Capítulo 27.2

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•Lacey POV•

Maxwell y yo jugábamos en el salón de juegos. Las maquinitas realmente eran adictivas. ¿Cuánto tiempo podíamos pasar pegados en el mismo juego? La verdad era que tanto Well como yo, nos habíamos olvidado completamente de los problemas y habíamos empezado a disfrutar el momento.

Había pasado una hora desde que almorzamos hamburguesas y vinimos a las maquinitas pasivas. Maxwell dijo que antes de realizar los juegos extremos, había que reposar. Pero el tiempo se había ido volando.

–Una más y nos vamos.–Era lo que él repetía cada vez que lo alentaba a pasar a la otra área de juegos.

–Ya me has dicho eso treinta y siete veces. Quiero ir allá...–Dije señalando el otro lugar.–Anda, después podemos regresar si quieres.

–Ok, ok, vamos.

Y después de tres jugadas más, Maxwell fue conmigo hacia el sitio de los juegos extremos.

Este consistía de varias torres de escalar según la capacidad y la edad de la persona. También había un espacio para baloncesto y hasta un pequeño parque para niños. Sin embargo, lo más emocionante de todo era el zip-line que conectaba con la torre de escalar más alta.

Well decidió que primero quería jugar baloncesto y luego escalaríamos la torre para finalmente tirarnos del zip-line.

Así que, como yo no jugaría ese juego porque soy malísima en él, lo acompañé a la fila de baloncesto en lo que un jugador descansaba. Mientras esperábamos, la conversación sobre Rose, salió a reducir.

–¿No me dirás por qué Rose fue a verte?–Decía él rascándose la nuca.

–Eso es lo que quiero saber yo... Por qué fue a buscarte. Porque es obvio que a mí no era a quien buscaba.

–¿Y no le preguntaste?

–Me dijo que estaba aburrida y que por eso fue a buscarte.

–Que raro...–Comentó acercándose a la fila.–Rose nunca me había buscado.

Un sentimiento de alivio recorrió mi sistema.–Pues al parecer ya tiene una opinión bastante clara acerca de ti.

–¿Ah sí? ¿Cuál?

Sonreí antes de decirle.

–Que eres muy divertido.

Gracias al cielo, en esos momentos un jugador salía, por lo que le tocaba el turno a Maxwell Dalton de jugar. Por lo que dejó conmigo su teléfono y el chorro de monedas que tenía para volver a jugar en las maquinitas.

Me senté en una esquina deseando que el tiempo volara pronto para escalar la torre de piedra.

Generalmente no suelo ver deportes. El único que podría sentarme a ver sería el soccer, al que por cierto siempre le voy al equipo colombiano. (Saludos a las parceras que me leen desde allá). Así que esta vez no sería la excepción. Me quedaría a esperar a Well, pero no prestaría atención al juego.

Mientras las pisadas y el chirrido del balón se arrastraban por el suelo, yo revisé mi celular. Hacía un buen tiempo que no lo revisaba y me sorprendía el hecho de que no tuviera mensajes.

Sueño con O'Brien [Completada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora