Caminé pocos metros cuando vi un auto más adelante estacionado, era el auto de Alexander sin duda alguna, me detuve en seco mirándolo desafiante, ya que era el mismo auto de mi ventana hace algunas noches, era él quien estaba afuera estacionado de mi apartamento.

Enarque una ceja sorprendida, él se bajó del auto y caminó hasta mí, lo miré sería mientras él solo me miraba atento, analicé cada paso suyo y él más se acercaba a mí más aún, yo solo pude morder mi labio inferior un poco nerviosa por su cercanía.

—Srta. Williams, tenemos que hablar, quiero entregarle algo —comentó él mirándome, solo pude mirarlo un poco desconfiada.

—Lo escucho Sr. Harrison —asentí incómoda.

Me extendió una caja con un hermoso collar dentro de ella, me sorprendí y solo negué un poco ofendida por su actitud, ya era bastante por un día como para tener que lidiar con él en estos momentos.

—No es necesario que me regale nada, puede dárselo a otra persona si así lo desea —se lo estire en su mano muy molesta.

—Srta. Williams, esto es un regalo de mi madre —confeso mirándome, pero su tono era un poco más suave.

Abrí los ojos de par en par y tomé la pequeña caja, aunque no quería recibirle la cajita, lo hice solo por saber que era un regalo de Anny, la abrí y en él había un hermoso brazalete con las iniciales K y H, sabía que significaba Kaylee Harrison, así será mi apellido una vez me case con Alexander.

—Gracias Alexander —asentí levemente agradecida.

—Quería preguntarle donde dejó la carpeta con sus cláusulas —me miró dubitativo mientras acomodaba sus manos en su chaqueta.

—La acabo de dejar en su escritorio, por si desea verlas —lo miré un poco nerviosa.

—Iré por ellas, las discutiré con usted en unos días —me informó.

Asentí y comencé a jugar con mis manos un poco ansiosa, volteé mi mirada hasta su auto y mordí mi labio, no quería estar con él a solas, menos en estos momentos.

—Debo irme —comenté nerviosa.

Él asintió y paré un taxi, me subí y tomé rumbo a casa, una vez llegué, subí, entré y se sentía un silencio, en verdad extrañaba a Aliah, sabía que ella no estaría de acuerdo con esta locura de la boda, pero qué más daba ya le había dado mi palabra al Sr. Harrison de que me iba a casar con Alexander, había firmado mis cláusulas y yo nunca rompo una promesa.

Copito se acomodó a mi lado cuando me tire en el sofá a descansar un rato, miré mi bolso y tomé la caja que el ogro de Alexander me había entregado, la abrí y pude observar el lindo brazalete.

—¿En realidad es un regalo de Anny o el mismo me lo regalo? —cuestioné un poco pensativa.

Dejé la caja sobre mi mesita de noche y me senté en la cama muy cansada, no quería pensar aún en lo que se avecina, sabía muy bien que a partir de hoy mi vida no iba a ser la misma.

El día comenzó como ninguno otro, estaba muy emocionada, ya que hoy era la gran gala, habrá grandes empresarios de todo el país, es más bien una premiación a la mejor empresa del año en la industria de la publicidad, esperaba que ganara Industrias Harrison como en los últimos dos años.

Me levanté y me dispuse a ducharme, estaba algo cansada, así que tome una ducha de agua fría para despejarme, al salir de la ducha cepille mis dientes, mi cabello y aplique un maquillaje ligero, salí directo al closet y me vestí con unos jeans, tenía que buscar el vestido para esta noche e ir a la peluquería, ya que quería estar impresionante, tenía que ser la digna prometida del flamante CEO, Alexander Harrison.

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