Capítulo 107

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—Ve a tomar una ducha, antes de que cojas un resfriado —ordena antes de cerrar la puerta de la habitación.

—No hace falta, cuando pare un poco la lluvia voy a volver a casa -sonrío amablemente—. Además la comida se enfría, hay que comerla ya.

—Ni hablar —refuta pasándome una toalla enorme, un jersey el doble de mi tamaño y unos pantalones de pijama. Todo negro.

—¿Siempre tienes todo de negro?

Sonríe sacamos otra papa.

—Si quieres, tengo rosa pastel y rosa princesa, para la pringada —suelta con ironía recostado sobre su cama—. Regula el agua hasta que esté a tu gusto y no uses el shampoo azul, porque es de mi hermana y es para niños.

—Eh...

Se levanta de un tirón de la cama y abre la puerta.

—Mejor lo hago yo. Lo último que necesito es una fuga en mi baño, por culpa de una pringada.

Abro la boca indignadisima por lo que acaba de decir.

—¡Hey! —¡No soy tan torpe!—. Jamás haría...

—¿Vas a quedarte ahí discutiendo y ver cómo tu dichosa hamburguesa se enfría o vas a seguirme? —dicho esto sale de la habitación por el pasillo y sin musitar palabra lo sigo.

Llegamos al pequeño baño con una pequeña ventana enmohecida y deja las toallas sobre la tapa del inodoro. Es mucho más pequeño que mi baño, pero me vale.

Abre el grifo del agua y lo regula entre la caliente y la fría abriendo y cerrando un pomo y otro.

Sin poder contenerme en este pequeño cuarto, observó detenidamente su linda espalda cubierta por una camiseta café, un poco mojada en la parte de los homoplatos. La camiseta se pega tanto que puedo ver sus músculos tensarse y destensarse bajo ella. Ah...si podría quedarme viendo ese simple pero sensual movimiento toda el día y creo que ni yo ni el calor de mi vientre se aburriría.

Sigo mi vista hacia abajo y su lindo trasero redondo, levanta su jean en una sexy curva que hace desear pasar las manos por él y estrujarlo con...

—Si, es mío. Sin operaciones ni silicona —comenta arrogantemente—. Si quieres, puedes verlo en vivo y en directo. Podrías conocerlo ahora...ayudarte a enjabonarte y...—ronronea bajando su voz unos decibeles hasta hacerla más profunda y sensual.

Sus palabras hacen que se me erice la piel de los brazos aumentando el calor en mi vientre. La idea de él enjabonándome el cuerpo, me excita aunque no quiera admitirlo ni para mí misma.

Sin embargo en vez de seguirle la corriente, lo saco de un empellón fuera del baño. Se parte de la risa mientras lo hago y a pesar de que he cerrado la puerta, puedo escuchar su risa a través de ella.

—¡Tu te lo pierdes! —lo escucho gritar desde el otro lado.

Me río en silencio para que no me pueda escuchar y me quito la ropa. Al entrar en la ducha el agua caliente relaja cada uno de mis músculos, procuro no usar el shampoo que me dijo y me enjabono saltando la tentación de pensar que son las manos de Hunter las que me repasan con jabón.

Una vez que termino, me seco con la enorme toalla azul que me ha dando y me visto con el jersey y los pantalones de pijama. Toco mi sostén, pero la tela está húmeda, al igual que mis bragas, así que un poco avergonzada, decido ponerme las prendas sin nada abajo.

El enorme jersey me llega hasta los muslos y es bastante calentito, al igual que los pantalones de pijama que se arrastran por el piso.

Salgo con la toalla puesta en la cabeza y camino por el pasillo hasta llegar a la habitación de Hunter, la cual se encuentra cerrada. Ah...quiero mi hamburguesa. La ansiedad me carcome, así que en lugar de tocar, abro la puerta directamente.

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