125. Adicto a tí |Cameron Dallas|

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Tomé mi billete y con cuidado lo introduje en la máquina expendedora, ya mirando qué aperitivo iba a seleccionar.

La máquina me devolvió el billete y maldecí. Busqué otro y volví a intentarlo. Esta vez tuve exito y presioné los números 012 para luego ver cómo la bolsa de gomitas con formas de ositos se dirigía hacia el frente y después caer.

Me agaché a tomar la bolsa y al incorporarme, alguien me tocó el hombro derecho. Volteé hacía ese lado y no habia nadie; volteé hacia la izquierda y ahí estaba Cameron riéndose de que haya volteado en vano.

—Que idiota eres —me besó la coronilla y rodeó con uno de sus brazos mi hombro.

Le di en la boca un osito de goma y luego me dio un beso en los labios de agradecimiento.

—¿Qué hacías? —preguntó caminando junto a mí por el pasillo.

—Acabo de salir de Economía, me dio hambre y preferí gastar mi dinero en gomitas que en eso —señalé la pizarra fuera del comedor, que era por dónde estabamos pasando, en la que indicaba que el menú de hoy era puré de verduras y carne.

—Lo más triste es que son verduras que no viste en tu vida y carne de vaya a saber Dios qué animal es —me reí por su chiste soltando una horrenda carcajada.

Me miró sonriendo mientras yo me cubría la boca.

—Cállate —imitó mi risa y no pude evitar volver a reír.

—Tu risa es música para mis oidos —lo miré con cara de "¿En serio, es lo mejor que tienes?" y me sonrió con complicidad.—Sabes que te amo —blanqueé los ojos.

—Sabes que odio mi risa —asintió.

—Y la imito para ver si la comienzas a aceptar conmigo riéndome igual —mordí mi labio por su boba lógica.

—Tu risa me da gracia —le dije recordando cuando se ríe y se pone todo arrugado y muestra toda su dentadura.—Pareces un caballo.

Se rió por lo bajo.

—¿En serio, un caballo? ¿Ni siquiera un pony? —cuestionó fingiendo estar dolido.

—Es que los ponys son lindos —se golpeó el pecho del lado del corazón.

—Aquí me dolió —ambos reímos luego de la mini pelea de bullying mutuo y me besó mientras nos dirigíamos a afuera, para sentarnos en el césped a ver cómo practicaban los chicos del equipo de Lacrosse.

—Mamá quiere invitarte a cenar —le dije llevándome un osito a la boca.

—¿A mi? —lo miré obvia.—Ya. Pero, ¿para qué? —me encogí de hombros.

—Creo que quiere empezar a hacer de eso una costumbre. Quiere que vayas a cenar todos los viernes porque te quiere integrar más y no sé qué —rodeé los ojos.

—¿Cómo integrarme más si casi vivo más en tu casa que en la mía? —reí.

—Tal vez quiere que conozcas a papá —su rostro se transformó.

—¿A tu papá? —me reí.

—¿Acaso te da miedo? —lo molesté.

—En todos los años que nos conocemos no lo he visto una sola vez —dijo mirando a la nada.

—No respondiste a mi pregunta —le dije sonriendo.

Volteó a mirarme y sonrió de lado.

—Para nada... —negó con una sonrisa fingida.

Imaginas | Magcon BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora