Capítulo 18: Sorpresas.

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Pese al ruido que había en la sala de espera con los teléfonos sonando y las enfermeras contestando, ninguno de los allí presentes tenía ánimo para conversar. Gaara miraba con recelo aquella mano que Mei tenía puesta sobre la de un Itachi que trataba de moverla constantemente alejándola de ella, hasta que al final, acabó por levantarse diciendo que necesitaba un poco de agua.

Mei, entonces, fijó sus ojos en ese chico pelirrojo que la observaba desde el otro extremo de la sala y volvió a preguntarse si realmente aquel chico rubio estaba tan muerto como para no contar nada de lo que vio al caer en aquel descampado abandonado de la mano de Dios. Incluso para ella, que conseguía comprender a la gente y llegar hasta ellos... Gaara seguía resultándole un misterio. Siempre había sido observador pero demasiado callado para su gusto. Nunca terminaba de entender lo que pasaba por su mente y tan sólo Naruto parecía comprender mínimamente cómo era ese chico problemático.

- ¿Te ocurre algo? – le preguntó Mei hacia Gaara.

- No – dijo muy seco – sólo espero a que salgan los cirujanos con noticias.

Los azules y cristalinos ojos de Gaara no perdieron de vista los de la chica. Aún recordaba los labios de Deidara al moverse para pronunciar sus últimas palabras y agradecía que Itachi no supiera nada todavía, porque entonces... todo podría acabar realmente mal. Tenía que buscar el momento de decir las cosas, pero no era ése, no allí, no con un Itachi afligido y preocupado que podría haber reaccionado de la peor de las formas.

Naruto le observaba en silencio. Eran amigos desde hacía unos años y le conocía bien, o eso pensaba. Tanto... como para saber que ocultaba algo importante y que se moría de ganas por soltarlo, pero no podía por algún motivo.

Aquellas estaban siendo las siete horas más largas para todos los presentes, pero ninguno parecía querer abandonar aquella sala. Todos esperaban pacientemente cuando uno de los médicos salió a atenderles. Itachi que estaba sacando su botella de agua, se apresuró a cogerla y volvió con rapidez para escuchar las noticias, aunque el rostro de todos mostró la gran preocupación al ver al cirujano tan serio.

- ¿Son los familiares del chico que llegó con dos balazos? – preguntó.

- Deidara – confesó su nombre Itachi al darse cuenta de que seguramente no llevaba identificación y los médicos no habían podido confirmar aún quién era – no tiene familia, somos lo más parecido a una para él.

- Entonces lamento comunicarles la noticia, pero... hemos hecho todo lo que hemos podido – intentó convencer a los demás – pero... los daños que ha sufrido eran demasiado graves, no... no ha soportado la intervención.

Aquello cayó como un balde de agua helada sobre todos los presentes, excepto para Mei, que tras haberse levantado para recibir la noticia, se dejó caer sobre la silla aliviada de que su secreto aún estuviera a salvo.

- ¿Cómo que...? – intentó articular palabra Itachi – no... no puede ser. Él no puede...

- Lo lamento mucho. Debe ser una trágica pérdida pero no podemos hacer más. Quizá... uno de vosotros quiera ir y despedirse por última vez. Estamos cerrando el cuerpo. Una vez más, mis disculpas y mi pésame – dijo el médico.

- Debería ir Itachi – intervino Gaara por primera vez – creo que nadie más necesita despedirse de él tanto como Itachi.

- Estoy de acuerdo – sugirió Sasuke – ve a verle. Ésta será seguramente tu última oportunidad.

El nudo que se había formado en el estómago de Itachi le hizo dudar. ¿De verdad quería ver simplemente el cadáver inerte de Deidara o prefería recordarle como siempre fue? Aquella duda le asaltaba pero todos le observaban esperando su decisión final.

Perro prisionero (Naruto, Itadei)Where stories live. Discover now