—Chicas, qué ha pasado. —Pregunté más seriamente.

—Nada, le atendí sin anestesia. Pero esta es una exagerada, ay pobrecito que sufrió un poco. —Gruñó Normani cerrando de nuevo mi herida. —Pues él... —Iba a seguir hablando, pero Camila la miró de tal forma mientras negaba, y ahí sí se calló. —Se lo merecía. Punto. —Finalizó quitándose los guantes. —Perdón si te molesta que le cosido la cara sin anestesia.

—No. Gracias. —Susurré apretando los labios. —Me alegro de que no lo hayas matado...

—Si fuese por mí le habría sacado el poco hipotálamo que tiene con el bisturí. —Camila le dio un manotazo a Normani.

—Dios mío, tienes menos sensibilidad que cuando Lauren vio Titanic. —Tuve que contener la risa ante el comentario de Camila, humedeciéndome los labios. —Venga, vámonos que está Michael ya fuera.

—Gracias chicas. —Dije antes de que se fuesen.

—Nah, cuando salgamos nos invitas a unas copas. —Respondió Normani, provocando una sonrisa en mis labios y la risa de Camila.

Salieron y, casi un instante después entró Michael en la habitación. Estaba muy cambiado, para qué nos íbamos a mentir. Estaba... Estaba más guapo, no nos vamos a mentir. Llevaba una gorra hacia atrás roja, una camiseta blanca ajustada, unos jeans azules rotos por las rodillas aunque ajustados y unas zapatillas blancas.

—¿Qué has estado haciendo este mes? —Sonreí a la vez que él, que se sentaba en la silla y dejaba la mochila en el suelo.

—¿Por qué lo dices? —Negué sin saber qué decir. Estaba diferente en todos los sentidos, pero lo que me gustaba de él no había cambiado. Había mejorado. —He estado con Calum. Entrenando con él, hablando, incluso fuimos a comprar y todo.

—Pues estás muy guapo. Y más fuerte. —Señalé la manga en su bíceps, que se marcaba. —Te sienta bien Calum.

—Sí... A Normani le sienta mejor. —Michael no se había dado cuenta del doble sentido que podía tener eso, y cuando lo escuchó sacudió la cabeza con una mueca de asco que me hizo reír.

—¿Estás mejor? Quiero decir... Con tu depresión, si la llevas mejor. —Michael sonrió y asintió un poco.

—Desde hace varios meses estoy con medicación y, tú y Calum... Sí, pero no quiero hablar de mí. Quiero decir, estoy aquí por ti. ¿Cómo estás hoy? ¿Qué te han hecho?

—Nada, estoy bien. Normani y Camila han engañado a una enfermera para poder estar conmigo pero... Estoy bien. —Asentí con media sonrisa en el rostro.

—Oh, tengo algo para ti. Lo hice yo. —Michael rebuscó en su mochila con el ceño fruncido hasta que lo encontró. Sacó una pequeña fiambrera con la tapa amarilla y pude ver algo en su interior. —Son los raviolis que hacemos en el restaurante. Estos te gustaban, ¿verdad?

—Son mis favoritos, ¿cómo lo sabías? —Se encogió de hombros, sacando un tenedor de la mochila. —Camila.

—Quería hacerme el interesante, pero sí, fue ella. —Los dos reímos, y sacó dos platos de plástico, sirviendo raviolis en ambos platos. —Espero que no hayas cenado.

—Sí pero... Como si no lo hubiese hecho. —Sacó también una lata de refresco de naranja, que sí, también era mi favorito. —Son iguales que los del restaurante. —Michael me miró algo aturdido con una risa.

—Porque los del restaurante los hago yo. —Abrió los refrescos y se sentó justo frente a mí en la cama, mientras yo me incorporaba.

—Cierto. Siento que tengas que verme así, no sé. —Levanté los brazos lentamente y me recogí el pelo para estar algo más cómoda, y que no se notase que tenía una calva en mitad de la melena.

blue nighttimes; camrenWhere stories live. Discover now