— No era necesario. ¿Cómo podré pagar todo esto?
— Con el cariño de tus hijos, no basta más que con eso —me sonríe.
— Es un ángel.
— Anda vamos, tienes que ver lo que les hemos comprado a los pequeños —ambas caminamos al living. Dylan y su papá se habían adelantado a sacar todos los juguetes y uno que otro cambio de ropa de la bolsa.
— No se si deba comenzar a sentir celos de ellos —Dylan se cruza de brazos.
— Tú también fuiste consentido, es turno de ellos —responde Jaime—, no sabes como me encantan tus hijos, Maya. Todo el rato se la pasaron riendo.
— Ya los toman como abuelitos.
— Y nosotros como nuestros nietos —sonrío.
— Bueno, iré a seguir con los deberes.
— No, espera —me detengo—, ¿ya hablaron sobre sus estudios? —esta vez el señor Jaime mira a Dylan, quién asiente— de acuerdo porque eres muy joven cómo para quedarte sin estudios. Y por tus hijos no te preocupes, nosotros podemos cuidarlos.
sonrío — Hoy mismo confirmo que han sido ustedes lo único bueno que me ha sucedido aquí, en Estados Unidos.
— No evité tirar la manzana aquella vez, te veías triste y no encontré otra manera de hablar contigo más que tirar la manzana —acepta y no se cómo reaccionar pero por supuesto, no me iba a enojar.
— Bueno, usted me confirmó que en realidad, todavía quedan personas buenas en este país.
— Ten por seguro que en Texas no encontrarás mucha gente racista, aquí nos gusta tratar cómo nos tratan y por supuesto, ser humildes ante todo.
— Bueno, tiene usted razón, Jaime. Yo no entiendo porque aún hay gente racista aquí. No puedo creer que incluso aquí, territorio que le fue quitado a México, existan personas que nos discriminen a nosotros los mexicanos, si se supone que son, o era parte dé —suspiro—, en fin, ¿les sirvo comida?
— No, no querida. No te apures, lo haré yo, ya hiciste suficiente, mejor cuida con Dylan a los bebés —Matilde deja al pequeño Michael con Dylan antes de irse seguida por su marido.
— ¿Crees que saliendo puedas acompañarme al Wal-Mart? Debo comprar despensa.
— Bueno, andando.
— ¿Qué? No aún no.
— Si, vamos, ya no hay nada por hacer en casa. Además, si no mal recuerdo, te pagan por cuidarme a mi así que, quiero ir al súper contigo —ruedo los ojos.
— ¿Estas seguro...? —pregunto aún, dudosa. ¿debería irme?
— Si, iré a guardar la bolsa al auto, deten al bebé —tomo en brazos a Michael— no tardo —avisa tomando la bolsa que hace minutos atrás habían traído Jaime y Matilde.
JE LEEST
Mi mejor error.
TienerfictieMi nombre es Maya, Maya Zurita. Mi novio no es el flamante Stephen James o Francisco Lachowski no, mi novio es Caleb Adams y en definitiva no es nada parecido al típico novio perfecto de las historias. Pero no te mentiré, somos felices y disfrutamo...
Capítulo 18
Start bij het begin