Parte sin título 19

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Emma saltó sobre el primer caballo ensillado que encontró y lo espoleó, partiendo al galope, con las lágrimas regándole el rostro. Su carrera, sin embargo, duró poco. Pronto vio la inconfundible sombra de un dragón oscurecer la tierra bajo ella, y el caballo se puso nervioso, ralentizando y relinchando. Emma lo tranquilizó, hizo que parara y descendió, y a continuación lo ató a un árbol para que paciera en paz. Su corazón latía como loco. Avanzó tras los árboles, llegando al amplio claro donde había aterrizado el dragón. Se detuvo, quedándose alejada del reptil y de la mujer que estaba de pie a su lado.

«¿Has cogido el caballo más lento de mis establos?» preguntó en alta voz la reina

Emma la miró. No pudo hacer menos que sonreír. Deseó que las lágrimas no se vieran a esa distancia.

«He cogido el primero que he visto» respondió

Regina escondió una sonrisa ante su respuesta.

«Bien, veo que sigues siendo la idiota de costumbre. Ahora, sin embargo, hablemos de cómo tienes intención de hacer salir a la hija de Maléfica del castillo de tus padres»

Emma se encogió de hombros.

«Cada mañana tiene turno, al alba. Voy a su bastión, le digo que su madre quiere conocerla y ella vendrá conmigo. Sencillo»

El dragón resopló y dejó escapar una vaharada de humo por las fauces. Regina se giró para mirarla.

«¿Ves? Tus previsiones estaban equivocadas»

«...hasta las fronteras» continuó sin embargo la muchacha «...donde un amigo mío, al que avisaré en cuanto esté allí, la cogerá y la llevará a tu castillo. Por cierto, no te lo comas, Maléfica. Es un buen chico, aunque dice un montón de mentiras»

«¿Por qué no la llevas tú hasta el castillo?» preguntó la morena, intentando mantener un tono de desinterés

Emma sonrió apenas, tristemente. Miró al dragón, después a ella.

«No quiero hacer el camino dos veces, y no quiero atraer a los soldados hacia vosotras»

La reina arqueó una ceja

«Imagino que querrás estar con tu amiga, así que deberías acompañarla, así podréis marcharos juntas al castillo de Maléfica» replicó

Emma volvió a sonreír

«Me despediré de ella para siempre. Después ella hará lo que quiera» explicó con calma

Regina dio un paso hacia ella

«¿Y tú qué harás?»

«Yo...» Emma sintió que el valor se le escapaba. Sonrió de nuevo, conteniendo las lágrimas «¿Qué importa?» preguntó, con la voz algo temblorosa.

Regina abrió la boca, pero a continuación la cerró, sin saber qué responder.

«Curiosidad...» dijo finalmente

La rubia se mordió el labio, asintiendo y bajando la mirada.

«Comprendo» dijo sencillamente

«¿Quieres responderme?» escupió de pronto la soberana, perdiendo la paciencia

Emma la miró a los ojos. Ya no sonreía.

«Ya no tengo nada que hacer aquí...» murmuró

«¿Volverás a vivir en el castillo de tus padres?» le preguntó Regina, con más esperanza en la voz de cuanto deseaba transparentar.

The Queen and her slaveWhere stories live. Discover now