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CAPÍTULO DOS — SIETE MESES


Ciudad de La Plata, Buenos Aires.

Diciembre 2013.






















― Amigo, que carajo hiciste? ― Habló Juan, mi amigo y ex compañero, agarrándome por la espalda

― Creo que la cague fuertísimo. ― Le contesté mientras rascaba mi nuca.

Acabo de tirar por la borda los años de relación que tenía con Camila por una calentura, pero no tan calentura. Hace siete meses que estoy saliendo con Eugenia, aunque nunca lo formalizamos. Primero tenía que terminar mi relación con quien fue mi novia toda la vida, para poder hacer "oficial" mi nueva relación. Las únicas personas que sabían de ella eran mis dos hermanas y temía que le digan a Camila sobre la situación.

Mi gran temor siempre fue perder a Camila, la mujer que me acompañó desde chico y efectivamente lo acabo de hacer. Prendí mi celular y en menos de 2 minutos se me inundó de llamadas perdidas y mensajes de Camila preguntándome cuando iba a volver a casa. A los pocos segundos, me llegan los mensajes de Mica me ponen peor, que decían "por favor para de jugar a dos puntas", "las estás lastimando a Camila y ella no se lo merece." Aún con Juan Manuel afuera del boliche, llamé al número de Camila y el contestador es quien me contesta.

— Tiene el celular apagado, amigo no sé qué hacer. — Comenté en un tono desesperado y el niega con la cabeza. El más que nadie sabía de mi situación actual con Eugenia.

—Negro, yo te dije que dejes de mentirle. — Habló posando una de sus manos en mi hombro. — Compartimos el mismo círculo de amigos, en cualquier momento se podía enterar o cualquier le podía contar

— Deja que se calme y volves a tu casa. — Volvió a hablar y negué con mi cabeza.

— Vivimos juntos amigo, no me va a dejar entrar.

— Con más razón, déjala sola.

Juan entró al boliche y yo lo seguí atrás. Eugenia me miró con cara de pocos amigos y me pidió que la lleve a su casa. La mayoría de los chicos del plantel no entienden y la mujer de Andújar es un mar de lágrimas, según me explica mi compañero, ella le dijo dónde estaba yo pero no sabía que yo estaba acompañado. El trayecto hasta la casa de Eugenia fue un caos. No paro que preguntarme quien era la chica a la que seguí, por qué la seguí, si la estaba engañando o que cuando íbamos a blanquear nuestra relación. Para sus dudas no tenía respuesta, porque ni yo sabía que era lo que hacía. Dejarla a ella en su departamento tranquilizó mi mente pero no mi corazón. Marqué nuevamente el número de Camila y me sigue mandando al buzón de voz. Mi otro intento es Victoria, su mejor amiga.

— Que queres Marcos? — Contestó Victoria del otro lado de la línea.

— Cómo está Cami? — Hablé estacionando en una esquina para poder hablar

— Mal Marcos, cómo crees que se va a sentir? La cagas con otra mina anda a saber hace cuando — No está enojada, está furiosa. Si me tiene adelante, me come vivo.

— Esta en nuestro departamento?

— Nuestro — Soltó una risita. — Está en mi departamento Marcos, así que podes llevar a tu nueva novia a tu casa. — Ni siquiera terminó la frase que mi garganta se cerró.

Al no escuchar respuesta alguna, Victoria cortó la llamada y me hizo reaccionar un policía que me indicó que no me puedo estacionar ahí. Siendo las cinco de la madrugada, estacioné el auto en el estacionamiento del edifico que compartimos con Camila desde hace algunos años y subí hasta el quinto piso. Mi corazón dejó de latir cuando veo el departamento decorado con globos rojos y blancos y un cartel en el medio que decía "Bienvenido a Casa", que están hace dos días cuando volví de vacaciones. Definitivamente no la merezco.

La puerta de la entrada hace que me despierte de golpe. Me levanté de la cama rápido y me encontré con una Camila totalmente desmoronada.

— Ah, no te fuiste — Soltó y su voz se quiebra. Solo quiero abrazarla

— Amor, escúchame. — Se acerca hacia dónde me encuentro parado y me mira a los ojos. Sus ojos ya no tienen el mismo brillo con el que me miraban desde hace años.

— No soy tu amor, Marcos. No soy nadie para vos. — En estos instantes soy el hombre más pelotudo del año.

— Sos todo para mí, mi amor. — Trato de tomar sus manos pero las saca rápidamente. — Cami, sos el amor de mi vida

— Por favor Marcos, no me mientas más. — Sus ojos no paran de soltar lágrimas y sus palabras tardan en salir. — Hace cuánto estás con ella?

Mi silencio la empieza a desesperar, sus ojos siguen produciendo lágrimas y yo me quedo parado como el idiota que soy.

—Respóndeme, por favor.

— Siete meses.

— Decime que es una joda Marcos, no puede ser verdad.

— No, hace siete meses nos vemos — Intento agarrarla de la mano y retrocede.

— Hace siete meses te garchas a esta mina a escondidas y tenes el tupé de no invitarme a la fiesta de Estudiantes? Sos maravilloso Marcos — Aplaude sin sacarme los ojos de encima. — Mientras yo estaba por viajar a Rusia, vos ya estabas con ella allá. Por eso no querías que viaje, que boluda fui.

— Para amor, por favor escúchame. — Supliqué como nunca antes, realmente no quería perderla.

— Que queres que te escuche Marcos? — Lleva sus manos a su cuello sacando la cadenita que compartíamos, la cual yo no la tenía puesta. — Esto era símbolo de nuestro amor de tantos años. Te cagaste en mí y en el amor que te tenía.

Me abre la mano y me deja la cadenita, de cierta forma la M grabada deja de brillar. Ella también dejó de brillar. La veo pasar por mi costado y camina con rumbo a nuestro dormitorio. El ruido del placard me asusta. Camino en la misma dirección y la veo sacando su ropa del mismo guardándola en una de las valijas que tiene sobre la cama. No tarda más de 10 minutos en terminarla y pasa, nuevamente, por mi lado sin omitir comentarios. Agarra las llaves de su auto y se gira a verme.

— Quédate con el departamento o regálaselo a ella y no me busques Marcos, hasta acá llego mi amor.

— Pero amor, por favor escúchame.

— No tengo nada que escuchar Marcos, estás con otra mujer hace siete meses, mientras yo te esperaba acá en nuestra casa porque no querías que vaya.

— Perdón amor, te lo iba a contar.

— No hables más que la embarras peor Marcos, hasta acá llego mi amor. — Volvió a repetir la última frase y se me fue todo de las manos.
















 — Volvió a repetir la última frase y se me fue todo de las manos

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©️ b0netto' stories

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