—Mierda. —Susurró Normani.

—Tenemos que buscarla. —Dije yo dejando los documentos en sus manos.

—No, Camila. —Me detuvo Normani. —Imagínate que la encontramos y vuelve. ¿Por qué se ha ido tanto tiempo? ¿Por qué tuvo una hija y se la dio al hombre que maltrataba a su hija mayor? ¿Por qué no ha hecho nada por ayudarla? —Sí, Normani tenía mucha razón en eso, y jamás podría quitársela.

—Busquémosla, hablemos con ella, y se lo decimos a Lauren. Normani, tiene que saberlo. Me odiará toda la vida si no se lo digo. Vamos, ve a por el portátil.

*

Normani y yo estuvimos toda la noche buscando por Facebook e internet cualquier Clara Jauregui que existiese, pero eran demasiadas. Esa red social era como una puerta al mundo donde podrías encontrarte a cualquiera. Había gente de Latinoamérica, España, Estados Unidos, incluso en Londres había Claras con ese apellido.

—Mira, mira esta... —La señalé. —Es de California.

—Oye, ¿no tienes una foto de Clara? Seguro que Lauren tiene una en su cartera. —Sonreí con malicia, y ella negó apretando los ojos. —Oh, no, no...

—Sí, te toca ir a por ella. Suerte con que no te pille.

Tardó unos diez minutos en volver con la foto en la mano.

—Oye, ¿por qué no buscamos también en Google? —Miré la foto de Clara y sonreí. Era bastante guapa, no me imaginaba cuánto debía echar de menos Lauren a su madre. Hice lo que Normani me dijo y lo puse en Google. Lo que apareció nos dejó sin palabras.

"Una madre es condenada a cinco años de cárcel por robar en un supermercado y explotar a sus hijos." —Y la foto que aparecía era de Clara. La Clara de la foto. El silencio nos invadió, ninguna se atrevía a decir nada. —No me lo creo. —Fue lo primero que dije. —Lauren no tendría un buen recuerdo de su madre si de verdad fuese así, no.

—Camila...

—¿Vas a seguir buscando conmigo o vas a decirme que es verdad? —Fui de nuevo a Facebook y volví a buscar a Clara Jauregui ya con la foto.

No sé si pasó media hora hasta que la encontramos. Ambas enmudecimos, la teníamos ahí, delante de nosotras.

—Vive en Nueva York. Tiene marido... —Susurré viendo a un hombre bastante grande y con barba con ella. —Se llama Mike.

—Mándale un mensaje. No es tarde aún. —Miré el reloj y eran las once de la noche.

"Hola, señora Jauregui. Le llamo del Hospital General de Toronto, queríamos hablar con usted, si no es molestia. Es urgente. Un saludo."

Le mandamos en mensaje, y vimos cómo Clara se conectaba. Nos miramos, nos cogimos de la mano y observamos cómo en la conversación el mensaje se estaba escribiendo. Tras un minuto, nos llegó.

"Llamadme. Os paso el número."

—Vale... Voy a llamarla. Quédate con Rachel. —Cogí mi móvil y abrí la puerta de la habitación.

—Suerte.

Salí y caminé por el pasillo vacío, solo, donde el eco de mis pasos resonaba hasta el final. Marqué el número y tomé aire llevándomelo a la oreja.

—¿Dígame? —Respondió ella. Su voz era dulce. Más dulce de lo que Lauren me había contado. Me la imaginaba sosteniendo a Lauren en brazos y hablándole así y me partía el alma.

—Hola, señora Jauregui, me llamo Camila Cabello, soy interna en el Hospital de Toronto. No sé si le molesto.

—Hay pocas cosas que me molesten a estas alturas de mi vida, cielo. ¿En qué puedo ayudarte?

blue nighttimes; camrenWhere stories live. Discover now