Capitulo Final

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Capitulo 17.

Narra Anabella.

Lloré toda la noche. Me dolía toda la espalda y piernas. También me dolia irme, yo me enamoré de él y se notaba que él no.

— Ana...

— Vete. Dejame sola.

Sentí sus pasos.

— De verdad lo siento.

— Vete.

Voltee como pude.

— Me lastimaste horriblemente, me duele. -Lloré- Tu y tu contrato se pueden ir bien a la mierda.

Volví a darme vuelta.

— Perdoname.

Su voz se quebró. No respondí. Escuche la puerta cerrarse y seguí en llanto. Así hasta caer dormida.

Al día siguiente me levante con cuidado, me curé, duche y vestí normal. Un jean azul, una blusa blanca y zapatillas blancas. Guarde todas mis cosas, menos lo que él me había dado. Baje al subsuelo, puse las cosas en el coche y volví arriba con él.

— Ana, no te vayas...

Me cruce de brazos.

— Quiero mi coche. Ahora usare el que me diste, hasta que mi auto vuelva.

Suspiró cansado.

— Taylor te enviará un cheque con el monto del valor de tu auto. No se que habrán hecho con él.

No era capaz de mirarme a la cara, y lo agradecía. En silencio, camine al ascensor.

— ¡Ana, no!

Camino a mi rapidamente. El ascensor se abrió y entre en él. Apreté repetidas veces el botón para bajar.

— No me toques.

Mis ojos se cristalizaron.

— Anabella...

— Juan...

El ascensor se cerró.

Narra Juan.

Apreté el botón repetidas veces para que el ascensor volviera. No quería perderla, algo de mi lo impedía. Golpee mi cabeza contra el ascensor varias veces. Cuando este se abrió, bajé rapidamente. Corrí por todo el subsuelo, su coche ya no estaba. Corrí arriba, y obviamente, ya no estaba en mi vista. Puse mis manos en mis rodillas, rendido. ¿Que voy a hacer ahora? Ella se fue, no se que será de mi sin ella. Era la única que llegó a complacerme de esta forma tan... Extraña.

— La ferretería.

Volví al subsuelo. Subí al primer coche que vi y empecé a manejar hasta la ferretería donde trabaja. Después de un rato llegue. Bajé y fui en su búsqueda.

— Hola, una pregunta. ¿La señorita Mellark se encuentra?

El chico me miró.

— Anabella llamó. Acaba de renunciar. Dice que tenia algo mejor.

Puse las manos en mi frente.

— Gracias de todas formas.

Salí de aquella ferretería y fui a mi empresa. No se que me pasa, quizás sea que su cambio en mi fue arrancado de Golpe, no se.

— Señor Londoño... La señorita Jhonson esta esperándolo para una entrevista.

Asentí sin ánimos y subí al piso donde se encuentra mi oficina. Los ascensores me traen los recuerdos de Anabella. Juro que puedo sentir su perfume en mi piel. Estoy obsesionado con ella.

— ¿Que tal?

Sonrió Alondra acomodándose en la silla. Me hizo acordar a Ana. Suspire.

— Esta vez, si he venido.

Sonrió. Solo asentí sin ánimos de nada. Respondería todo, sin prestar atención.

Recordaba a Anabella cada día. Cada momento a su lado era como una película.

Ella ya no está. Se fue y no volverá.

Esta vez se me fue la mano. Y la perdí.

50 Sombras de Londoño. (Maluma)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora