15. Cómo encontrar el trabajo de tu vida.

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Resulta ser que las novelas de tontomance son sólo eso, novelas.
Cuando leías un libro donde la chica dramáticamente abría los ojos y se daba cuenta de que estaba embarazada, el padre del niño ¡Puff! se materializaba de la nada.

O cuando el personaje abría los ojos, el peso se iba por el aire al saber que no estaba ni de cerca embarazada.

Había una gran diferencia entre estar embarazada y estar casi embarazada. Bueno, en primer lugar, mas o menos embarazada no existía. O estabas o no estabas embarazada. Y eso lo determinaba un pequeño artefacto que venía en una pequeña caja con un prospecto adjunto que decía:

Una raya: Negativo.

Dos rayas: Positivo.

Así decía las instrucciones y así Stephanie lo recordaba.

Basta de rodeos.

Soltó el test en la basura.

Se miró en el espejo de nuevo y vio a una renovada chica. Ojos marrones, cabello castaño claro y tez dorada.

Aprendió algo valioso: de las experiencias que consigues hoy dependerá tu mañana.

Vio el reflejo de su futuro en el espejo. Todo pasó en un segundo frente a ella.

Luego la puerta se abrió y Lan se encontraba ahí, buscando cualquier respuesta en sus ojos marrones que acababan de verse dentro de sesenta años.

Y dentro de nueve meses contando desde ahora.

Embarazada, encinta, sóla, preñada, globo terráqueo andante, sóla, dos rayas en un pequeño artefacto.

Bueno, lo habéis captado. El hecho era que Stephanie no.

Entonces, ella también buscaba ayuda en los ojos de Lan. Se había perdido pensando en su futuro.

Un futuro caos.

Con un pequeño y tierno bebé. Sola en un pueblo donde todos hablarían mal de su hijo, donde todos lo tratarían mal por tener una madre disléxica que no sabe leer bien las instrucciones de maternidad.

Ahora ya no se sentía avergonzada. Ahora tenía a alguien más en quién pensar y no en ella misma.
Nunca creyó que su vida podía cambiar de la noche a la mañana.
Ya no era una niña bajo las alas de su hermano. Ahora era una mujer con el futuro de un bebé en las manos. Alguien al que proteger.
Adam le había dejado una maravillosa criatura. Y, mientras más pensaba en ello, más lo amaba.

Puso una mano en su vientre plano.
Dentro de unos meses el cambio aparecería y todos se darían cuenta. Tomó una decisión que cambiaría su vida y ya lo estaba poniendo en marcha en su cabeza.

Cuando Lan entró a la iluminada habitación la miró con los ojos abiertos. Luego cayó de rodillas frente a ella y contempló justo donde estaba la mano de Stephanie, quien estaba con lágrimas de felicidad en sus ojos.

—Estoy embarazada, Lan— las palabras de Stephanie hicieron más real la situación.

Lan levantó una mano que luego cayó inerte en su costado.
Estaba procesando las cosas, digiriendo las palabras que parecían asentarse de a poco.

Al final él se levantó y con una firme expresión dijo:—Stephanie...Cásate conmigo.

Stephanie retrocedió y abrió los ojos, casi salieron de sus órbitas. No pudiendo creer lo que había escuchado se preguntó:—¿Qué?

Él se acercó y tomó su mano.— Puedo cuidar de ti y de tu bebé. Sólo tienes que casarte conmigo.

Rápidamente Stephanie negó.—No puedo hacerte esto, Lan, eres mi mejor amigo.

Seduciendo al mejor escritorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora