Adoraba verlo llorar así, casi suplicándome por su vida. Así debió llorarle Dinah hacía unos minutos, pero él no tuvo compasión, y si Dinah no sobrevivía, yo tampoco la tendría con él.

—Bien, empecemos. —Cogí el hilo y la aguja, pero él negaba rápido. Me hacía gracia, su mandíbula se movía casi como si fuese gelatina. —Shh, no muevas la cabeza. —Entonces sí que me decidí a ponerle el relajante muscular. Esperé unos minutos, y cuando ya sólo lloraba, comencé a coserle la ceja.

Yo comencé a silbar bajo la sintonía de Kill Bill, viendo sus lágrimas caer. Me tomaba mi tiempo, empujaba la aguja bien fuerte, lo hacía bruto, y él ni siquiera podía hablar. Sólo llorar y gruñir, aunque nadie lo escuchaba. Sentía la aguja atravesar la carne, viva, caliente, gruesa, dolorida, abierta, y me encantaba. Me encantaba saber que estaba sintiendo cómo la aguja le resquebrajaba la piel, me encantaba que él supiese que lo estaba haciendo sufrir. Adoraba verlo llorar, sobre todo cuando mi hilo se quedaba trastabillado (a posta) y tenía que volverlo a sacarl.

—¿Piensas que esto es una pesadilla? —Terminé con su ceja cortando el hilo. —Oh, cariño. —Coloqué su mandíbula encajándola de nuevo con brusquedad, pero aquello me estaba produciendo placer. —Después de esto si quieres denúnciame, pero creo que te va a salir más caro que declare contra ti en un juicio por el que te podrían mandar de por vida a la cárcel. —Vi el miedo en sus ojos, vi cómo lloraba, pero ni un resquicio de lástima sentí.

—Puta... —Susurró con la voz quebrada. Entonces, tiré de los hilos de la sutura que acababa de hacerle, fuerte, y él comenzó a llorar de nuevo. Abrí la puerta y llamé a la enfermera que estaba en el pasillo.

—Termínalo tú. Le he puesto calmantes porque se ha puesto un poco nervioso, pero tengo una operación.

—Claro. —Y en cuanto la enfermera entró y se quedó de espaldas, lo miré con una sonrisa negando.

—Mereces morir.

*

Camila's POV

—Doctor Hollis, tengo las radiografías de la chica que ha entrado en urgencias. Necesita una operación rápido. Tiene un neumotórax traumático y el cuchillo clavado en el brazo. Si esperamos mucho más podría morir. He reservado quirófano. —Decía casi corriendo tras él con los resultados de la radiografía en la mano.

—¿Ahora te tomas la libertad de reservar quirófanos cuando tú quieres? —Comentó con el ceño fruncido.

—Doctor, con el debido respeto, debe hacerme caso. —Él suspiró y asintió, cogiendo los resultados.

—Cinco minutos. —Respondió.

—Tres. —Repliqué yo. El tiempo era oro, y más si la que estaba en peligro era Dinah. —Por favor.

—Vete al quirófano y ve preparándote. Llama a Hamilton también

Me faltaba tiempo para llegar al quirófano. Me lavé las manos y los antebrazos unas tres veces con jabón, y Normani llegó agitada poniéndose la mascarilla.

—Nela le ha pegado tanto que las costillas le han perforado el pulmón. —Me sequé las manos negando, apretando la mandíbula.

—Si me dices una palabra más me lo cargo, así que cállate. —Arrancó un trozo de papel con mala gana.

Yo no sabía hasta qué punto llegaba mi frialdad hasta que ayudé a operar a Dinah. No lo sabía. Sabía que tenía madera para ello, pero hasta que no la vi entubada y con medio pecho abierto no lo supe. Sólo miré su brazo, me centré en él, no iba a dejar que los nervios me jugasen una mala pasada. Podía tocar una vena al sacarlo, lo que fuese, pero un error mío podría acabar con su vida. Normani sostenía las pinzas con el doctor Hollis, mientras yo conseguía sacar el cuchillo con delicadeza, dejándolo en la bandeja.

blue nighttimes; camrenWhere stories live. Discover now