59/Dimitri

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Desperte nervioso, asustado pensando en esa sombra... era, seguro, a causa de lo que veía mi hija, tenia que serlo abrace a mi esposa notando por primera vez su piel fría aun bajo las sabanas - Roza... - cheque su pulso... era débil, casi inexistente - ¡Roza! - la giré, tenia los ojos cerrados. La tome en brazos para llevarla al hospital

— ¿mamá? — Irania estaba de pie, no note cuando entro — ¿va a morir? —

— ¡no digas eso! — alce la voz más de lo que debía — hija... ella se pondrá bien, solo debemos llevarla al hospital, ve por tu abuela y dile que cuide a tus hermanas — me tranquilice un poco aunque el temblor de mis manos no fuera congruente, mi hija salió corriendo a avisarle a su abuela, tomé a Roza en brazos

— Dimka ¿qué sucede? — preguntó mi madre

— no sé — mi voz se rompió pero suspiré para tranquilizarme — cuida a mis hijas por favor — salí sin escuchar nada más, la recosté en el asiento trasero y conduje nervioso, mi temor creció cuando la vi agitarse — por favor mi amor... aguanta, esto no es nada comparado a todo lo que hemos pasado, por favor no me dejes ahora cuando todo va bien, tenemos la familia que deseamos siempre y sobrevivimos a todos los problemas del pasado — mi corazón dolía de una manera extraña y mis temblores no paraban, algo parecido al vacío se sentía en mi, jamás, ni siquiera cuando se enfrentó a el ejército de Alistair, me había sentido tan temeroso de perderla.

Llegue al hospital, la ingresaron prohibiéndome la entrada — ¡Dimitri! — Lissa entró con Christian — ¿qué pasó? — me abrazo — me desperté sintiendo algo en el vínculo, sentí que lo perdía —

— cuando desperté ya estaba así — comencé a llorar — Lissa tengo miedo — me abrazo

— yo también Dimitri —

— guardián Belikov — llegó el médico — la princesa Hathaway... — miró a Janine que veía desesperada acompañada de Abe, estaba por hincarse

— no es necesario, dígame cómo está mi hija — asintió

— no sabemos qué causó este estado, haremos estudios para tratar de descubrir la causa, por el momento se encuentra... — lo llamaron de emergencia, sabía que esa emergencia tenía que ver con mi esposa, corrió lejos de nosotros sin embargo lo seguí hasta la soba de emergencia, estaban tratando de reanimarla

— por favor mi amor, por favor Roza no me abandones, no ahora — se percataron de mi presencia y cerraron las persianas, me tire recargado en la pared llorando

— vamos Dimitri — Janine me tomo del brazo, ella también lloraba, regresamos a la sala con los demás 

— ¿dónde está mi hermana? — Mikha estaba preocupado mientras Sonya trataba con todas sus fuerzas de calmarlo — díganme qué pasa —

— la princesa Hathaway fue reanimada sin embargo... debo ser sincero con ustedes, no le auguro un buen resultado, haremos las pruebas necesarias en cuanto se estabilice, solo queda esperar a que no haya otro fallo cardiaco — se marchó sin decir más

— Dimitri ¿qué paso con ella? —

— desperté y cuando la abrace ella... ella ya estaba así — me senté cubriendo mi rostro con las manos, la sombra tenía que ver en esto, salí de ahí desesperado hasta quedar lejos de todos los demás, trate de entrar al mundo donde siempre estaban Neferet y Nasor mas no lo conseguí, el miedo creció, ocupe la magia notando que aún podía hacerlo, volví a tratar conectarme con Nasor y Nefeter, lo intente hasta quedar exhausto, caí en el pasto con los ojos llenos de lágrimas

— Dimitri... — Demir me ayudó a levantarme

— no puedo contactar a Nasor y Neferet, Demir voy a perder a mi esposa —

— no sucederá, encontrarás el modo de hacerlo, ya veras — su mirada delataba sus sentimientos de temor, él quería a Roza también, la quería como todos en esa sala sin embargo si ella moría todos continuarían sus vidas aún con ese dolor, porque cada uno de ellos tenía una persona a su lado, las manos entrelazadas hablaban por sí solas, era yo quien estaba a punto de perder a su compañera de vida y no había palabras ni consuelo para mi.

Después de dos días sin mejoras ni avances en el diagnostico habían permitido que una persona se quedara con ella y fui tajante al decir que sería yo, llevaba 20 horas despierto a su lado — Dimitri debes ir a descansar y a ver a tus niñas, yo me quedaré con ella — Sonya puso su mano en mi hombro — yo te avisaré cualquier cambio —

— ¿y si despierta y yo no estoy? — sonrió débil

— aunque así fuera ella sabe cuánto la amas y que estás a su lado — asentí, le di un beso en la frente a mi mujer

— tienes razón, debo ver a mis hijas — salí sin ganas

— te llevo, no estás en condiciones de manejar, también quiero ver a mis nietas — acepte la oferta (orden) de Ibrahim

— ¿cómo está mamá ? ¿Volverá pronto? — Irania parecía preocupada — he tratado de ver lo que pasara pero esa sombra no me permite hacerlo, papá — suspiré resignado pues tenía la esperanza de que mi pequeña hija me dijera algo positivo sobre Roza. Abracé a mis hijas y conviví un poco con ellas después fui a darme un baño, cuando me recosté en la cama no pude evitar llorar, llorar como un pequeño perdido, el amor de mi vida se iba de mis manos y yo no podía hacer nada, poco a poco logre dormir. Mi sueño no era normal, estaba atrapado en alguna parte del mundo de sombras sin embargo no había nada ni nadie, veía destellos de luz por todos lados, cuando logre acostumbrar mi vista a ellos pude darme cuenta de que eran Nasor y Neferet, trataban de hablarme sin embargo no podían, notaba su desesperación ¿qué era esto? ¿Por qué no podía hablar con ellos?

— ¡Dimitri! — esa voz, esa voz era de mi Roza, estaba seguro de que era ella, se escuchaba lejana y con eco — ¡Dimitri! —

— lucha si quieres recuperarla — una voz masculina dijo cerca de mi oído en un susurro — lucha y salvala... o déjala morir — su carcajada fue lo último que oí

— ¡Dimitri! — volví a oír su voz

— ¡Roza! — abrí los ojos espantado al verme en nuestra habitación, necesitaba encontrar a Neferet y Nasor, también al resto de las dignas y lo haría, yo era el guardián blanco de Roza, la digna más poderosa de todas, y como su guardián blanco la protegería y traería de vuelta así tuviera que enfrentarme a la misma muerte.

Academia de Vampiros - De las cenizasWhere stories live. Discover now