83 - Estigmas indelebles

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Y el tiempo pasa, con el mismo ritmo, no duerme ni descansa, su mirada siempre es la misma, inmutable ante nuestras plegarias vacías, quejas y reclamos que se hacen sombras.

Mientras mis pasos se hacen más lentos, mi piel cansada intenta esconder las brechas de los años, mis cabellos, ahora de plata, cuentan historias con sabor a nostalgias aromáticas...

Pareciera despertar de una breve siesta y las velas de aquella gran torta parecen ya no caber más, ya perdí la cuenta de las primaveras y otoños que te esperé frente a esa misma luna que nos vio alejarnos.

Todos ya se fueron y yo sigo peinando una caricia tuya y ese beso que se acurrucó en mi pecho, hasta tatuarse en mi alma.

Cómo pueden haber pasado tantos besos y caricias por ese mismo sendero y aún perdura el aroma de tus labios, como el humeante café de invierno.

Quedan intactas las huellas de tus manos en mi espalda y las mariposas que dibujaste en mi abdomen, con la ternura de tus labios.

Las hojas de mi cabello ya comenzarán a caer, algunas blancas como la nieve y quizá los retazos de mi sonrisa terminen huyendo de mi inhóspita y desolada boca.

Tal vez cuando vuelva a abrir los ojos una vez más, ya no queden más hojas que caer de ese frondoso árbol que acompañó tus lecturas, con su sombra y el tiempo indolente siga con el mismo paso de siempre...

Y cuando ya no pueda abrir mis ojos, ya no habrán más velas que apagar ni versos que inventar, los estigmas indelebles de tus pasos en mi sendero; sonreirán eternamente, como la primera vez, cuando fui feliz...

Mil y un poemas en silencio #TDA2017Where stories live. Discover now