Capítulo 82

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—Te sienta bien mi bóxer —dice para liberar la tensión en el ambiente.

Luego de la charla liberadora que tuvimos, Hunter pidió una pizza para aligerar un poco la situación en la que estábamos y todo lo que pasamos.

Estábamos sentados en su cama comiendo una porción cada uno, aunque yo recién llevaba mi pedazo a la boca. No tenía muchas ganas de comer, los nervios estrujaba mi estomago y mi cabeza.

Siento mis mejillas adquiriendo color.

—Está debajo de la camiseta. Ni siquiera lo puedes ver —digo dando un pequeño mordisco.

—Exacto —dice guiñandome un ojo.

Me gusta este Hunter juguetón que hace bromas de la nada. Es divertido, hasta podría decirse que me la paso genial estando con él. Me hubiera gustado conocer esta faceta de él antes de que todo esto sucediera, tal vez hubiera disfrutado más.

Pongo los ojos en blanco y sonrío.

—Cerdo.

Se encoge de hombros.

—Me han dicho cosas peores.

—No me sorprende.

Pone los ojos en blanco.

—No me conoces.

—Lo he hecho durante diecisiete años. Claro que te conozco.

Frunce el ceño dejando de masticar.

—Tú no me conoces. Puede que seamos vecinos y compañeros de clases pero eso no significa nada —espeta.

Aprieto mis labios, dejando a un lado la piza.

—Lo siento —digo mordiéndome el labio—. ¿Tus padres no dirá nada si me ven aquí?

Sus ojos se desplazan hacia los míos.

—He tenido sexo innumerables veces en cualquier lugar de esta casa, estando Kate aquí ¿por qué ha de decirte algo?

Su reciente confesión me cae como agua fría en el pecho. Mierda ¿esa molestia que se siente como una sopa de angustia, furia y decepción, es a lo que todos llaman «celos»?

Me sienta como patada al hígado saber que bajo este techo Hunter haya hecho de las suyas, yo al frente escuchando todo, y recién percatarme de todo esto. Miro la cama en la que estamos sentados y pronto me levanto de ella.

Miro con repugnancia la cama y luego lo miro a él que tiene una mirada burlona.

—¿Estas bien?

Lo miro juntando mis manos y retorciéndolas.

—Yo...sólo se me quitaron las ganas de comer.

Sonríe de lado y deja la comida de lado.

Abro los ojos como platos al verlo pararse de la cama y dirigiéndose hacia mí a paso lento.

—¿Estás segura de que es eso?

Trago saliva mientras comienzo a retroceder unos cuantos pasos.

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