sentó, observándolo.
Cortó la llamada, y la miró.
—Ve a ponerte un pantalón, la noche está fría, y solo lograrás enfermarte. Recuerda que estás en recuperación.
—Estoy bien —le dijo abrazándose las piernas.
La camiseta que él le había prestado, la cubría hasta por debajo de las rodillas.
Bufó con molestia, y se fue a la habitación, volviendo segundos después con un pantalón.
—No te pregunté si querías. Si te enfermas, solo empeoras las cosas, póntelo ¿O quieres qué lo haga yo por ti?
Sus mejillas tomaron un tenue color rosa.
Esa sensación, era la primera vez que la sentía, un cosquilleo en su vientre.
Él la miró confundido, y le dejó el pantalón sobre el respaldo.
—Cámbiate, yo me iré a bañar. Encargué algo para cenar. Si vienen antes de que salga, busca dinero en la chaqueta que está detrás de la puerta. Y no me esperes.
—Yo quiero cenar contigo.
—No tengo hambre.
Le dio la espalda y se fue.
Miró el pantalón, luego el pasillo por donde se había ido el rubio.
Quería disculparse con él, aquel día no había sido muy bueno para ninguno de los dos, y no quería terminarlo mal.
—Aiden, lo siento yo-
Se quedó sin habla al abrir la puerta, y verlo solo en bóxer.
Tomó la toalla que estaba sobre la cama, y se la ató a la cintura.
—No sabes qué cuándo la puerta está cerrada ¿debes tocarla antes de entrar?
—N-No, yo... L-Lo siento.
—Y no te pusiste el pantalón.
—Q-Quería disculparme contigo.
Suspiró molesto. No solo estaba con una camiseta mangas cortas, y sin pantalón, sino también deslcanza.
—De acuerdo, estás disculpada. Vete a la sala, y ponte el maldito pantalón —le dijo tomándola de uno de sus brazos, y guiándola fuera de la habitación.
No debía hacerlo, lo sabía muy bien, pero quería volver a sentir su piel.
Deslizó una de sus manos sobre la suya que estaba en su brazo.
—Lo siento, en serio —le dijo arrepentida.
Él no le quitó la mano, ni le dijo nada respecto a eso.
—Está bien, vete ahora.
—¿Cenarás conmigo?
Tomó una larga respiración, y asintió con la cabeza.
—Sí.

...

¡La inspiración llegó y no pude aguantar hasta el viernes para publicarlo!
Jajja lo sé, soy una impaciente >w<
Por cierto ¿Qué hora es en su país? Aquí es la 1:39 am 😪
Pd: Con esto reafirmo lo que dije antes, ustedes son mis lectores mimados, jajaj tengo mis demás novelas casi abandonadas 😖😖

-o-o-o-

Oww 😍❤💕 otro hermoso recuerdo! 😍👆🏼

Muñecas de compañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora