Parte sin título 2

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Tras algún instante de espera delante de la majestuosa puerta taraceada de los aposentos de la reina, los batientes se abrieron de golpe, girando en silencio sobre los goznes.

La soberana estaba cubierta solamente con una combinación transparente y brillante, por la que se extendía, por zonas, pedazos de encaje, todo rigurosamente negro. Emma se quedó literalmente con la boca abierta frente a tal espectáculo.

Regina despidió al guardia, para después centrar su atención en la muchacha.

«Aquí estás, querida. Entonces, ¿estás lista?» preguntó, acercándose lentamente a ella, balanceándose sobre los altos tacones.

Emma tuvo que hacer un notable esfuerzo de concentración para lograr preguntar, de nuevo

«¿Lista para qué?»

«Para arrodillarte ante mí» le respondió rozándole el rostro con los dedos.

La princesa tragó saliva, estremeciéndose ante aquel toque.

«Sí» murmuró, arrodillándose al instante mismo

La reina caminó a su alrededor, mirándola con satisfacción

«Bien» dijo sonriendo «Ahora, desnúdate»

Emma no logró contenerse para no lanzarle una mirada de asombro, pero de todas maneras dobló los brazos hacia detrás y comenzó a soltar los lazos que sujetaban la ropa en torno a su cuerpo. Sintió las mejillas teñirse de rojo mientras se erigía desnuda frente a ella. Regina se tomó su tiempo para observar su cuerpo desnudo, y después se sentó en el lecho.

«Eres un bonito juguete...» comentó, deslizando la mirada por sus formas «Ven aquí» ordenó, lamiéndose los labios.

La muchacha obedeció, caminando lentamente hasta el borde del lecho, con la mirada fija en el suelo, y las mejillas al rojo vivo.

«No seas tímida. Mírame»

Emma elevó la mirada hasta encontrarse con sus ojos. La reina le ordenó acercarse, pero ella vaciló, dudosa.

«¿Queréis que suba al lecho, Majestad?» preguntó, mordiéndose distraídamente el labio inferior.

«Sí» respondió ella fríamente

La princesa asintió antes de obedecer, subió a la cama y se quedó de rodillas sobre las sábanas de seda negra, a la espera, sin desviar nunca la mirada de la mujer.

«Hacía tanto que no tenía un nuevo juguete...» murmuró la reina acercando su rostro al de ella «¿Tienes miedo?» preguntó después, escrutando los ojos gris verdoso.

«No» respondió tras algunos segundos la muchacha, añadiendo una sonrisa

Regina sonrió, aferrándole el rostro entre sus dedos cuyas uñas estaban pintadas de negro.

«¡Brava, así será más divertido!»

Sus labios se encontraron en un beso cargado de pasión, del que la rubia no se apartó.

«¡Qué valiente...!» comentó Regina apenas hubo roto el contacto. Movió la mano derecha y sus ropas desaparecieron al instante. «Ahora eres mía»

Emma recorrió su cuerpo con una mirada de admiración.

«Siempre lo he sido...» susurró con voz ronca

La sorpresa iluminó por un instante los ojos oscuros de la reina.

«Superas mis expectativas...creía que iba a necesitar más tiempo para abatir tu voluntad...»

The Queen and her slaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora