Capítulo II En esta ciudad del caos

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El brazo extendido en su dirección le dio la señal a Mahiru de proceder en su trabajo. No formuló palabras, ni mucho menos observó el rostro del sujeto. Solo tenía su mirada puesta en el brazo y utilizar sus dotes médicos para detener ese sangrado.

"Solo me pregunto si sigo cerca del puerto... o qué tan lejos me habrán llevado estos sujetos"

Aunque mentalmente se decía que idear un plan de escape sería un fracaso total teniendo en cuenta que no tenía a nadie de su lado, y estaba rodeado de enemigos. Para empezar, tampoco sabía precisamente hacia qué dirección correr.

Porque tampoco sabía a qué maldito lugar lo habían llevado.

Mahiru simuló mirar a su alrededor sin llamar tanto la atención. Habían sujetos en las puertas con unas enormes y pesadas armas, otros tanto estaban cerca de las ventanas, y suponía también que en el corredor habían más.

Definitivamente, correr sin un objetivo en mente solo detonaría su inminente muerte.

...

Soltó un suspiro. Mahiru no sabía con exactitud la hora, pero sentía que llevaba horas y horas trabajando. Se movía de un paciente a otro y no sabía realmente de dónde venían tantos hombres heridos, ¿Estarían en las cercanías de algún movimiento guerrillero? Porque no se explicaba cómo a cada minuto salían y entraba gente de aquel gimnasio.

"Estoy cansado"

Trabajar bajo presión y con ese miedo latente que ante algún movimiento en falso te dispararían, cada minuto, a Mahiru le gastaba un poco más de su energía. Una mirada a su alrededor, y las chicas que trabajan igual que él se veían agotadas.

No sabía cuánto tiempo llevaban aquellas muchachas sin descansar.

— Mira lo que haces, muchacho — una voz grave y rasposa le alerto que estaba derramando el desinfectante al suelo— ¿acaso quieres una bala en el cerebro?

— Lo siento.

Con rapidez termino de atender a ese hombre, y tomando sus implementos, se alejo para ir por otro, al menos, era la idea.

Pero fue cuando caminaba entre esos sujetos que sintieron un temblor en sus pies y un ruido de una explosión a lo lejos, Mahiru nuevamente creyó entrar en una especie de pánico interior. Todos en el gimnasio se levantaron alterados y prepararon sus armas para su desgracia. Las chicas enfermeras gritaron y él no sabía a dónde mirar para no gritar también.

— ¡Hicieron explotar la bodega Este!

— ¡¿Quién fue?! ¡Alguien sabe!

Para Mahiru, todo fue griterío y caos al ver a todos levantándose con armas y corriendo por los pasillos, dejándolos a ellos casi olvidados si no fuera por unos pares de hombres armados.

Los dejaron a los cuatro en una esquina y con clara señal que jalarían del gatillo si uno hacia un movimiento sospechoso. Y se mordió los labios. De entre los rehenes era el único hombre pero tampoco podía hacer algo para ayudar a aquellas chicas.

Solo le restaba esperar y ver qué sería de él en las próximas horas o minutos...

O segundos. Con algo de confusión, vieron a unos sujetos ingresar al gimnasio y saludar a quienes los custodiaban.

— ¿Y qué fue todo ese alboroto?

— Al parecer uno de los imbéciles del grupo Q10 se les olvidó apagar un cigarrillo, hicieron explotar la bodega. Pero el resto igualmente se fue a preparar para la línea de ataque.

SNIPERWhere stories live. Discover now