Parte sin título 18

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«¿La conoces?» le preguntó

Emma dio un paso hacia atrás, obligando a Maléfica a soltarla. Tenía la mirada fija en el suelo, la boca abierta. Miró a Regina, cerró finalmente la boca. Asintió.

«Creo que sí...» dijo con un hilo de voz, mirando después a Maléfica «Su nombre es Lilith, ¿verdad?»

Maléfica sonrió, las lágrimas se deslizaban veloces por su rostro.

«¡Sí! ¿Dónde está? ¿Está bien?» preguntó rápidamente, acercándose a la princesa

Emma asintió, aunque parecía vacilante.

«Está bien, pero...»

«¿Pero qué?»

Emma dio un paso hacia atrás, asustada. Levantó las manos, dirigiendo las palmas hacia la rubia.

«Está bien, de verdad» repitió «Solo que...está en el castillo de mis padres. Trabaja allí. Como guardia» dijo todo de un tirón

Maléfica se quedó paralizada.

«Continúa» ordenó de golpe Regina, escrutando los ojos de Emma. La respiración de la princesa se hizo más pesada.

«¿Recuerdas la muchacha de la que te hablé?» preguntó en un susurro

Los ojos de la soberana se llenaron de rabia y celos.

«No, no puede ser...» murmuró

Emma se acercó a ella, mirándola preocupada.

«Regina, ¡no tenía ni la más mínima idea! Lo siento, nunca habría...Y además, acabó hace muchos años...»

«¿De qué diablos estáis hablando?» las interrumpió Maléfica, confusa

«Te lo explicará ella» dijo Regina, antes de desparecer en una nube violeta.

«¡Regina!» exclamó ella, demasiado tarde. Entonces suspiró, girándose para mirar a Maléfica.

«Tu hija y yo tuvimos una historia, hace años. Nada serio, hasta el punto de que terminamos bien, y mantenemos una buena relación» le explicó, exhausta.

Maléfica la perforó con la mirada.

«¿Te tiraste a mi hija?»

«¡Oh, qué diablos, ahora te metes tú!» gritó de repente la muchacha «¡Tenía diecisiete años!»

Las dos se miraron durante un largo instante. Al final, la bruja suspiró, agitando una mano en el aire.

«Bah, al diablo, lo importante es que está bien...» dijo

«Está muy bien. Regina, en cambio, no lo sé...» replicó Emma saliendo de la estancia un instante después.

Se dirigió a grandes pasos hacia el sitio donde sabía que Regina se refugiaba. Mientras atravesaba los largos corredores interiores de castillo, las paredes comenzaron a temblar. La princesa se apoyó en una de las columnas, tambaleándose sobre el oscilante suelo. El terremoto duró apenas unos instantes. No había nada de natural en eso, Emma lo percibía claramente. En cuanto estuvo bastante segura de no caer, corrió hacia los jardines lo más velozmente que pudo. Regina estaba de pie, junto al gran manzano que se erigía en el centro del jardín. Estaba furiosa, turbada. Estaba de espaldas a ella, pero su postura se lo decía todo.

«¡No te acerques!» le ordenó, sin girarse «Márchate. No quiero verte»

Emma se detuvo.

«Regina, ¿qué sucede? Sabías lo de Lilith...»

The Queen and her slaveWhere stories live. Discover now