—¡Me has asustado Hunter! —la escucho gritar pero no puedo apartar mis ojos de ella. A pesar de que tiene tapado los pechos pude ver que llevaba puestas unas cintas negras sobre los pezones.

Me duele la entrepierna.

Quiero aguantar mis ganas pero con una imagen cómo esta se me hace muy difícil. Con la cantidad de veces que me la casqué pensando en sentirla hasta el fondo y con ella enfundada en ese vestido rojo incitante durante toda la noche no sé si podré aguantar. Mucho menos con el panorama frente a mi.

Mi paciencia tiene un límite.

—Creo que ni en mis más putos sueños he tenido una imagen tan...—trago saliva, se me ha secado la garganta—. Esto...esto es...

No logro terminar la frase, no encuentro una palabra más grande que caliente, preciosa, sexy...

Me siento corto de vocabulario.

Cuando veo que ya no le avergüenza estar prácticamente desnuda frente a mi, comienzo a sentir más valor.

Me acerco a ella, tanteando de a poco el terreno, como cazando una presa y al ver que no se mueve del lugar a la espera de mis movimientos decido ir con más determinación. Por primera vez, siento el corazón comenzar a latirme por los nervios.

Quiero echarme a reír. ¿Nervios? ¿Que tengo? ¿Catorce años? No había sentido tantos nervios ni tanta tensión en mi sistema desde que vi a mi madre borracha por primera vez.

Pero si. Estoy nervioso por ir demasiado lejos. Estoy nervioso por hacerle daño.

Estoy nervioso por tener sexo con ella.

«Sexo»

Esa palabra la siento tan lejana a lo que quiero hacerle. No lo sé, llamar sexo a hacerlo con Holly se siente incorrecto, la palabra no encaja entre nosotros.

Pero no sé si llamarlo hacer el amor.

Es una palabra muy fuerte y no estoy enamorado. Nunca lo he estado. Me gusta como el infierno pero...¿enamorado? Ni siquiera sé cómo se siente.

Ahueco su rostro entre mis manos una vez que la tengo a centímetros de mí, es muy pequeño y me fascina. El calor de su cuerpo entra en contacto con el mío y siento que la toalla se mueve cada vez más. Bajo mis manos hasta sus pechos y me encuentro a mi mismo quitándole las cintas con suavidad y por consiguiente quedar tan fascinado por sus tetas que me quedo tocándoselos con delicadeza.

Normalmente para estás cosas soy mucho más rudo, sin embargo no quiero asustarla a la primera de cambio.

Dejo mis manos en su cintura y le levanto la barbilla para que me vea a los ojos. Quiero transmitirle seguridad, y al verle la expresión inocente, no me contengo y la beso. Al principio intento no parecer desesperado, pero un pequeño roce de mi ereccion con su entrepierna, me es suficiente para tirar el control y la delicadeza por la ventana.

Convierto el momento dulce en uno más caliente en solo unos segundos. Me devuelve el beso con las mismas ganas y me enciendo.

Siento mi erección palpitando y caliente bajo la toalla. No, no puedo aguantar más.

Le ahueco la entrepierna para sentirla completa, y descubro que está húmeda. Ah maldita sea. Jadea y el simple sonido me vuelve loco. La beso de nuevo con todo el deseo acumulado y retenido durante tanto tiempo aunque con un tanto de dificultad, me duele un poco el labio golpeado. Pero no quiero parar, quiero saborearla por completo así que omito mi dolor y la levanto por los muslos.

Para mi suerte la toalla se cae y mi erección sale a la luz para reencontrarse con la humedad de su entrada. Suelta un jadeo que es música para mis oídos. Solo hay una fina tela separándose entre nosotros y me pongo cada vez mas nervioso. Quiero sentir lo que es estar dentro de ella y las bragas que hace rato me excitaron ahora me están desesperando.

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