Capítulo 3

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La ciudad donde vivíamos era bastante pequeña y a ser verdad nuestro vecindario se relacionaba mucho entre si, es decir que mis padres siempre estaban celebrando cualquier fecha importante con el resto de vecinos y así. Quienes no teníamos otra alternativa de estudio íbamos a la universidad publica de la ciudad y aunque había una más que ofrecía educación privada, la mas altrrnativa era donde yo estudiaba por las carreras, la enseñanza, la parte economica y esas cosas. Unos al salir de secundaria solicitaban becas para estudiar en otro lugar, yo no veía mi vida lejos de mi hogar así que cuando llegó el momento me decidí por la universidad pública de la ciudad ya que sin dudarlo era una de las mejores. La mayoría de muchachos del vecindario éramos conocidos entre si. Así que no podíamos escaparnos de nada ni de nadie, cuando David y su pandilla se graduaron estuvimos lejos de extrañarlos porque aunque ellos fueron a la universidad y nosotras continuamos en la secundaria; nos encontrábamos en cada esquina casi todo el tiempo, era feliz en aquel lugar, pero aún así sólo unas veces desee irme lejos o pertenecer a un ambiente diferente, uno donde pudiera evadir tantos encuentros desagradables con David, Noel, Mónica y su amiga Tania.

Y es así como llegan a mi memoria recuerdos perturbadores que en algún momento le dieron un giro inesperado a mi vida. La manera en que conocí a David es una de ellas y ahora que lo pienso se que fue un momento que se quedó suspendido en el aire sin saber para donde coger. Era una calurosa tarde de Abril justo una de esas en las que deseas con toda tu alma una espléndida lluvia que refresque el ambiente. El camión de la mudanza aparcó frente a mi casa y en seguida un señor gordo bajó de el, después un adulto de unos cuarenta años y un adolescente de buen porte.
Tenemos vecinos nuevo dijo mi hermano.
Por ahora no se emocionen ni estén husmeando nos reprendió mamá dejen que se acomoden ya habrá tiempo de socializar agregó.
Sentada en una mecedora en el pórtico de mi casa me pasé la tarde entera fingiendo leer un libro, bueno si lo leía, pero no tanto. Mientras veía a David entrar cajas y cajas, él en su afán por terminar pronto jamás se dio cuenta que al otro lado de la calle una chica lo espiaba.
Para la cena mi mamá organizó una bonita canasta con agua fresca, jugos, galletas, atún, pan y jalea y me pidió llevársela a los vecinos, de un modo la idea me emocionó. Moría de ganas por saber su nombre. Crucé la calle y esperé un momento quería entregársela a él y solamente a él.
Casi vi su cabello moverse lentamente al son del viento mientras abría la puerta.
Hola dijo en un tono poco amable y por un segundo me quedé muda.
Hola soy Paula le contesté y extendí mi mano.
Pareces árbol de navidad con esa camiseta verde y el listón rojo en tu cabello maltratado respondió ignorando mi gesto de amabilidad.
Eres un grosero le dije bajando mi mano y culpandome por haber perdido toda la tarde en una cosa tan poco humana.
Y tu estas fea me contestó.
Por suerte su madre salió y en cuanto le entregué la canasta me devolví a mi casa, desde entonces David se convirtió en el ser que más aborrezco y evito cualquier tipo de contacto con él.

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Besos AzucaradosOn viuen les histories. Descobreix ara