Toqué varias veces, pero no obtuve respuesta alguna, me estaba colmando la paciencia, decidí girar el picaporte para entrar y fue un gran error abrir esa puerta, había una chica castaña en su regazo, la cual estaba casi sin ropa, se estaban besando apasionadamente mientras que él solo se encontraba sin camisa y con sus pantalones desabrochados.

Gire sobre mi cuerpo para darles la espalda, mordí mi labio con nervios y no era para menos, él me iba a gritar por haber entrado a su oficina sin permiso, pero fue su culpa por no responder cuando toque.

—¡Williams!, ¿no le he dicho que toque cuando vaya a entrar? —cuestiono bastante enojado.

Sentí como tomaba mi brazo haciendo que volteara a verlo, mire su rostro y baje hasta su torso desnudo bastante trabajado y quede estática, me mordí la mejilla nuevamente con nervios y me obligue a mirarlo sin emitir una palabra.

—Lo lamento Sr. Harrison, toqué, pero usted no me contestaba y tenía que venir a entregarle esto —chille entregándole los papeles y él soltó mi brazo.

—Como sea, que no se vuelva a repetir o quedará despedida, quiero que salga inmediatamente de mi oficina —pidió el bastante enojado mientras se ponía su camisa de mala gana.

Tragué saliva y la chica solo sonreía descaradamente mientras mordía sus labios con cierta picardía, suspiré con nervios y salí de la oficina, caminé hasta mi escritorio mientras me limitaba a poner una mano en mi frente.

—Veo que el jefe anda de un humor de pocos perros —espeto Jessica sarcástica.

Reímos ambas y continué con mi trabajo, en mi mente seguía la imagen de aquella escena de Alexander con la chica, suspiré levemente y sacudí mi cabeza, quizás ella era su novia

La tarde pasó en solo trabajo y más lenta de lo normal, ordenar la agenda del ogro, organizar algunos eventos y llamar algunos clientes, me tomó toda la tarde por lo que al caer la noche solo quería irme a casa, agradecí que Alexander se iría por una semana y me dejará descansar un poco.

Tomé mis cosas e iba a salir directo a casa, pero Alexander abrió la puerta de su oficina e impidió que me fuera, lo maldije por lo bajo y rechiste enojada.

—Srta. William, a mi oficina —me miró serio.

—Maldito Alexander —espeté en vos baja.

Asentí dejando todo sobre el escritorio y tomé rumbo hasta la oficina, él estaba sentado en el escritorio con los brazos cruzados con su mirada fija en mí, solo me miro por unos segundos antes de hablar con la frialdad que lo caracteriza.

—Espero que no se vuelva a repetir lo de hoy, tiene que esperar hasta que yo le dé permiso para entrar, así no le responda —me miró enojado, cosa que me estaba molestando aún más.

Asentí levemente e iba a marcharme, pero su voz me detuvo el paso una vez más, por lo que solo bufé dentro de mi mente, estaba muy cansada y quería irme a dormir de una vez, no quería lidiar más con Alexander.

—¿Necesita algo más, señor? —cuestione con un tono de fastidio, gire sobre mis pies y lo mire con seriedad.

—Sí, Srta. Williams —espeto mirándome; —necesito un último favor —comentó levantándose de su silla.

El camino hasta quedar parado frente a mí, la respiración comenzó a irse de mi cuerpo y lo miré elevando una ceja, mordí mi mejilla internamente porque los nervios me estaban ganando, verlo tan cerca de mí me daba pánico por su cercanía.

—Necesito que imprima el archivo que está en esta USB para la junta del lunes —vocifero pasándome la memoria; —lo necesito para el lunes a primera hora —añadió mirándome.

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