Cada quinientos años en el pequeño pueblo Gregor Bremen, ubicado al sur este de Alemania pasa algo indescriptible y mágico en cierta forma...
La luna se posa en su punto mas alto y cambia de color a uno plata, ese resplandor se expande por todo el p...
Esto es ridículo y denigrante, no entiendo el porque de todo este alboroto, se supone que hoy se celebra la creación de nuestro pueblo pero la realidad es que estamos festejando la llegada de los monstruos cambia formas, que obviamente son más conocidos como licántropos u hombres lobo. Esto se a dado por miles de siglos y el líder del pueblo lo a aceptado, ahora ese cargo esta a mando de mi padre pero claramente el no se atreverá a cambiar la historia, condenando a todas las jóvenes solteras y pulcras a la espera de que sean las desafortunadas en ser llevadas por una de esas bestias, sobre todo por el líder mundial de todas ellas, el Alpha Rey, de solo nombrarlo la piel se me pone de gallina... Y para mi desgracia, yo soy una de esas jóvenes a quienes les podría tocar ese cruel castigo.
Bueno, me presento, soy Mía Bremen, tengo 17 años y me preparo para lo que será mi destino en pocas horas— Estoy frente al espejo de cuerpo completo en mi habitación— Mirando mi reflejo, llevó puesto un vestido blanco hasta un poco más abajo de la rodilla que representa mi pureza, suelto de la cadera hacia abajo y un poco ajustado de la cintura hacia arriba, con escote en V, amarrado al cuello dejando descubierta mi espalda
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Calzo unos zapatos de medio tacón blancos con brillantes, mi peinado consiste en una trenza que sujeta todo mi cabello hasta la punta de este y mi maquillaje se basa en un delineador, y rímel para mis pestañas, solo resaltando el verde de mis ojos.
Me veo perdida en mi misma, esto realza mi belleza pero no me hace feliz que mi madre me haya preparado así para esta ocasión, a veces creo que su sumisión a mi padre es enfermiza, que ni siquiera se trata de amor y es algo que la destroza pero que no puede abandonar, claro eso es lo que veo cada vez que la miro a los ojos, ya que en su rostro no había ni una pizca de felicidad mientras me arreglaba y maquillaba para esto.
De pronto leves golpes en la puerta de mi habitación me sacaron de mi transe, dirijo mi atención a ella y veo como es abierta por mi padre, luce formal y apuesto como siempre, es un caballero de edad promedia pero aun así es representable de unos años menos de los que tiene... Me observa de pies a cabeza y sonríe complacido por mi aspecto, le sonrió forzosamente pero no lo nota, con el tiempo he aprendido a fingir bastante bien, incluso llegué a olvidar como se sentía sonreír de verdad— El señor Arthur se acerca a mi— Y toma mi mano derecha.
— Mi bella hija...— Besa mis nudillos y vuelve a mirarme— Siendo mi única hija créeme que jamás pase por la desilusión de que fueras mujer y no hombre, porque de alguna manera siempre e tenido claro que te espera un futuro maravilloso— Sus ojos brillan y mientras me sonríe puedo apreciar su perfecta dentadura blanca. Aunque detrás de esa máscara perfecta, puedo identificar en aquella mirada azul que detrás de esas palabras se esconde una revelación que hasta el momento no puedo descifrar.
