Capítulo 2

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Recuerdo como me hice amiga de la bonita Luisa. En una ocasión ella faltó a clases dos semanas completas, en seguida supe que algo andaba mal, como nadie tenía información conseguí su número telefónico para contactarla, pero jamás respondió, me pareció bastante extraño y pese a la falta de información sobre ella y la falta de interés por los demás en saber que había pasado, yo sí permanecí alerta por los siguientes días hasta que una tarde cuando volví del colegio la observé sentada en las afueras de una casa que recién estaba en alquiler, me acerqué con temor, puesto que ella y yo no nos llevábamos muy bien.

—¿Puedo sentarme? —pregunté.

Ella me observó y lloró sin mencionar una sola palabra, guardé silencio y la abracé, claro que en los primeros segundo no supe que hacer, luego entendí que ella necesitaba a alguien que sin decirle le demostrara que no estaba sola al menos en aquel instante. Ese momento tan íntimo nos volvió muy cercanas. No parece real lo que sucedió ahí y como nos hicimos amigas sin decir una sola palabra, quizá pasa que el mundo necesita más acción y menos promesas.

Mas tarde cuando ya estaba tranquila me comentó que se sentía muy culpable de lo que le había pasado a su hermana ya que ellas siempre estaban juntas y en aquella ocasión la dejó sola. Su hermana era dos años menor que ella y alguien la había secuestrado para abusar de ella.

—No es tu culpa —la consolé.
—Si tan solo no la hubiera dejado sola —se lamentó.
—Quizá las cosas estarían peor —le expliqué.
—Ya no pueden estar peor —respondió.
—Anda, que todo en la vida pasa por algo — le comenté.
—En la vida pasan cosas que no deberían de suceder —me contestó.
—¿Cómo dices? Eso no es real. Todo está escrito y pasa porque tiene que pasar —agregué.

Su historia me pareció bastante dolorosa y aunque no conocía a su hermana me sentí terrible por ella y por Luisa. Desde entonces supe que ya nada entre nosotras sería igual, pues nos volvimos inseparables. Estuve para ella cuando sus amistades le dieron la espalda, cuando la dejaron sola simplemente por temor, porque no sabían que había sucedido en realidad y en lugar de preguntar y de investigar simplemente crearon tontas suposiciones que no eran reales.

—Las personas son raras a veces —me dijo Luisa un día.
—¿Por qué lo dices? —la cuestioné.
—Te abandonan siempre, siempre que les necesitas —me contestó.
—No todas las personas somos iguales o ¿Tú eres así? —le pregunté.
—Por eso dije a veces.
—Entonces sí, tienes razón. Las personas son raras a veces.

Supe entonces que Luisa era una persona buena y amable que figuraba ser otra cosa para agradarles a sus antiguas amigas. Ella no se amaba lo suficiente para darse cuenta que lo que fingía ser era más horrible que lo que era en realidad. Le brindé mi apoyo en momentos difíciles y ella supo compensarme con una amistad genuina y sincera por la que agradeceré el resto de mi vida.

Pocos días después de aquella tragedia Luisa regresó a clases, pero no era la misma. Las personas se acercaban para querer conocer la historia; en su mayoría solamente por curiosidad. Días atrás hubiera estado feliz de ser el centro de atención, pero en aquel momento solo deseaba ser invisible para todos. Ella asistió por un tiempo a terapias psicológicas para que poder salir de la depresión en la que había caído por creerse culpable del destino de su hermana. Sus padres y su hermana se mudaron de ciudad, pero ella prefirió quedarse con sus tíos para terminar la secundaria.

Juntas presenciamos acontecimientos inigualables como la relación de David con Mónica que en lo personal me parecía todo un teatro y juntos me causaban nauseas desde el primer día que los vi darse un beso. Tenían una relación tan extraña donde solo ellos se entendían, de lejos se notaba la falta de amor en ambas partes, ella solo mantenía una profunda obsesión por él ya que la hacía sentirse única e inalcanzable y David disfrutaba de tenerla como su mujer, él era de esos hombres que se llenan de orgullo y se les infla el ego cuando están con una mujer más hermosa que el resto. Mónica era la más linda de todas; su cabello rojizo ondulado, sus ojos claros y su piel dorada, agregando unas curvas bien definidas la convertían en una modelo incomparable que no servía para otra cosa porque a la pobre le faltaba dignidad y un poco de cerebro, llegué a sentir pena y mucha lástima por ella. Por ellos para ser más exacta.

Sin dudarlo ambos hacían la pareja perfecta. Eran tal para cual; huecos, presumidos y materialistas. Hasta parecían cortados con la misma tijera. Solo bastaba observar a Mónica con un bolso diferente casi a diario y que decir de sus enormes tacones que nunca usaría porque mi personalidad no quedaba en ellos y por la fortuna que había que pagar para obtenerlos, claro para ella era muy sencillo al ser la hija del hombre más rico de la ciudad. David se la pasaba cambiando a teléfonos celulares último modelo cada vez que salía uno nuevo, su ropa era de marca y sus lociones tenían que ser de esas costosas, olía delicioso todos los días, además ya había perdido la cuenta de los relojes finos que le ví con el paso del tiempo. Yo sin embargo era todo lo contrario a ellos, me preocupaba más por otras cosas que por verme bien vestida y rodeada de gente popular, era feliz con lo que tenía y a quienes tenía en mi vida ya que gozaba del amor de mis padres y del apoyo de una buena amiga a la que le contaba mis cosas sin preocupación de que las supiera toda la universidad.

 Yo sin embargo era todo lo contrario a ellos, me preocupaba más por otras cosas que por verme bien vestida y rodeada de gente popular, era feliz con lo que tenía y a quienes tenía en mi vida ya que gozaba del amor de mis padres y del apoyo de una...

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Besos AzucaradosWhere stories live. Discover now