—¿No crees que está exagerando solo por llegar tarde? —mencioné confundida.

—Dudo mucho que sea por eso Kaylee —negó tomando una pila de hojas de su escritorio.

La miré unos segundos y estaba a punto de ir a mi guillotina, pues ahora sé que Alexander me despedirá, pronto salió el susodicho y me miró serio a lo que yo solo me levante de mi silla un poco confundida.

—Srta. Williams, a mi oficina —espeto Alexander con una voz calmada, lo miré confundida mientras él volvía a entrar.

Mis manos comenzaron a sudar y no quería ir, quería que la tierra me tragara y me escupiera en el espacio y morir, pero así me despidiera, tendría que ir, caminé hasta la oficina con paso firme entre echándome la bendición y rezando mil veces.

—Tome asiento, Srta. Williams —espeto con un tono frío como siempre. 

Asentí y me senté, pronto vi al Sr. Harrison mirando por el gran ventanal, volteó a verme y emboscó una sonrisa de confianza, lo imité y luego los miré a ambos, estaba bastante confundida para entender lo que pasaba.

—Kaylee, querida, que bueno que has llegado, necesito hablar contigo de algo que es muy importante para mi familia —espeto él sonriendo.

—Buenos días, Sr. Harrison, lamento la demora, usted dirá para qué soy buena —comente confundida por qué no entendía qué pasaba.

—Desde ahora puedes llamarme Gregg, igual serás parte de la familia cariño —me miro sonriendo.

Alexander tenso la mandíbula y lo miré confundida, quedé atónita al escuchar las palabras del Sr. Harrison, ¿Parte de la familia? ¿Qué sucedía? ¿Era una broma acaso? Si era así me parecía de muy mal gusto.

—¿A qué se refiere con que formaré parte de su familia, Sr. Harrison? —cuestioné atónita mientras los miraba a ambos confundida.

—Kaylee, iré directo al grano, sabes que te tengo mucho cariño y sé que eres una gran mujer, por eso he decidido que seas tú quien se case con mi hijo Alexander, te conozco desde que utilizabas pañales y conozco a tus padres de años, creo que no puede haber mejor partido que tú para ser la esposa de mi hijo —pronuncio él sonriendo ampliamente.

¿Qué? Esto tenía que ser una broma de muy mal gusto, quedé atónita ¿Cómo me iba a casar con Alexander?, ni siquiera me soportaba en la oficina como su asistente ¿Cómo sería, siendo casados y viviendo bajo el mismo techo?, esto era una locura.

—¿Qué? —musité apenas duras mientras asimilaba todo lo que me estaban diciendo.

—Usted se casará conmigo porque mi padre lo ha estipulado en su testamento para poder obtener mi herencia, lo que me corresponde de mi familia, no puedo casarme otra mujer si no es usted —espetó esta vez Alexander serio mirándome.

—¿Acaso sabe lo que me está pidiendo Sr. Harrison? ¿Sabe que es un matrimonio arreglado? ¿No tiene a alguien más? —cuestioné incrédula mientras me levanté y mirarlo atónita.

—Lo sabemos muy bien Kay, pero necesito que hagas esto por mi familia, sé que es algo serio lo que te estoy pidiendo, pero tengo mis razones para hacerlo —espeto Gregg un poco melancólico mientras arrugaba su frente y miro Alexander.

—¿Qué ganaría yo con casarme su hijo, Sr. Harrison? Él no me ama, ni yo lo amo a él y nuestras vidas se volverían un infierno —cuestioné aterrada por lo que estaba pasando.

—Nada de formalidades, mi niña, tendrás una buena posición social, dinero, viajes, joyas, autos y claramente muchas cosas más, el amor vendrá con el tiempo —espeto él sonriendo.

SIEMPRE TUYA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora