20. últimas palabras.

1K 104 21
                                    

Un nudo horrendo se instaló en la base de su garganta. Sentada en su cama apretando fuertemente en su regazo el papel ya arrugado.

Las lágrimas en su mejilla y en sus ojos brillaban en la tenue luz de la habitación, paralizados en su piel al ver el rostro de la persona detrás del arma.
Su cuerpo en alta tensión y alerta ante cualquier movimiento.

—¿Creíste que no cumpliría mi promesa puta?— dijo la voz de Daniel Langford, su ex novio y vecino.

Los vidriosos ojos de Daniel detrás del arma ya no transmitían la misma energía que antes. Él parecía un hombre poseído.

—Daniel ¿Qué haces aquí?— dijo Stephanie con la voz más tranquila que pudo sacar a pesar sus manos entumecidas, la sensación de asfixia y su corazón martilleando en su pecho.

Daniel sonrió, una sonrisa amarga, entre sus dientes había algo parecido al moho.— Nunca quisiste darme lo que me correspondía.

Stephanie pensó. ¿Él estaba apuntándola por las interminables veces que dijo no ante una situación íntima .—¿De eso se trata esto?— escupió.

—¡Quería lo que me podías dar!— escupió fuertemente él.

Stephanie no dijo nada. Ella quería permanecer con vida y discutir con él no iba a ayudar. Sólo encendería al animal en su interior.

Él sacudió el arma. Por su posición parecía que estaba seguro de lo que estaba haciendo.

—¿Es esto lo que quieres?— dijo ella—, porque es ridículo. Cualquier mujer podría darte lo que quieres.

—¡No se trata de eso! Yo te amaba de verdad y tu virginidad me pertenecía.

—Mi virginidad no le pertenecía a nadie.

—¿Es por eso que se lo diste a ese tipo sobre una roca?— demandó—.Te escapabas a la noche para ir a dormir con él, e incluso te vi en aquella farmacia, con el otro tipo que te llevó a su casa. ¿Le diste lo mismo? Eres una puta barata.

Stephanie se estremeció. Tenía a Daniel siguiéndola todo el tiempo y todos los momentos íntimos con Adam no eran tan íntimos como parecían. Él no pudo haberla visto en la biblioteca, era imposible, al menos tenía eso.  Nunca se dio cuenta de que los rasgos de Daniel eran los de algún un asesino loco. Aunque el alcohol y el olor a humo era fuerte en la habitación cerrada.
—¿Me has estado siguiendo?

—Sí, tenía que saber si aún me amabas, si tenía siquiera una oportunidad.

Ella murmuró »Acosador«

—¡¿Qué dijiste?!

Se aclaró la garganta.—Dije que Landon sólo es mi amigo.

Tenía que buscar una forma de salir de eso. Tenía un bebé por el amor de Dios, y lo tenía que proteger. No podía siquiera pensar en lo que pasaría si la disparaba.

El pensamiento hizo temblar su cuerpo y poner sus brazos a su alrededor mientras observaba a la persona que no conocía parada a unos buenos metros de distancia amenazando sus vidas.

—Cuando el uno te dejó corriste a los brazos de otro. ¿Es lo mismo que hiciste conmigo? Corriste a los brazos de ese estúpido idiota. Y luego me di cuenta de que te perdí por su culpa. Y luego me amenaza frente a todos mis amigos. Pero ahora va a ver lo que se siente ser humillado.

Stephanie se hundió en la cama cuando él se acercó. ¿Que tan rápido podía escapar?

Él puso el arma en la mesita de noche sin apartar los ojos de ella. Llevó una mano a su cinturón para desabrocharlo.

Seduciendo al mejor escritorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora