Mis labios temblaron y me sentí nerviosa, sin embargo, asentí.

—Sí, igual no es como si fuese mi incumbencia, yo solo quiero saber porque...

No terminé de hablar porque no tenía razones para negar que, si estaba haciendo un reclamo, uno con muchos celos.

—No hay nada, eso es lo único que debes saber. ¿Bien?

—Bien.

El silencio volvió a asentarse sobre nosotros, por un momento me permití el pensar en Blake y suspiré. Sabía que el rubio se pondría furioso cuando fuese a mi habitación y no me encontrara, él era histérico con el orden y el mandato... Se pondría mal y siendo sincera, no quería estar cerca para escuchar su fría furia.

Ian debió percibir mi tensión, porque se alejó del gato y se acercó a mí.

—Is —Me llamó mientras me miraba suavemente —Estuve pensando toda la noche sobre lo que hablamos y estoy tratando de controlarme para no ir a la casa de tus padres y asesinarlos —Me estremecí con sus palabras —No entiendo cómo puede haber personas así en el mundo. Por parte mía no es que haya tenido mucho amor en mi hogar, y tampoco es como que mi madre haya sido un ejemplo para seguir —Comentó ahora fríamente —Pero, aun así, lo que tus padres han hecho es algo imperdonable, ¿Cómo pueden tratarte así? ¿Cómo pudieron hacer tanto daño en una criatura tan hermosa como tú? —Preguntó y no pude hacer más que mirarle maravillada.

Ian hablaba de una manera que lograba embelesar al mundo entero si eso era lo que quería, él podía ser amable y cálido, aun así, un segundo más tarde también era sobreprotector y posesivo conmigo.

Él no debería hacerme sentir mucho, pero eso era lo que hacía. Su ser me daba calidez y bienestar.

—Isabella después de todo lo que me has contado, no puedes pretender que te dejaré volver a tu casa como si nada. No puedo hacer aquello por más que quieras o te sientas obligada. —Afirmó—, tu padre, el jodido padre que debió protegerte desde pequeña, dejó que un enfermo abusara de ti, lo permitió. ¿Crees que debes volver allá? De nuevo... ¿Crees que lo permitiré?

Mis labios comenzaron a temblar y alejé la mirada apenada ante la mención del abuso.

—No, no te escondas de mí, Isabella. —Ordenó llevando su mirada a la mía. —Eres la chica más fuerte que he conocido alguna vez, también las más inteligente y, sobre todo, las mas hermosa. —Se acercó más a mi—, eres perfecta y eso es todo lo que puedo decir en este momento. Nada de lo que te ha sucedido es tu culpa, ni de cerca. No hay nada de que avergonzarse. ¿Lo captas?

Asentí sin ser capaz de hablar en ese momento.

—No necesitas a nadie que proteja porque desde el inicio me mostraste que puedes con todo, incluso contigo. Aun así, cuando te miro Isabella, cuando lo hago, no puedo hacer otra cosa que querer protegerte, incluso cuando no lo necesitas, cuando no me necesitas a mí.

—Ian... —Susurré sintiendo sus palabras en mi corazón.

—Soy la persona más desinteresada del mundo, cielo. Incluso a veces soy el ser más egoísta que existe, pero entonces, cuando estoy contigo, quiero hacerlo todo bien, quiero hacerlo desde el momento en que te conocí y no puedo controlar aquello. ¿Puedes culparme?

No respondí.

Estaba muda debido a todas sus palabras, nunca nadie me había hablado así.

—Déjame cuidar de ti, Is. Incluso si no lo necesitas. He visto como actúas alrededor de las otras personas, sé que siempre estás a la defensiva siendo sarcástica e incluso grosera. Sin embargo, siento que ya te conozco y sé que aquel comportamiento es para esconder realmente tus problemas y los dolores por los que has pasado. Aun así, por suerte, no debes fingir nada enfrente a mí, Cielo.

El arte de amar. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora