Capitulo 7

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Narra Anabella

Desperté algo asustada. La espalda y mis zonas sensibles dolían mucho. Aunque, no voy a negarlo, me daban mas ganas de estar con él. Lo hizo bien.
Sentía peso en mi cintura. Me di la vuelta despacio y mire a Juan. Estaba despierto, mirando mi cuerpo y su brazo me rodeaba mientras que su mano me acariciaba.

- Hola Juan...

- Buenos días Ana. ¿Te sientes bien? ¿Duele algo?

Asentí y le dije donde me dolía. El sólo me masajeo un poco, menos 'ahí'. Pero si en la espalda y los muslos.

- Quiero repetir lo de anoche...

- Ah... Pero yo quiero intentar...

- No -Me interrumpió- Yo mando, tu obedeces.

Hablo en un tono tan seco que lo único que pude hacer fue asentir.

- Pero, tendremos condiciones.

- ¿Eh?

Me moví un poco para verlo bien.

- Habrá un contrato que dirá lo que debemos hacer o no. En lo que no estes de acuerdo, lo marcas y ya. ¿Te parece?

Asentí. Volvió a acariciarme.

- Mientras Taylor hace el contrato, tu iras a una ginecóloga para que te de pastillas. ¿Bien? Si no estas de acuerdo... Quedarás embarazada.

- Iré a un ginecólogo ¿Va? No quiero hijos ahora.

- Tranquila. Tengo una de confianza. Mi familia se atiende con ella.

- Entonces... Nuestra relación tendría un contrato ¿No?

- Si... Mmm... Digamos que si.

Nos quedamos en silencio. Yo solo lo miraba mientras que sus manos me recorrían el cuerpo entero.

- ¿Puedo ducharme?

- Solo si es conmigo.

Lo mire mal.

— Juan...

— No quiero hacer nada todavía. Menos a estas horas de la mañana. Solo un baño y ya.

Lo seguí mirando mal.

— ¿Qué? Ay Anabella, el día que tengas un novio te deberás acostumbrar.

— ¿Y no lo tengo ya?

Levante una ceja. Siquiera se lo que siento con él y ya pretendo esto.

— No que yo sepa.

Bien, eso hizo un dolor extraño en mi pecho.

— Ah... Bueno... Solo te bañas conmigo si es un baño de inmersión.

Asintió con la cabeza.

— Iré a prepararlo. Mientras esperame aquí.

Me dio un suave beso en los labios y se levantó. Yo me sente en la cama y empecé a mirarme. Tenia unas cuantas marcas en mi cuerpo, supongo que de la fusta que usó. Bueno, sus manos también me golpearon pero mas suave que la fusta. Eso me daba curiosidad, quería saber hasta que punto era capaz de llegar con eso. Pronto lo averiguaré. Él vino hacia mi y se sento al lado mío. Me miraba de una forma algo... Extraña. Como analizando que pensaba o que tenia en el cuerpo.

—¿Todo bien?

— ¿Ah? Si, solo te miro. -Sonrió- Ya debemos ir.

Me levante. Acabo de reaccionar que, estoy vestida con una camisa suya y que no tengo ropa "Adecuada".

— Emm... No tengo ropa.

— Ahora te doy una camisa y un conjunto que te compré.

Mordí mi labio nerviosa.

— Deja de morderte el labio si no quieres un castigo.

Asentí nerviosa, poniendo mis ojos en blanco.

— Lo mismo con los ojos en blanco.

— Bien.

*

— Menos mal que no querías hacerlo a estas horas de la mañana.

— Fue un polvo vainilla, nada mas.

Lo mire raro.

— Cuando tengas el contrato vas a entenderlo.

— Okey.

— Desayunemos y te llevo al trabajo.

— Si... Pero ¿Y la rop...?

Juan me tendió una bolsa.

— Vistete con eso... -Sonrió- ¿Prefieres otra cosa?

Mire la bolsa. Eran unos Jeans negros, una camiseta blanca y una camisa a cuadros roja.

— No... Así es mejor. Mas cómodo para mi trabajo.

Nos sentamos y empezamos a desayunar. No dije nada, por el hecho de pensar en ese bendito contrato.

Aunque el tema es... ¿Lo firmo o no?

50 Sombras de Londoño. (Maluma)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora