—Muy digna —negué con amargura mientras me miraba en el espejo.

Al estar lista salí directo a la cocina, prepare unas ricas galletas con chispas de chocolate junto a unos huevos con frutilla y zumo de naranja mientras escuchaba música y bailaba con Copito al ritmo de esta, desayuné rápido y arreglé la cocina, tomé mi bolso y bajé, mi auto aún lo estaban arreglando y demonios sí que necesitaba uno, pero aún no tenía el dinero para comprar otro.

Tomé un taxi y le pedí al conductor que me dejara en el centro comercial, pagué y entré a las tiendas, miré bastantes vestidos de coctel y ninguno me gustó, miré vestidos largos, cortos, término medio, pero aún no sabía cuál debía utilizar, decidí llamar a Jessica porque no sabía cómo debía ser el vestido.

—¿Kaylee? —pregunta ella del otro lado.

—Sí, Jess, solo quería saber si me puedes ayudar con algo —espete mordiendo mi mejilla.

—Sabes que si, ¿qué sucede?, ¿estás bien? —cuestiono con cierto miedo.

—Si estoy bien, quería saber si me aconsejas un vestido para la noche, sabes que soy pésima al momento de escoger un vestido —comente derrotada, ya que era verdad, soy pésima para elegir un vestido, me gustan todos.

—Claro Kay, voy y te ayudo a escoger un lindo vestido, igual también necesito comprar uno para esta noche —espeto ella con un tono de alivio en su voz.

—Está bien, te espero en la entrada del centro comercial —asentí sonriendo. Colgué la llamada y caminé hasta la entrada para esperar a Jessica, me senté en un pequeño muro que había allí y mi celular comenzó a sonar de la nada.

—¿Hola? —cuestioné, ya que era un número desconocido.

—¿Kay?, ¿mi pequeña hermana? —contesto Chris, mi hermano mayor.

—¿Hermanito? —pregunté llevando una mano a mi boca.

—Sí, soy yo —respondió él con un tono entre cortado

—Qué alegría escucharte, hermano, ¿cómo estás?, ¿todo está bien? —pregunté emocionada con lágrimas en mis ojos.

—Kaylee, lamento ser portador de malas noticias, pero papá se ha puesto algo delicado de salud y vamos a visitarlo —comentó con un tono melancólico en su voz.

—¿Que tiene papá? —pregunté con un dolor en mi pecho.

—Tuvo una recaída, al parecer está sufriendo del corazón y no se está alimentando bien, por lo que me dijo mamá —confeso con un tono preocupado.

—Demonios, Chris, tengo que viajar a Londres, tengo una noticia que darles y quiero que ustedes sean los primeros en enterarse mañana mismo —dije triste por el estado de salud de papá.

—¿Has hablado con mamá?, ¿qué noticia?, ¿estás embarazada? —preguntó con sorpresa en su voz.

—No Christopher —respondí cortante; —y no, no estoy embarazada, es otra cosa que quizás se van a alegrar —continué un tono de nervios por como reaccionaria mi familia.

—Kaylee, hace muchos años mamá y tú no se hablan, quiero que estén bien, recuerda que pronto nacerá mi hijo Oliver y quiero que estemos juntos —comentó enojado.

—No prometo nada Chris, recuerda que fue ella quien quiso que las cosas pasaran así después de que no me apoyo con mi carrera —respondí bufando.

—Ella lo lamenta Kay, hablamos al rato, te amo y recuerda que debes dejar de ser tan orgullosa hermanita —comento él regañándome, sabía que yo era muy orgullosa.

—Saludos a Sam y a Oliver, también te amo —espeté sonriendo para mí misma.

—Adiós, pequeña —dicho esto colgó.

Suspire hondamente y miré a Jessica que venía a lo lejos, me levanté y caminé hacia ella y la abrace para saludarla, ella solo respondió a mi gesto genuinamente.

—¿Lista? —preguntó ella sonriendo.

—Sí —respondí un poco triste, enganché mi brazo al de Jess y entramos.

Christopher tenía razón, yo era muy orgullosa, pero él debía ponerse en mi lugar cuando fue mi madre quien quiso que las cosas pasaran así, ella jamás quiso ayudarme con mi carrera de publicidad, jamás se interesó en algo mío, por lo que me echó de casa cuando apenas cumplí dieciocho años, después me fui a vivir con una de mis abuelas, Elizabeth, mientras terminaba mis estudios universitarios gracias a qué papá me apoyó económicamente.

Caminé con Jessica a una tienda a la cual no había entrado y los vestidos eran preciosos, pero mi padre no salía de mi mente, tenía que viajar a Londres y claramente quería que mi padre me entregara el día de mi boda, así mataría dos pájaros de un solo tiro, les diría a mis padres que me casaría con Alexander y visitaría a mi familia. Mis ojos se posaron en un vestido, era color rosa dorado, estaba sobre un maniquí perfectamente puesto.

—Kay, ese vestido está precioso —comento Jessica mirándome atenta.

—Es el que me llevaré —asentí en forma de afirmación, sonriendo.

Sin pensarlo dos veces le pedí a una chica el favor de que dejara medirlo, cuando lo hice me enamore de este hermoso vestido, se acentuaba a mis caderas y sobre todo a mi busto, era de largo hasta el suelo y tenía destellos. Tras salir de las tiendas decidimos ir a comer algo, pedí un batido de vainilla junto a una dona, nos sentamos en la cafetería y Jessica me miró un poco insistente.

—Anda, dime que pasa Jessica —fruncí el ceño con un poco de curiosidad.

—¿Es verdad que te vas a casar con el jefe Kaylee? —cuestionó curiosa.

—Sí, pero es algo largo de explicar —asentí incómoda.

—Kay, no entiendo por qué te vas a casar con el jefe si apenas se conocen, además es algo muy extraño —dijo ella mirándome confundida.

—Jess, escucha, sé que es algo loco, pero ahora no puedo decirte nada, más adelante te explicaré todo —comente en un susurro.

Ella asintió muy confundida y llegó el pedido, nos dispusimos a comer en un silencio incómodo hasta que Jessica solo decidió romperlo al fin.

—Solo espero que estés tomando una buena decisión, eres una gran amiga y no quiero verte sufrir más si es por él —tomó mi mano en un apretón en forma de apoyo.

—Ten por seguro que no voy a sufrir, estaré bien —sonreí melancólica.

Sabía muy dentro de mí que eso iba a ser imposible por el hecho de que estaré atada al ogro para toda la vida y sabía bien que no haría de esta nada fácil. Tras terminar de comer salimos de la cafetería, nos dirigimos por las calles cerca al vecindario vecino de la empresa. En el camino Jessica se fijó en una tienda de zapatos, entro a comprar un par mientras yo solo pensaba en lo que ella me había dicho.

"Solo espero que estés tomando una buena decisión", aquellas palabras retumbaban en mi cabeza.

SIEMPRE TUYA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora