6. Victoria's Secret.

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Stephanie se despertó a la mañana siguiente enojada consigo misma por haber sucumbido ante el placer que le había proporcionado Adam.

Se preparó un café, tomó uno de sus libros y fue a leer en el balcón.

—Vaya. A pesar de tener ese aspecto de «recién follada» te ves como la mierda— la voz de Yess interrumpió su camino hacia el aire libre.

Stephanie puso los ojos en blanco.— Cállate, Yess.

Le echó un vistazo y llevaba un conjunto de lencería muy básico. Ella sabía lucir un simple conjunto de algodón. Era como la vecina de a lado, tan atractiva.

No podía creer que esa era su prima rubia. Siempre supo que su piel olivácea no era tan llamativa, no como la blanca de Yess. Sentía tanta envidia.

Yess miró hacia abajo, a su propio cuerpo, y suspiró.— Es mi último conjunto. Liam ha roto todas mis bragas. Me ha prometido reponerlas y nunca sucede.

Stephanie abrió los ojos como platos.—¿Has estado viendo al chico Kalvin?

—Uhm, sí. Yo...no he estado con nadie más desde él. Es especial, Stefy— de pronto los ojos de Yess se iluminaron—. oh, Steeeefy. Ya sé que haremos hoy. ¡Nos vamos de compras!

Stephanie negó. No quería ir. Aunque sus bragas de algodón decían lo contrario, el dinero era un poco el problema. No quería tocar su tarjeta de crédito. Era para "emergencias" había dicho su papá. Aunque comprar ropa interior era una emergencia desde... Bueno, Adam.

Decidió darse ese capricho y aceptó.

Salieron del apartamento para dirigirse al Civic rojo de Yess, quien estaba muy emocionada.

Era domingo y Stephanie no trabajaba. Ridley había aparecido con sus cosas que dejó en el trabajo el día anterior. Pudo esquivar sus preguntas sobre el chico lindo de ojos verdes, pero prometió contárselo el lunes. No estaba de humor para contarle a alguien lo sucedido.

Llegaron a una tienda de Victoria's Secret.

Miraban pequeños conjuntos de ropa interior muy atrevidos. Stephanie no sabía que mierda hacía ahí. Eso no era lo suyo. Nunca lo sería.

—Este definitivamente es para ti. 

Stephanie se dio la vuelta y vio lo que su amiga señalaba.

Un corsé de seda con unos pantis con ligas y medias, eran lo que hacían brillar los ojos de Yess.

—Definitivamente no— negó.

—Oh, vamos. Es realmente lo tuyo. El color negro se vería muy bien en ti, al igual que ese rojo de allá— hizo un ademán.

Miró el rojo. Eso, sin duda, realizarían sus pechos y los dejarían al descubierto. Había unos pequeños negliglés que eran demasiado atrevidos para usar. Si su madre la viera con esos, sus ojos saldrían de sus órbitas.

Los compró; después de todo eran para ella misma no para alguien más se repitió.

Después de cinco pares de prendas para ella y veinte para Yess, fueron a comer algo en la cafetería.

Ridley las atendió y, después de que se fuera, empezaron a hablar de Liam.

—Creo que es para mí, aunque haya muchos factores para que nuestra relación no funcione— la tristeza la invadió de repente.

Stephanie se sintió mal por ella. Nunca había visto a un chico más de dos veces con Yess. Este era lindo para ella, y, por lo que le había contado, muy romántico.

Seduciendo al mejor escritorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora