Capítulo 48

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Dos días después estaba sentada en el patio delantero, leyendo mi libro favorito, Orgullo y Prejuicio.

Quería escaparme de la realidad por un rato, luego de asistir al velorio de mi abuela.

Ver tantos rostros llorosos, el baúl, las despedidas... Era demasiado.

Necesitaba un poco de paz para mí.

Había avanzado ya quince hojas, cuando una sombra me encubrió, y al levantar la vista, el avellana de sus ojos se encontraron con el musgo de los míos.

Tiene las manos puestas en los bolsillos, y se está mordiendo el labio inferior.

—¿Estás bien?

¿Había oído bien? ¿O mis oídos estaban jugándome una mala pasada?

—¿Perdona?

Rueda los ojos.

—No lo repetiré.

Guío mi vista de vuelta al libro en mis manos.

—Estoy bien. Puedes irte.

—No lo parece —se sienta a mi lado—. Sé lo que haces. Buscas una escapatoria leyendo, y te lo digo, no funcionara.

Frunzo el ceño.

—¿Cómo lo sabes?

Suspira.

—Yo hago esa mierda —hace una pausa—. Y créeme, los putos problemas siguen ahí cuando despiertas. Todo sigue en su lugar, sin importar a que parte del mundo de la literatura vayas —dice todo esto con un tono algo nostálgico—. Ahora dime, ¿Qué te sucede?

Levanto las cejas en sorpresa. Jamás imaginé que palabras como las que me ha dicho pudieran salir de sus labios. Y tampoco creí que de verdad le interesaba lo que me pasaba.

Trago saliva.

—Mi abuela...—miro hacia delante cuando hablo—. Murió.

Aguanto el nudo en mi garganta. No pienso llorar delante de alguien que mañana quizá se burle por haberlo hecho.

No lloro delante de nadie.

No lloré en el velorio.

No lloré cuando se burlaban de mi gordura.

No lloré cuando dijeron que sufría de bulimia.

No iba a hacerlo delante de él. Soy más fuerte que eso.

Lo miro. Tiene los labios fruncidos y juega con la cadena alrededor de su cuello.

—Sabes —empieza—. Una persona normal te diría "lo siento", pero eso sería muy hipócrita aún sin haberla conocido. Y más viniendo de parte mía.

¿Era una forma de disculparse?

No lo sabía.

Sonrío, por primera vez en estos días.

—Gracias.

Se encoge de hombros con indiferencia, pero no me devuelve la sonrisa.

—Es la verdad.

Asiento.

Rápidamente aparta la mirada y se levanta bruscamente.

—Bien. Suficiente sentimentalismo por hoy —saca un cigarrillo de su bolsillo—. Te veré por ahí.

Soy reacia a la idea que se vaya tan pronto. Sentí una conexión cuando hablamos... que se rompió conforme caí en el mundo real.

Pese a que pensé que era solo un tío guapo, sin coeficiente intelectual, me he dado cuenta de que no es así.

Este chico tiene sentimientos.

Muy en el fondo, pero los tiene.

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